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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Martes, 3 de diciembre de 2024

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Un libro para acabar con los mitos que lastran al cannabis medicinal

La Facultad de Medicina ha acogido la presentación del libro "Usos medicinales del cannabis. ¿Qué sabemos de sus propiedades curativas?", coordinado por José Antonio Ramos Atance y Manuel Guzmán Pastor. En el acto, el rector Joaquín Goyache resaltó que parece mentira que todavía haya que hacer divulgación de la importancia de la regulación de un acceso seguro al uso medicinal del cannabis. Considera Goyache que "las autoridades políticas están de espalda a la sociedad y eso es malo, pero frente a eso lo bueno es que la Universidad Complutense tiene el ecosistema suficiente de unir a investigadores de altísimo nivel, de diferentes áreas para profundizar desde distintos aspectos, con sinergias que permiten avanzar en un tema tan importante como este, y además en el libro participan autores que no son de la UCM, lo que demuestra lo bien que colaboran las universidades españolas". Tanto Goyache como Ramos Atance y Javier Arias, decano de la Facultad de Medicina, insistieron en la importancia de la divulgación, "en un entorno que está lleno de información confusa". Por eso, el decano agradeció a los autores "romper el silencio sobre este tema con un libro multidisciplinar que argumenta desde un punto de vista académico y científico".

 

José Antonio Ramos Atance, catedrático emérito de la UCM y director del Instituto Universitario Complutense de Investigación en Neuroquímica, añade que se les ocurrió, ya que llevan muchos años investigando en los cannabinoides, "plasmar ese conocimiento, exportarlo y hacerlo público, ya que hay mucha información y falsas interpretaciones realizadas por gente no preparada al respecto".

 

De ahí que este sea un libro sobre el estado actual del conocimiento, pero esto no acaba aquí, sino que seguirán trabajando para mejorar la información y que llegue tanto a pacientes como a médicos, porque "algunos con buena voluntad tratan de aplicar cannabinoides pero no tienen conocimientos adecuados sobre el tema, así que hay que intentar organizar cursos, reuniones, difusión de información para llegar a los profesionales de la sanidad y que tengan un mayor conocimiento".

 

Manuel Guzmán Pastor, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Ciencias Biológicas, recuerda que el cannabis es una de las primeras plantas utilizadas por la humanidad para uso medicinal, hace unos 6.000 años, y que no fue hasta los años treinta del siglo XX cuando empezó a restringirse y en "los 60 se incluyó en la lista más restrictiva de las Naciones Unidas para su uso medicinal".

 

Esa década marcó también el principio de algo bueno, porque comenzó el estudio serio y moderno sobre la planta, se empezó a conocer su mecanismo molecular de acción, así que desde entonces esta es una historia marcada por un pulso entre dos fuerzas antagónicas, la que restringe los estudios y la que busca el conocimiento científico.

 

Conocimiento e incertidumbres

Guzmán reconoce que ahora se conocen muy bien los principios activos del THC (tetrahidrocannabinol), algo menos los del CBD (cannabidiol), pero ambos se implementan ya en medicinas para los terrenos de la neurología y la oncología. Pero sigue habiendo muchas cosas que no sabemos, de ahí que su parte del libro trate sobre todo lo que desconocemos y que sería deseable descubrir en los próximos años.

 

Asegura Guzmán que "desde el punto de vista biológico tenemos una visión muy antropocéntrica de la vida, pero no somos la única especie que vive en el planeta Tierra, somos una de las millones de especies animales y el sistema endocannabinoide no existe en nosotros, sino que está en todos los vertebrados y en algunos invertebrados". De hecho, este sistema ha permanecido en la Tierra en los últimos 600 millones de años, así que ha sido crucial para nuestra supervivencia, aunque parece que no es crucial para la vida, "es decir, que los animales que no lo tienen, viven peor, así que aunque no sea esencial sí parece que lo es para vivir bien".

 

Informa el catedrático que en enfermedades crónicas se ha visto que el sistema pasa a ser hipofuncional, con deficiencias en su funcionamiento, pero "todavía no se sabe si esa hipofunción es causa o consecuencia de la enfermedad, o un epifenómeno paralelo".

