Del 10 al 14 de febrero, la Facultad de Bellas Artes ha acogido la I Semana de la Diversidad, coordinada por el vicedecanato de Estudiantes y con el subtítulo de "La verdad está en movimiento. Cinco días diversos". La vicedecana Sonia Cabello explica que esta Semana se ha celebrado en diversos espacios de la Facultad y para ella se han "diseñado actividades de distinta naturaleza, donde el encuentro, el descubrimiento, el acto de compartir y la creatividad son los ejes conductores". Entre esas actividades ha habido tanto presentaciones de libros como música en directo, proyecciones, creaciones de arte, encuentros con artistas, improvisaciones teatrales, talleres y conferencias. Aparte de todos esos actos, "cada jornada ha incluidos un momento 'AmorYyo', es decir, una experiencia sorpresa de color amarillo, color que, según palabras de Laura Gómez, una de las artistas invitadas, simboliza la pura y absoluta felicidad". Una de las actividades que más ilusión le hicieron a la propia vicedecana fue la conferencia del paleontólogo, y codirector de las excavaciones de Atapuerca, Ignacio Martínez, titulada "El primate enamorado". Sonia Cabello reconoció que el conferenciante "es una persona afín, que nos da energía y nos hace sentir felices". A ella además, Martínez, junto a la profesora Consuelo de la Cuadra, consiguieron darle un empujón para que hiciera su tesis doctoral con naturalidad. El paleontólogo recordó una frase de esa tesis en la que Cabello afirmaba: "Cuando un individuo armoniza sus actos con su poesía se puede decir que actúa con dignidad". En definitiva, un cruce de elogios que respondió perfectamente a la idiosincrasia de una semana que ha estado llena de amor y de belleza.
Ignacio Martínez empezó su charla hablando de un Charles Darwin joven, sólo tres años después del viaje en el Beagle, el barco que le llevó a dar la vuelta al mundo. "Allí se le llenaron los ojos de fósiles, de flores, de estrellas, de volcanes, de animales... y su visión del mundo cambió. Veinte años después publicó El origen de las especies, que marcó un antes y un después en la cultura humana".
Darwin no sólo nos recordó que "no somos superiores ni ajenos a la naturaleza, somos una criatura más, maravillosa, pero como las demás, y estamos entroncados y emparentados con millones de seres", sino que además explicó cómo aprende la vida a través de la evolución "con variantes producidas al azar que sometidas a la selección natural, hacen que los sujetos que sean un poco más aptos sobreviven más que los demás".
Descubrió Darwin, eso sí, que hay dos cosas que no se pueden explicar por selección natural: la belleza y el altruismo. Al primero de esos enigmas respondió en su libro La descendencia del hombre, en el que habló de la selección en relación al sexo, porque "se dio cuenta de que es fundamental la selección natural para la supervivencia, pero también lo es la reproducción, y ahí entra la selección sexual, que es la reproducción diferencial del más atractivo".
El otro gran enigma de la biología evolutiva era el problema del altruismo, que implica sacrificar mis intereses por los de otro, algo que no debería existir en la naturaleza. Explica Martínez que ahí "la solución tiene dos caras, una de ellas es la teoría de juegos, que dice que en determinadas circunstancias es mejor ayudar que competir; otra cara es la consanguineidad, y eso explica la cooperación entre animales emparentados, pero las personas colaboramos, nos sacrificamos por los demás, incluso por personas que no somos consanguíneos, y eso no lo explica la selección natural". Para aquello también encontró Darwin la respuesta, aunque esta vez "en la selección de grupo, que hace que nuestra supervivencia dependa de lo bien que nos vaya dentro del grupo y de lo bien que le vaya al grupo". Según el paleontólogo, "lo que decía Darwin es que el éxito de la evolución humana es que hacemos grupos imbatibles cuando compartimos valores y nos queremos mucho".
