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Sábado, 21 de diciembre de 2024

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El estudio de diseño “El Fantasma de Heredia” anima a los estudiantes a buscar su propia identidad

Encuentros Complutense ha reunido a Anabella Salem y Gabriel Mateu, integrantes del estudio de diseño El Fantasma de Heredia, para que compartan su experiencia laboral y vital con los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes. Al tiempo que mostraban gran parte de sus afiches, llevados a cabo desde que se juntaron en 1992, y con una gran carga social y cultural, Salem reconoció que esos dos temas son los que les han parecido siempre fundamentales. Aseguró, de todos modos, que "para cada diseñador es esencial buscar aquello que le parezca importante, porque con eso podrá estar conectado con su propio trabajo de manera profunda, sin aburrirse". Mateu por su parte, criticó "la forma de trabajar para el mercado, que es muy estándar, que no pretende nada de nuestras capacidades intelectuales, y eso hace que el trabajo de diseñador sea el de un pasador, que es aquel que recibe órdenes determinadas para hacer un trabajo que no pensó y donde se espera de un diseñador que tenga alguna idea simplemente de corte cosmético, sin que piense en toda la estructura de la comunicación". Una muestra de su trabajo se ha podido visitar en Casa América, dentro de la iniciativa Madrid Gráfica 2019, bajo el título de "Carteles de hambre y amor".

 

Gabriel Mateu y Anabella Salem explicaron la trayectoria de su estudio de diseño, El Fantasma de Heredia, que se mueve entre grandes proyectos y otros mucho más pequeños, pero siempre al margen de los convencionalismos propios del mercado. Por ejemplo, de uno de sus proyectos más grandes, económica y mediáticamente, la portada de un disco de la banda argentina Divididos, sacaron el título de una canción De hambre y de amor, que sirvió tanto para la exposición que han mostrado en Casa América como para un número dedicado al grupo musical en una revista realizada y vendida por las personas sin hogar de Buenos Aires.

 

Mateu reconoce  que a pesar de tener algunos proyectos grandes, como el de Divididos o con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, al final se vuelve a lo que uno quiere realmente, que en su caso son grandes causas sociales como las personas sin hogar, las víctimas de la dictadura de Videla, la destrucción de los hábitats de los indígenas, la violencia contra las mujeres, la promoción de la lectura...

 

Por ello, la vicedecana de Movilidad y Salidas Profesionales de la Facultad de Bellas Artes, Juanita Bagés, consideró que "aunque nos pongamos en situación de ubicarnos en Argentina, los referentes son comunes a todos los lugares del mundo". Añade que incluso "las conexiones humanas que se generan con los trabajos de este taller se plantearon a la hora de crear el grado de Diseño de la Facultad, para dar a los alumnos muchas herramientas para que puedan encontrar su camino, para poder construir ese yo en el diseño, justo lo que hace El fantasma de Heredia".

 

El caos, Umberto Eco y la mirada

De acuerdo con Mateu, el estudio El fantasma de Heredia se decidió crear con un formato distinto a los estudios de diseño gráfico tradicional. "Allí se mezcla todo, se deforma todo, se trabaja sobre los errores, y desde la casa-estudio se decidió ya desde el inicio, siendo docentes de diseño, verificar qué pasaba con el diseño gráfico una vez terminados los estudios", asevera. Todo lo que veían y enseñaban al respecto, en aquellos años en crisis, devino en un grupo de estudio que se hizo fuera de la universidad. En un principio eran unas 14 o 15 personas que se fueron acomodando como un grupo crítico de la situación que vivían en la Facultad, con un deseo de encontrar una alternativa a un formato que no les gustaba.

 

Aquello les alejaba y les traía a la discusión política, y también a las esencias gráficas de "cómo debería ser si fuese distinto". Lo que se plantearon en aquel entonces todavía sigue vigente, porque no hay estudios de corte masivo de gráfica social o cultural, ya que "el mercado lo adapta todo al marketing, mientras que en El Fantasma de Heredia siempre se ha buscado el riesgo y no la comodidad de tener recetas ya probadas para hacer el trabajo".