 

En términos farmacológicos una de las grandes desilusiones ha sido que a pesar de los esfuerzos para conseguir productos químicos mejores que los de la planta no se ha conseguido. Hoy en día hay que contentarse con los compuestos de la planta, que funcionan muy bien en algunos pacientes, aunque lo que sí se ha visto es que la única manera que hay de conseguir una recuperación rápida es utilizando cannabis herbal, así que "lo bueno de los programas de prescripción de cannabis medicinal es que tienen una vía de rescate sintomático rápido y eso ya debería ser suficiente para su regulación".

 

El lado jurídico

Precisamente sobre esa regulación trabaja Araceli Manjón-Cabeza, profesora titular de Derecho Penal, directora de la cátedra extraordinaria Drogas Siglo XXI y secretaria general de la UCM, quien cuenta que "la planta del cannabis estaba demonizada desde finales del siglo XIX por razones económicas y racistas y todavía existe una especie de estigma sobre sus verdaderos usos, consecuencias y efectos".

 

Cree, de todos modos, que las cosas están empezando a cambiar, y eso a pesar de que las Naciones Unidas tiene dos voces contradictorias, por un lado la de la OMS, que establece determinadas características del cannabis como terapia, y por otra la del organismo competente de drogas, que niegan los resultados de la OMS. Informa Manjón-Cabeza de que "ese contrasentido de la ONU no sólo se ha evidenciado en materia de cannabis medicinal, sino también en otras sustancias como la ergometrina y el fenobarbital, que según la OMS son medicamentos esenciales, pero en el sistema de fiscalización de drogas los dos están prohibidos".

 

La ventana de oportunidad que se ha abierto para el cannabis, según la profesora, obedece a cuatro motivos: que todo el sistema de Naciones Unidas está cuestionado porque muchos premios Nobel de varias áreas abogan por acabar con el sistema de prohibición de drogas, ya que no ha conseguido ningún efecto positivo; que cada vez más países legalizan el uso terapéutico del cannabis; que la OMS inició una revisión crítica sobre la utilidad y los efectos del cannabis medicinal, donde aseguró que el actual sistema de fiscalización no es correcto y que además sus efectos no son los descritos hasta ahora; y el último motivo es que el debate sobre las drogas se ha legalizado a partir de hace unos pocos años y "han aparecido nuevos actores, ya que la oportunidad de mercado son espectaculares, es un gran negocio y eso hace que algunos quieran entrar en ese debate".

 

Reglamentación o prohibición

En España, para poder reglamentar el cannabis medicinal haría falta un marco internacional que lo permita, lo que no es contrario a las recomendaciones de las Naciones Unidas. También hace falta un motivo, que de acuerdo con Manjón-Cabeza es el derecho a la salud y a la dignidad, porque "es contrario a la dignidad humana mantener a un individuo en el dolor cuando hay una sustancia que lo evite", y "lo que más falta es voluntad política, algo debido sobre todo a la inestabilidad política en la que vivimos, porque parece que jugamos al día de la marmota, con la disolución constante de las Cortes".

 

Para la directora de la cátedra Drogas Siglo XXI la prohibición es un sinsentido, porque  "si se aplica estrictamente tenemos que llegar a una conclusión absurda, que es que el alcohol es un alimento, el tabaco es un divertimento, los barbitúricos son una medicina y que el cannabis medicinal es una droga mala, así que hay que cuestionar esa idea". Sobre todo, teniendo en cuenta, como informa Manuel Guzmán, que "en 2017, el alcohol mató a 14.000 personas en España mientras que todas las drogas ilegales mataron a 450, la mayoría de ellos por consumo de opiáceos". En Estados Unidos, en ese año 64.000 muertos por opiáceos de prescripción comprados en el mercado negro, donde lo consiguen mucho más barato, y esa es una prueba más de que "necesitamos un marco regulador, porque este no funciona". Lo que ha ocurrido en Estados Unidos, de acuerdo con Manjón-Cabeza, es consecuencia de" un sistema político y de salud totalmente irracional, donde ha primado el interés económico de las farmacéuticas, que han mentido sobre los efectos secundarios de compuestos como la oxicodona".