Amor fosilizado
Para el conferenciante, "la creatividad humana, la idea, la capacidad de inventar fue lo que nos salvó como especie, o más bien la que salvó a los primeros homíninos a partir de Homo habilis, cuando decidieron hacer herramientas". De acuerdo con él, un bifaz es una herramienta de futuro, porque permite imaginar futuros posibles, que es lo que hacemos constantemente los humanos, "eso es lo que hacen los estudiantes todos los días en Bellas Artes".
Algo más tarde que Homo habilis, los Homo erectus fueron los primeros homíninos que salieron de África, y uno de los sitios que visitaron fue la sierra de Atapuerca, y allí se han encontrado fósiles como el Cráneo número 5, uno de los más importantes de todo el registro fósil, con unos 500.000 años de antigüedad.
De todos modos, de los más de 7.000 huesos humanos encontrados en Atapuerca, Martínez destaca un cráneo de una niña de doce años, bautizada como Benjamina, con una patología que le fusionó dos huesos del cráneo. No se ha encontrado su cara, pero sí su base del cráneo, que demuestra que "era deforme patentemente, era muy diferente al resto de los niños y que además tenía un retraso psicomotor". En la naturaleza todos los animales desechan a las criaturas que no se van a reproducir y eso es la selección natural, pero esta niña vivió hasta los doce años, y "para sobrevivir Benjamina tuvo que ser cuidada de manera especial. Y es así porque somos una especie de cuidados, la única capaz de decir que nadie se queda atrás, capaces de querernos, capaces de leernos poemas... Y lo de cuidarnos y querernos ya pasaba hace medio millón de años como demuestra este cráneo, que se puede entender perfectamente como el amor fosilizado y que es una de las claves de la evolución humana".
Frente a la muerte y con estética
Además la Sima de los Huesos, uno de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, es también el primer enterramiento encontrado en la Historia de la humanidad, "algo que parece absurdo y que no hace ningún otro animal, que sí se angustia, hasta que se da cuenta de que se ha muerto su familiar o amigo y entonces lo abandona, porque ya no le queda otra. Sin embargo, las personas sí hicieron algo, que fue enterrarlos, algo sin sentido que seguimos haciendo, y la explicación más sencilla para explicarlo es que nos queremos tanto en vida que prolongamos el amor después de la muerte y nos seguimos relacionando con nuestros seres queridos". Como afirma Martínez, "con amor vencemos a la muerte, porque las personas queridas nunca mueren, no renunciamos a ellas".
Bastante más tarde, hace 40.000 años, dos humanidades diferentes se vieron las caras, los neandertales y los cromañones. Lo que realmente nos distinguía a nosotros de los neandertales no era tanto nuestro cuerpo (el suyo era más grande, al igual que su cerebro) o nuestra capacidad de hablar (porque parece que los neandertales también lo hacían), sino que es simplemente que "no podemos vivir sin la belleza, más importante muchas veces que la comida, no podemos soportar no estar lo más guapos posible, tampoco podemos vivir sin objetos bellos, incluso los que no se van a ver, como la ropa interior, y el que no entienda esa noción de belleza no puede entender la evolución humana".
Por eso y porque "la estética existe per se, no sólo para comunicar cosas", el conferenciante considera que "el momento cumbre de la humanidad son las grandes pinturas rupestres, porque lo que de verdad representan es uno de los mayores inventos de la humanidad, que es hacer transparente nuestra mente a los demás". De acuerdo con él, si somos capaces de transmitir una idea hermosa de manera hermosa, los demás se enamoran de esas ideas, y se podría decir que "en el mundo de la selección de las ideas funcionan las mismas fuerzas que en la biología, como la selección natural, que es la propagación diferencial de las ideas útiles, y en la selección sexual, que es la propagación de las ideas atractivas".
El futuro de nuestra especie no está escrito, pero lo que Martínez tiene claro es que "estamos aquí porque somos parte de una gran cadena de amor. Somos corredores de una carrera de relevos, hay que llevar el testigo hasta el otro, y si puedes, por el camino lo mejoras. Es una tarea que nos ha sido impuesta, pero nos han concedido un don que no nos puede quitar nadie, que es correr con dignidad, ser seres humanos, ser personas dignas".