Once compañías protagonizan, desde el 29 de abril al 5 de junio el XXIII Certamen de Teatro Universitario de la UCM, que se celebra en el salón de actos de la Facultad de Bellas Artes y en el paraninfo de la Facultad de Filología y Filosofía. Entre todos ellos se repartirán los premios al mejor espectáculo; a la dirección escénica; a la interpretación femenina y masculina, tanto protagonistas como de reparto; al texto original; a la dramaturgia; a la puesta en escena; al espacio sonoro; a la música original; a la iluminación; al vestuario y al maquillaje. De todos modos, los participantes en estas compañías no están en este certamen por los premios, su razón para acercarse a las tablas está en la búsqueda de la amistad, el amor por el teatro, la diversión, desconectar o incluso quitarse la timidez.
"Lo mejor del teatro universitario es poder crear un espacio en el que todo aquel o aquella que quiera hacer teatro pueda hacerlo, un espacio en el que todos tengan cabida, tanto los que siempre se han interesado por este mundo como los que se suben al escenario por primera vez", afirma Edgar Gómez, director de Triaca Teatro.
A lo que Alicia Santos y Gonzalo San Segundo, directores de las dos obras que presenta Chamaeleo este año, añaden que lo mejor "sin duda alguna es el ambiente". Explican que cada año lo consiguen de formas distintas, pero siempre acaban con "un grupo de personas que, pase lo que pase, te pueden sacar una risa hasta en el peor momento, y te apoyan siempre". En el grupo se forjan amistades que se sabe que "seguirán mucho después de la graduación".
Los miembros de Chamaeleo explican que son un grupo en el que la mayor parte de los integrantes están estudiando una carrera de ciencias, al estar asociados a la Facultad de Ciencias Biológicas. Para ellos, "es genial ver a científicos salir del estereotipo y dedicar tanta energía y tanto talento al teatro, demostrando que no es sólo para la gente de letras. Mezclar ciencias, artes y letras da resultados asombrosos".
Para los miembros de El Barracón, sin embargo, lo mejor es "la experiencia del contacto con el público, que sirve no sólo para el teatro sino para casi todas las actividades de la vida".
Las cosas malas
Los representantes de Chamaeleo consideran que la mayoría de obstáculos que se encuentra suelen ser organizativos. Entienden que desde los vicerrectorados les quieren ayudar lo máximo posible, pero son "conscientes de que no siempre pueden con las demandas de todos los grupos de teatro y la organización en ocasiones falla".
El Barracón opina que lo peor es el gran esfuerzo que hacen para muy pocas representaciones, porque "el trabajo de meses se esfuma en escasas funciones". Además, señalan "la falta de ayuda económica, teniendo además en cuenta que al ser un recinto grande los derechos de autor que hay que pagar son altos".
Para Edgar Gómez, lo peor quizá sería que "a veces se prima el reconocimiento y el lucimiento personal al interés mayor de crear un espacio de teatro inclusivo para todos los estudiantes".
El aliciente
La motivación para unirse a un grupo de teatro universitario puede ser muy diferente. Los componentes de El Barracón afirman que hay "desde quien lo hace para relacionarse hasta el que desea quitarse su timidez, pasando por el que quiere probar para ver si pude hacer carrera profesional en el teatro".
El director de Triaca Teatro no cree que haya ningún factor determinante, porque "cada estudiante es un mundo y se apunta por sus motivos personales". Para él, lo interesante es que el teatro universitario sea capaz de tener un hueco para cada uno de ellos, "tanto los que se apuntan porque siempre les han llamado las artes escénicas como los que se apuntan porque quieren ir a tomar unas cervezas después de los ensayos". En el caso de su compañía siempre intentar fomentar el segundo aspecto, porque "as amistades que se forman en el grupo de teatro suelen durar toda una vida".
Santos y San Segundo consideran que el aliciente puede ser "el buen rollo, la diversión, la opción de desconectar de la carrera y hacer el payaso un rato... Sin olvidar la oportunidad de traer a la realidad a personajes que hacen que cambie tu forma de pensar y de plantearte la vida".
El bagaje
Además, para participar en un grupo de teatro no se presuponen unas cualidades o características concretas, o al menos así lo considera Edgar Gómez, cuyo lema es que "cualquier persona que quiera hacer teatro, pueda hacer teatro".
En El Barracón tampoco piden ninguna calidad, sólo "compromiso y tiempo". Compromiso, en concreto, "para no dejar el proyecto a medias y que dé al traste con las ilusiones de los muchos que intervienen en el montaje, y tiempo para los ensayos con el fin de lograr la mayor calidad posible dentro de las limitaciones lógicas de un grupo aficionado sin subvenciones". Tienen claro los miembros de esta compañía que "en el grupo se aprende mucho, pero nadie puede aprender todo, ni en las escuelas sean oficiales o particulares, ni en las compañías profesionales que, por otra parte, presuponen que los intérpretes van con la formación superada, salvo excepciones".
Los directores de Chamaeleo informan de que su grupo hace a principios de curso unos talleres en los que se dan a conocer para que se apunten todos los que estén interesados, y ahí intentan enseñar lo más básico que hace falta saber para poder llevar a escena una obra con éxito. Sin embargo, han detectado que "casi todos los que se apuntan a estos talleres son personas que tienen ganas de salir de su zona segura, o al menos se consigue que lo hagan en el transcurso del taller". A partir de ese conocimiento básico intentan enseñar y dan oportunidad a todos los oficios relacionados con el teatro, "escritura creativa, interpretación, performance, regiduría, trabajo técnico, música...".
Las obras elegidas
Chameleo en esta edición del Certamen de Teatro Universitario presenta dos obras. Alicia Santos dirige El invernadero, elegida porque "plantea una crítica a la sociedad y a la política con un tono de humor", lo que les "ha parecido una propuesta interesante en el contexto actual". Por su parte, Gonzalo San Segundo dirige Sueños, seleccionada como "una propuesta que une a muchas personas para mostrar a los espectadores diversas facetas de la problemática actual desde un enfoque juvenil lo más humano posible, y también invita a la reflexión entre qué podemos aceptar como real y qué cosas deberían quedarse dentro, y nunca salir, de nuestras peores pesadillas".
También en Triaca Teatro presentan dos montajes: Biografía, de Max Frisch, y Calígula, de Albert Camus. Edgar Gómez explica que "este año al ser treinta integrantes se necesitaban dos obras que pudieran dar cabida a tantos actores y actrices, quedando la distribución en un reparto de quince para cada una de ellas". Además de eso, "las dos obras son textos complejos", y se veían con ganas de afrontar un reto así. Por si fuera poco está el hecho de que "cuando el público asistente salga de ver los montajes seguro que no se muestran indiferentes y se van a sus casas con una reflexión".
En El Barracón han elegido la obra Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán Gómez, en primer lugar porque el texto se adecúa al número de participantes, y en segundo porque "viene bien representarla en el año en el que se está conmemorado el fin de la última guerra civil española, guerra que aún no ha cerrado sus heridas, con guerras civiles en el mundo actual....". Recuerdan los miembros de la compañía que además, "algunas escenas se desarrollan cerca del mismo lugar en el que vamos a representarla. ¿Quién no puede estremecerse cuando escucha en el Paraninfo de Filosofía: 'Aquí no podía haber una guerra. Porque esto, la Ciudad Universitaria, no podía ser un campo de batalla'. Se ve que todo puede ocurrir...".