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Miércoles, 20 de noviembre de 2024

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Ediciones Complutense repasa la trayectoria intelectual de José Álvarez Junco

A las barricadas. Cultura, identidad y movilización poética, es el título del libro de José Álvarez Junco, publicado por Ediciones Complutense, que se ha presentado, en la tarde del 10 de junio, en la Residencia de Estudiantes. Javier Moreno Luzón,  profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, explicó que se trata de "una selección de trabajos publicados entre 1977 y 2013, con todos sus temas, con una mirada propia allí donde no había mirado nadie antes". Añade Luzón que en esos artículos "quedan bien patentes sus afanes metodológicos, con teorías de medio alcance que nos ayudan a comprender mejor fenómenos históricos, relacionando diferentes áreas científicas, y en algunos de sus capítulos queda de manifiesto su interés por los conceptos, teorías, por entender cada una de las características de los fenómenos que estudia; todo combinado con una buena escritura que huye de la jerga incomprensible de muchos otros académicos".

 

La también profesora de la Facultad de Políticas, Mercedes Cabrera, puntualiza que José Álvarez Junco, "escribe muy bien, pero es contundente, cargado de información y acumulación erudita". Tras las presentaciones, el propio historiador repasó su trayectoria, con un tono generalmente jocoso, y señaló que este libro le ha obligado a una reflexión sobre su vida y su generación, y se "ha quedado asombrado porque no podía entender como a alguien le pudiera interesar publicar esos artículos en los que se discutían tonterías que llevaron a enfrentamientos e incluso a que gente ya no se hablase nunca más".

 

Álvarez Junco describe a esa generación como "los que fueron saliendo de grutas o quitándose diferentes ropajes, lo que les llevó a entrar en ambientes culturales antifranquistas". Medio en broma, medio en serio, afirma que "dejabas de ir a misa y luego ya te considerabas de izquierdas, y el armazón se encontraba en el marxismo, en la lucha de clases como motor de la Historia, el anti imperialismo americano, la liberación sexual, el escape de las ataduras familiares...". Él se metió brevemente en el Felipe (como se conocía popularmente al Frente de Liberación Popular), un grupo clandestino de "amantes y capitanes", que en el terreno intelectual se dedicaban a los orígenes del movimiento obrero, que "era el movimiento obrero en singular, porque ni siquiera se planteaban las diferentes formas de los movimientos, para luego pasar a hablar de los movimientos sociales: feminismo, ecologismo, pacifismo...".

 

Reconoce que a él, desde un principio, le atrajo "una desviación que fue el anarquismo". O al menos le atrajo desde el momento en el que, yendo en contra de los designios de su padre, que quería que fuese notario-registrador, se marchó a Inglaterra, y allí en El laberinto español, de Gerald Brenan, descubrió que había existido el anarquismo en España. Decidió entonces que iba a dedicar a eso su tesis, en lo que José Antonio Maravall le apoyó y le mencionó el libro El proletariado militante, de Anselmo Lorenzo, del que en la Biblioteca Nacional sólo había uno de los dos tomos.

 

Al menos en la hemeroteca municipal sí que había muchos periódicos, y allí fue haciendo su tesis "como pudo", porque se encontró con problemas de conocimiento porque no era historiador y además coincidió con su militancia política en el Felipe, y con unos cuantos trabajos para conseguir algo de dinero. En esos tiempos vivía una vida comunitaria intensísima, iban juntos al cine, debatían, ligaban todos juntos y eran todos de la Facultad de Políticas, "no de enorme altura intelectual, pero sí apasionante".

 

Marcuse y la universidad

En mayo de 1968 les dieron en la Facultad una versión marxista, ortodoxa, de la generación del 98, que hoy le parece "una majadería sin la menor excusa", pero que en aquel momento le fascinó. En septiembre se lio la manta a la cabeza, cruzó "el charco" y se fue a La Jolla en California, al Departamento de Filosofía, donde conoció a Marcuse, y donde le recomendaron que se leyera a todos los anarquistas internacionales.

 

Un año después se volvió, sin terminar el doctorado. "Un error debido a la fascinación por la vida madrileña que se quedó detrás, porque la vida americana es muy dura y es muy difícil hacer muchos amigos", asegura. Al llegar a España descubrió que se había disuelto el Felipe, que sus miembros ya no se hablaban entre ellos y entró en una etapa de desorientación, la peor de su vida, no avanzaba con la tesis, le dio hasta por fumar y "no precisamente tabaco".