 

Poco a poco se fue acotando el grupo, en un pequeño estudio, hasta que quedaron los dos miembros que han acudido a la Facultad y que basan sus trabajos en proyectos de gráfica social y cultural. No fue causal que el estudio naciera en la Facultad de Arquitectura y Diseño de Buenos Aires, un centro gratuito para todo el que quiera estudiar, sin notas de corte y sin nacionalidad, que "es muy caótico, pero gracias a ese caos se formó el estudio", asegura Anabella Salem.

 

Entre sus referentes está Umberto Eco, que les mostró, sobre todo en sus libros de semiótica, que "todo comunica". A lo que han añadido la importancia de la mirada, porque es lo que "te permite pensar distinto, así que cualquier actitud que uno tome en la que se mira de otra forma, hace que esa cabeza cambie y eso es clave para un diseñador, para poder tener más recursos".

 

Con la mirada en lo social

Los diseñadores muestran uno de sus primeros trabajos, un afiche de 1996, con la palabra CherNObyl, realizado para Greenpeace Argentina cuando se cumplieron diez años de aquella tragedia sobre "la que no había prácticamente información, porque no había ni ordenadores y todo se hacía de manera analógica". A ese le siguieron muchos más, como el logo para la Fundación Memoria del Holocausto, que le permitió ir a Polonia, a contactar con los diseñadores de aquel país, lo que les conectó de manera física con lo que habían estudiado. Reconocen los diseñadores que "es importante encontrar los lugares de interés propio, porque cada trabajo te da un contexto, y gente vinculada a ese trabajo que te permite crecer como persona y como diseñador".

 

Lo que ellos tenían claro es que no querían utilizar las formas tradicionales, pero "una parte fundamental de estudiarlas generó el convencimiento de que manejar la tipografía como se había enseñado no estaba mal, aunque le faltaba la cercanía buscada y no les hacía lo suficientemente sensibles". Comenzaron por eso a utilizar mucha tipografía a mano, como "un modo de contacto con un sentimiento más sensible, más cercano". Además esa tipografía "creaba una cuestión plástica y una obligación de componer quizás más compleja y más difícil de trabajar que con las tipografías de fuente".

 

Al utilizar esa técnica apareció el tema de si la gráfica debía ser tomada desde el estudio de los signos y la morfología de la imagen, o si el texto tenía que tener un plano de participación tan activa como la imagen. Decidieron tomar un camino, "que luego fue mutando, con una enorme fuerza en los textos, que son básicos y claves".

 

Ello les llevó a utilizar textos de Eduardo Galeano o el idioma propio de aborígenes para plantear la defensa de los bosques y de las colectividades humanas relacionadas. Tras muchos más trabajos para Greenpeace, para homenajea a Bertolt Brecht o a autores polacos, en el año 2000 lograron trabajar para la ciudad de Buenos Aires, para el Primer festival de Danza Contemporánea, transmitiendo así de manera masiva su trabajo, pero sin olvidar, eso sí, trabajar con pequeñas compañías para microespacios teatrales".

 

Desde entonces se han ido moviendo "entre lo grande y lo chico", pero sin perder nunca la perspectiva de lo que realmente quieren contar y cómo quieren hacerlo. Enfrentándose incluso a la idea establecida de presentar al cliente varias opciones para que este elija el trabajo que más le encaje. Opinan los diseñadores que frente a ese dejar la decisión a los demás "lo ideal es que uno tenga la capacidad de evaluarse a sí mismo, hay que hacerse muy fuerte para poder defender sus ideas y para explicar por qué una de las piezas tiene más valor que otra".

 

Creen los miembros de El Fantasma de Heredia que la mayor parte de las cosas que han hecho no están controladas en lo que concierne a la calidad o la precisión, ya que "siempre se trabaja con el riesgo por el hecho de salirse de un cauce normal de diseño tradicional". Recomiendan, por tanto, que "las cosas estén siempre en el espacio de riesgo, donde nada intenta ser bello per se, sino que intenta comunicar una idea determinada". Su método de análisis de la obra consiste en, una vez que se reconoce esa idea, hacer una evaluación del tipo de calidad gráfica que uno ha desarrollado y ver si ha llegado el mensaje. Si se ha conseguido, el trabajo será bueno por mucho que se haya alejado de lo más tradicional.

Anabella Salem, Gabriel Mateu y Juanita Bagés durante la conferencia que impartieron los miembros del estudio de diseño El Fantasma de HerediaAsistente a la sesión de Encuentros Complutense observa algunos de los afiches de El Fantasma de Heredia
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