 

En cuanto al uso del cannabis recreativo, ese sí es contrario a la convención de las Naciones Unidas, pero hay países que actúan contra esas convenciones. Para poder reglamentarlo en España habría que modificar el código penal con una ley orgánica y tendría que hacerse alegando al derecho a la libertad, no a la salud y la dignidad como en el caso del cannabis medicinal. Es decir, que "no hay obstáculos legales para regular el medicinal y lo suyo es regular el recreativo, porque ya está normalizado en la sociedad".

 

Opina Manjón-Cabeza que cada sustancia requiere un tipo de reglamentación, aunque lo ideal es que lo estuvieran todas porque "la prohibición, que se empezó a gestar a finales del siglo XIX, ha sido un fracaso total, ya cada vez hay más drogas, más baratas, más disponibles y más peligrosas". Además, las drogas de síntesis, frente a las naturales, no tienen límites, y cada vez que se fiscaliza una, en dos días se saca otra con una pequeña variación molecular, más peligrosa que la anterior.

 

Narcos o Estado

La pregunta, según Guzmán, es en manos de quién queremos dejar el mercado, en manos del narcotráfico o del Estado. Aclara además que hay muchas sustancias que tienen un uso recreativo y también terapéutico simultáneamente, como por ejemplo el cannabis, que puede quitar el estrés, dormir mejor, entablar mejores relaciones con su entorno, un estado de ánimo más elevado... Las fronteras son muy difusas porque hay sustancias que se utilizan como fármacos, como los opiáceos, que han matado a mucha más gente en la calle que otras drogas como el cannabis, y es que el concepto de qué es droga y fármaco depende de fronteras muy laxas que a veces son difíciles de establecer, sobre todo en el campo de la salud mental, "por ejemplo un orfidal, un lexatin, si se toma con receta o no, puede ser medicamento o droga".

 

Tiene claro Guzmán, que hay fórmulas de regular las sustancias que nos permitan un marco de utilización mejor por los usuarios y el Estado tiene capacidad de sintetizar estas sustancias y distribuirlas de manera mucho más reguladas. Añade Manjón-Cabeza que la distribución de la droga se puede hacer de tres maneras: regulando el Estado y cediendo el negocio a la empresa privada, manteniendo el Estado el monopolio, o dejando que lo controle el narco, que "nunca le va a pedir el DNI al chaval ni le va a decir la composición química de lo que le ha vendido".

 

En España vivimos además un contrasentido a esa falta de regulación y es que hay plantaciones de cannabis que se han vendido a una empresa canadiense, porque "la agencia del medicamento española está dando permiso y siendo sensibles a los intereses comerciales de otros países, pero los pacientes españoles tienen que seguir acudiendo al mercado negro para conseguir ese mismo producto".

 

La solución a este tipo de problemas pasa por un mayor conocimiento de la situación real y por romper los mitos sobre el cannabis. En eso la labor de divulgación es fundamental, con libros como el que se acaba de presentar, y Ramos Atance confía en el boca a boca, en las asociaciones de pacientes y en los medios de comunicación.

José Antonio Ramos Atance y Manuel Guzmán Pastor, coordinadores del libro Usos medicinales del cannabis. ¿Qué sabemos de sus propiedades curativas?José Antonio Ramos Atance, Javier Arias, Joaquín Goyache, Araceli Manjón-Cabeza y Manuel Guzmán durante la presentación del libroFederico Morán, director de la Fundación para el Conocimiento madri+d, saluda al rector Joaquín GoyacheMaría Teresa Miras Portugal, presidenta de la sección de Farmacología y Farmacoterapia, de la Real Academia Nacional de Farmacia, no quiso perderse la presentaciónAraceli Manjón-Cabeza y Miguel GuzmánAlgunos de los autores del libro: Javier Fernández Ruiz, Cristina Sánchez García, Miguel Guzmán, Araceli Manjón-Cabeza y José Antonio Ramos Atance
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