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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Lunes, 30 de diciembre de 2024

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BIND, el proyecto que busca mejorar la calidad de vida de las personas con distrofia muscular de Duchenne

La distrofia muscular de Duchenne (DMD) es la más común de este tipo de enfermedades entre todas las que se diagnostican durante la infancia, ya que afecta a uno de cada 5.000 niños en todo el mundo. Se define como un desorden progresivo del músculo que causa la pérdida de su función, hasta que llega el momento en el que los afectados terminan perdiendo su independencia, y además tiene un componente cerebral, que hace que los pacientes presenten problemas a nivel cognitivo y neuropsiquiátrico. Para conocer mejor esta enfermedad rara e intentar mejorar la calida de vida de los pacientes, se ha creado el proyecto internacional BIND (Brain involvement in dystrophinopathies), financiado por el programa de investigación europeo Horizon2020 y en el que participan diecinueve equipos distribuidos entre Europa y Japón. El profesor Rubén Miranda y el investigador Luis Miguel García Moreno, ambos del Departamento de Psicobiología y Metodología en Ciencias del Comportamiento de la Complutense, son los responsables en España de dicho proyecto.

 

Rubén Miranda reconoce que este no es el primer esfuerzo que se hace en torno a la disfrofía muscular de Duchenne (DMD), pero sí el primero en el que se han coordinado un gran número de grupos que ya llevan años trabajando en esa enfermedad. Es "un proyecto muy ambicioso ya que trata de resolver cuestiones a distintos niveles, desde lo molecular hasta el nivel de paciente, analizando en esa última parte lo que son las alteraciones neuropsicológicas que están presentes en esa enfermedad".

 

La DMD es una enfermedad neuromuscular de origen genético, "provocada por la mutación de un gen que codifica a la proteína denominada distrofina, que es esencial para la función y la estructura del músculo" En ausencia de esa proteína el músculo se ve dañado y eso acarrea muchos problemas crecientes de forma progresiva, tanto a nivel de movilidad, que se expresan ya muy tempranamente en la infancia, como a nivel cardiaco y pulmonar que llevan a una muerte prematura en los pacientes.

 

Se ha descubierto además que "esa proteína no sólo está presente en el músculo, sino también en el cerebro, y se da la circunstancia de que estos pacientes llegan a presentar problemas a nivel cognitivo y neuropsiquiátrico en un marco complejo porque hay una heterogeneidad importante en los perfiles de los distintos pacientes". Eso se debe, en gran medida, a que el gen también es complejo y da lugar a distintas formas de esa proteína, y se sabe que en función de dónde esté la mutación en concreto se tendrá un perfil u otro. Miranda explica que "se conoce bastante sobre la enfermedad, pero no todo, y de ahí surge BIND, con el interés de afianzar y extender el conocimiento de cuáles son las proteínas que salen de ese gen, qué funciones tienen, qué partes están expresando en el cerebro... Y luego ver cuáles serían los déficits cognitivos asociados a las distintas mutaciones, saber cuál es la integridad y la estructura de la función cerebral, y lo último sería estudiar en humanos si hay alteraciones o no y ver cuáles son las que se pueden encontrar a nivel cerebral".

 

Valoración neuropsicológica

La parte en la que está más implicada la UCM, dentro de BIND, es la de valoración neuropsicológica, del ámbito clínico, donde "ya se tiene información, pero todavía queda mucho por hacer, y sobre todo lo que hace falta es incrementar el tamaño muestral". Una de las dificultades que hay para obtener conclusiones a partir de los estudios que se están haciendo en todo el mundo es que el conjunto de pacientes al que se puede llegar es muy limitado, ya que esta es una enfermedad rara. "Gracias a este consorcio se va a poder acaparar la muestra de pacientes más grande que jamás se haya podido estudiar para llegar a conclusiones más robustas en ese interés por caracterizar cuáles son las alteraciones neuropsicológicas y dar cuenta de toda la heterogeneidad, que va desde alteraciones sutiles en aspectos de inteligencia o función verbal, de conducta emocional o social, hasta el rango de trastornos neuropsiquiátricos que llevan a la discapacidad intelectual, al trastorno de espectro autista, al obsesivo compulsivo, a los trastornos del estado de ánimo, ansiedad, depresión, déficit de atención con hiperactividad...", asegura Miranda.

 

Luis Miguel García Moreno informa de que en nuestro país, en el registro voluntario de pacientes, hay en torno a unas 300 personas, pero cree que a medida que se vaya publicitando el proyecto y vaya avanzando cada vez habrá más, porque "según estimaciones de la propia asociación que gestiona el registro, sólo están apuntados, con un cierto optimismo, un 60% de los casos existentes". Si las familias ven que esto forma parte de un proyecto internacional y que se les va a ayudar a mejorar la calidad de vida de su hijo sería muy raro que se negasen. En un estudio de estas características, de una enfermedad rara, hablar de 300 pacientes es muchísimo, ya que la mayoría se hacen con unos 20 o 25.

