La investigadora Guadalupe Arce, de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UCM, junto a Luis Antonio López, María Ángeles Cadarso y Jorge Zafrilla, de la Facultad de Económicas de la Universidad de Castilla - La Mancha (UCLM), ha publicado un trabajo en la revista Nature, en el que se desvela que si las multinacionales que tiene repartidas Estados Unidos por todo el mundo fuesen un país, serían la decimosegunda nación más contaminante del planeta. Arce señala que el papel de los economistas tiene cada vez más peso en los estudios sobre cambio climático. De acuerdo con ella, en el último panel del IPCC "aunque hay grupos enteros de físicos y químicos, que son los que explican el fenómeno, luego están los economistas, que trabajan junto a los ingenieros y otras muchas disciplinas, porque se está viendo que esto perjudica a la economía y, por tanto, a la sociedad, ya que se pierden millones de euros del PIB, lo que afecta al crecimiento y a temas como a las emigraciones, ya que en breve se producirán refugiados climáticos. Por eso es importante que el cambio climático se aborde también desde las ciencias sociales".
El trabajo que ahora se ha publicado es fruto de un proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y por la UCLM, de donde proviene Guadalupe Arce, que está recién incorporada a la Universidad Complutense y donde es profesora ayudante doctor en el Departamento de Análisis Económico y Economía Cuantitativa. La idea inicial del estudio era evaluar la responsabilidad de distintos agentes, y el papel que tienen cada uno, en el cambio climático, y en ese sentido Arce tiene claro que "hay que evaluar a los consumidores, a los productores, a los gobiernos y, por supuesto, a las empresas". De los datos que han manejado para el trabajo destaca que "de la huella de carbono total, los consumidores son responsables de un 26%, mientras que el resto depende de diferentes tipos de empresas y procesos productivos".
Reconoce la investigadora que el trabajo ha sido difícil de hacer, porque aunque existen datos de empresas, hay otras muchas que son reticentes a ofrecerlos escudándose en la confidencialidad. "Estados Unidos destaca, sin embargo, por tener una base de datos abierta bastante grande, en la que se puede acceder a información muy completa de las multinacionales que tienen ubicadas a lo largo y ancho del planeta", señala Arce. Ahora se están empezando a desarrollar también bases de datos con otros países, "pero de momento la americana es la mayor colección de datos existente, y además Estados Unidos es el país que tiene más multinacionales fuera de sus fronteras".
El estudio ha consistido en medir las emisiones directas e indirectas, es decir, no sólo las emisiones generadas per se en el proceso de fabricación, sino también en todo el proceso productivo que lleva añadido. Arce pone como ejemplo una camiseta, "para la que se analiza la huella de todos los tintes que se utilizan en su fabricación, de todos los tejidos que se han traído de otros sitios... En general se ha tratado de estudiar la trazabilidad de todo el proceso y ver, en términos totales, cuál es su huella de carbono, y con esos datos se ha visto que las multinacionales estadounidenses generan más emisiones que muchos países". De hecho generan el doble que España, y "si esas multinacionales fuesen un país sería el número doce del ranking de los más contaminantes, dejando además aparte la huella del transporte de los diferentes productos, algo que no se ha sumado para no complicar los cálculos, pero que evidentemente aumentaría mucho más la huella que dejan esas empresas".
También se ha analizado cuál es el peso de esa huella de las multinacionales sobre la huella propia de muchos países. En Irlanda, por ejemplo, las multinacionales tienen una presencia muy importante, por las ventajas fiscales, y la huella generada por esas empresas es muy grande con respecto a la del propio país.
Soluciones
Para frenar tanto esta situación como el cambio climático "se podrían hacer muchas más cosas de las que se están haciendo, aunque es cierto que es un problema muy complejo". En este caso concreto, en el que se están estudiando el impacto de empresas extranjeras, hay que entender que "las emisiones son mundiales y no se pueden controlar, porque las fronteras, en términos de emisiones, no existen, y en términos de cambio climático tampoco".