 

Confiesa Álvarez Junco que salió del caos, como ha hecho siempre, poniéndose a trabajar y tomándose la tesis en serio entre 1972 y 1973. Bromea que el 21 de diciembre de 1973 iba a leerla, pero "ese día voló Carrero Blanco" y le dijo su director de tesis que no era el mejor momento para leer una tesis sobre anarquismo y tuvo que aplazarla un poco.

 

Pronto entró en la universidad y allí le encargaron la asignatura Doctrina y movimientos sociales, que era la fusión de Doctrina social de la Iglesia y Movimientos sociales. Decidió vertebrar la asignatura alrededor del anarquismo español y otros movimientos sociales, clasificando al anarquismo como algo primitivo, como hacía al marxismo, aunque le empezaron a fascinar aquellos movimientos primitivos, inspirados por promesas de redención. De hecho, asegura que comenzaba el curso leyendo el Apocalipsis de San Juan, porque "la clave para tener un poco de éxito es decir cosas al público que tengan relevancia para su vida actual".

 

Comienzan los seminarios

Al curso aquel el historiador añadió el seminario de doctorado en 1976, que fue el origen del resto de seminarios que ha impartido desde entonces. Allí enseñaba también anarquismo español y movimientos obreros, con la idea de repasarse toda la prensa desde finales del XIX hasta la guerra civil para clasificar y estudiar a fondo los movimientos que les parecieran más significativos, pero "no hubo manera de conseguirlo". Cada año hacían una última sesión de reflexión y al final decidieron centrarse en la delimitación de los conceptos lo que les llevó directamente al choque con el marxismo.

 

Aquello les provocó una segunda salida de la gruta, ya que según Álvarez Junco descubrieron que "en la lucha obrera no había muchos obreros implicados, había más artesanos que otra cosa. Los obreros no solían ser revolucionarios además y los estallidos revolucionarios no coincidían con crisis económicas". Según sus estudios, "el anticlericalismo podía ser más importante que el anticapitalismo y a los obreros les entusiasmaba más matar curas que patronos". Según él, "no había nada que se llamase revolución burguesa, así que el esquema se derrumbaba por varios sitios". Comenzaron a escribirlo y aquello les llevo a que les llamasen "traidores y revisionistas, lo que convirtió al seminario en una cruzada antimarxista", a pesar de ellos.

 

Allí trabó contacto con historiadores como Santos Juliá, que entró como estudiante y le llevó la contraria desde el principio, aunque poco a poco se dieron cuenta de que estaban en la misma guerra, y formaron, junto a otros lo que llamaron irónicamente "la internacional revisionista".

 

Álvarez Junco volvió a Estados Unidos en los años noventa y allí se integró más en la vida universitaria académica e hizo un giro intelectual hacia el estudio de los nacionalismos, lo que al final aplicó al caso español y lo plasmó en Mater dolorosa. Después se metió en otra nueva gruta de la que no ha conseguido salir, que fue "una nueva fase de combate contra los nacionalistas", porque tiene claro que "las naciones son productos recientes poco duraderos, construidos, nada naturales, y eso relativiza los nacionalismos y les pone frenéticos a todos, sean del signo que sean".

 

Se volvió de América después de casi diez años y esta vez hizo "muy bien". El seminario original desapareció, pero Juliá y él fundaron otro más, que todavía perdura y es probablemente su "mejor legado a la cultura académica en este país, porque lo que se hace es discutir textos escritos de antemano, distribuidos al menos una semana antes y leído por todos. No se deja que protagonice la sesión el autor del texto, sino que se hacen turnos de palabra y todo con la máxima sinceridad, porque no se sostendría de otra manera, eso sí, con cortesía, buenas formas y una cervecita final".

 

Javier Moreno Luzón considera que la actitud intelectual de Álvarez Junco parte de ese amor por el debate porque para él, "el aprendizaje es en cierto modo colectivo, porque del intercambio de ideas y de la crítica cordial, pero no complaciente, surgen nuevos conceptos, y en esta tarea es incansable, siempre dispuesto a estudiar, a tomar notas, a seguir aprendiendo...".

Mercedes Cabrera, María Nagore, Javier Moreno Luzón y José Álvarez Junco, durante la presentación de A las barricadas. Cultura, identidad y movilización poéticaMercedes Cabrera, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y SociologíaJavier Moreno Luzón, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, junto a José Álvarez JuncoEl salón de la Residencia de Estudiantes donde se hizo la presentación del último libro de José Álvarez JuncoAntonio López, director de Ediciones Complutense, y el profesor Manuel Álvarez Junco
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