 

Con estos estudios lo que se quiere es identificar una medida que sea muy sensible para saber la progresión de cada paciente. Explica Miranda que "una de las dificultades que existen, desde la parte clínica, es que una evaluación extensiva supone muchas horas para el profesional que la realiza y también para el paciente, así que se quiere desarrollar algún instrumento que sea sensible y rápido para poder caracterizar y separar a los distintos pacientes en los diferentes ensayos clínicos y terapias, algunas de las cuales también se van a valorar dentro del proyecto".

 

Terapia completa

Los estudios de la parte muscular de la enfermedad han conseguido que la esperanza de vida de los pacientes se haya incrementado sensiblemente, ya que ahora el fallecimiento está en torno a los treinta años. Lo que se quiere conseguir con BIND es "que ese tiempo de vida no esté acompañado de déficits cognitivos importantes que sean un perjuicio para la calidad de vida de los pacientes, y para ello se quiere utilizar una terapia que sea más integral, de tal manera que se pueda no sólo mejorar el estado muscular, sino también el estado cerebral".

 

Otros países, como Francia e Italia, llevan ya bastante tiempo estudiando la enfermedad desde la perspectiva neuropsicológica, que es lo que se quiere hacer ahora en España. Para conseguirlo existe una relación estrecha y de colaboración con la Asociación de Padres de Duchenne y con el registro de pacientes, ya que "uno de los puntos importantes de la filosofía del BIND es que no se quede sólo en una ciencia básica, sino que sirva también para ayudar al paciente. Se ha llegado al compromiso de que todo el tema de las evaluaciones neuropsicológicas que se vayan a hacer y los resultados que se puedan producir se va a transmitir a las familias para que conozcan los problemas que puede haber y qué tipo de ayuda pueden buscar, que es algo que también es deficitario en el sistema español".

 

Muchos parámetros

Luis Miguel García Moreno, que codirige con Miranda el grupo de investigación Neuroeducación y Desarrollo, aclara que en el caso de esta enfermedad "hay una serie de dificultades a la hora de tipificar el genotipo de cada paciente y eso puede marcar las diferencias en cómo el desarrollo y la funcionalidad del cerebro se traslada a la vida diaria". Además, cuando se pasa de modelos animales y se trabaja con humanos entran en juego una serie de parámetros difíciles de controlar: entorno familiar, social, académico... En esta investigación intentarán reflejar, lo mejor posible, todo ese abanico de posibilidades, y ahí "un aspecto importante es el rendimiento neuropsicológico, es decir, cómo funciona el cerebro de esa persona a nivel sensorio-motor, a nivel emocional, a nivel cognitivo... para saber en qué nivel está y qué dificultades tiene, así que es evidente que va a suponer un apoyo importante para las familias porque a la hora de mejorar la calidad de vida, en los diferentes entornos, se partirá de una información que podrá indicar en qué dirección orientar la intervención en cada paciente en concreto".

 

La duración del proyecto será de cuatro años y el presupuesto supera los 6,6 millones de euros, de los que la UCM cuenta con unos 200.000 euros. Los investigadores reconocen que es lo que solicitaron, ya que el coste de su parte de trabajo es básicamente en personal, ya que las herramientas ya las tienen, porque" son fundamentalmente programas de ordenador, papel y lápiz". El equipo complutense explica que más que ayuda financiera lo que necesita es la infraestructura que permita recibir a los pacientes en condiciones adecuadas y tener un contacto fluido con las familias de toda España, así que con la financiación se contratará a personal a tiempo completo y dedicación exclusiva.

 

El motor de BIND ha sido Francesco Muntoni, investigador del University College de Londres, que es quien ha reunido a todos los equipos europeos que más han participado en la investigación en este campo. Por la propia naturaleza del programa Horizon, los países externos a la Unión Europea no son elegibles para entrar, así que en el caso de Japón ha entrado como un participante casi solidario, porque no recibe financiación. A Europa le interesa ese socio, porque está más ligado a las cuestiones de la terapia génica, y a Japón le interesa su participación por la cantidad de datos que puede recibir, así que "es una simbiosis de mutuo beneficio".

Rubén Miranda y Luis Miguel García Moreno, del Departamento de Psicobiología y Metodología en Ciencias del Comportamiento de la Complutense, son los responsables en España del proyecto BINDRubén Miranda, en la Facultad de EducaciónLuis Miguel García Moreno, codirige con Rubén Miranda el grupo de investigación Neuroeducación y Desarrollo
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