De ahí que la solución ideal sería un acuerdo global donde se pusieran unas obligaciones a cada país, pero "eso no pasa en la realidad, donde hay muchas asimetrías". Arece recuerda que hay economistas que defienden impuestos en frontera, pero "en ese caso hay muchos escollos plantados por la Organización Mundial del Comercio, es decir, que esto o lo hacemos todos o no puede ser".
Cree Arce que algunas empresas están empezando a cambiar sus dinámicas por las exigencias de los consumidores, como por ejemplo, "la iniciativa de Los lunes sin carne, que ha obligado a que empresas como Burger King estén estudiando implementar la hamburguesa del Impossible Foods, hecha con vegetales". Otro ejemplo serían "los precios sombra que se están empezando a poner algunas empresas, y que consiste en evaluarse a sí mismas el precio del carbono para conocer los riesgos que ya tienen de cara a financiarse en los mercados de capitales".
De acuerdo con la investigadora, no se puede mirar para otro lado porque "el problema está aquí, y es fundamental cambiar, aunque consensuando posiciones, como se hizo en el Acuerdo de París". Arce, de todos modos, es consciente de que "esa no es la solución, porque no evita la fuga de carbono y además tiene ese componente de voluntariedad de los países, no es coercitivo, sino que se ayuda a que cada país consiga el objetivo que se marca a sí mismo". De momento, eso sí, es el acuerdo climático que más ha implicado a los países y a sus ciudadanos, "y ese es un paso muy importante, porque el Protocolo de Kioto fue un desastre, aunque el Acuerdo de París sigue teniendo graves problemas como el de no abordar las emisiones que se traen de fuera".
La huella social
Arce señala que además las multinacionales, que son las que tienen más fácil irse de unos países a otros, "suelen irse a naciones en desarrollo, donde la intensidad de contaminación es muchísimo más grande que la del país de origen". De todos modos, hay estudios que informan de que las empresas estadounidenses que se van a China, y contaminan allí, luego "por el propio devenir de los movimientos de la atmósfera, esa contaminación vuelve a Estados Unidos". Así que si se van a China es porque "allí pueden pagar menos, porque hay una normativa distinta, no sólo en emisiones, sino también en muchos otros aspectos como la protección laboral, así que dejan no sólo huella de carbono, sino también una huella social". De momento en Europa todavía no vivimos lo que sí viven en China, "donde se están poniendo medidas draconianas, cerrando fábricas unos días concretas para que se pueda respirar, pero si no se toman las medidas adecuadas podría llegar a ocurrir igualmente".
Otra medida que se podría tomar, de acuerdo con Arce, sería la del eco-labelling, un sistema de etiquetado que aporta información ambiental veraz y fiable de cada producto. De esa manera "el consumidor puede saber realmente cuánto contamina lo que está comprando, saber incluso las condiciones de los trabajadores que lo fabrican y las muertes asociadas a esa industria". Esa, según la complutense, "sería una manera de concienciar al consumidor, que tiene un gran poder, porque si no hay demanda tampoco hay oferta".
Guadalupe Arce informa de que los investigadores principales de este proyecto, Luis Antonio López y María Ángeles Cadarso, ya están dirigiendo una tesis con datos de la Unión Europea de las huellas ambientales, económicas y sociales que dejan las empresas multinacionales europeas, incluidas, por supuesto, las españolas. Arce añade que el trabajo publicado en Nature ha sido una primera aproximación al problema, pero "es importante hacerlo a nivel de todos los países que están externalizando sus actividades".
Y en esta tarea es importante la involucración de las universidades españolas, como ha hecho recientemente la UCM con la creación de la plataforma Complutenses X por el Clima, algo que Arce considera muy relevante, "el hecho de que haya jóvenes manifestándose los viernes y que, como afirma el catedrático Emilio Cerdá, luego vayan a venir a la universidad y vean que se les apoya con un tema tan fundamental".