Sonia Zúñiga, investigadora sobre coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología-CSIC; Margarita del Val, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa-CSIC, y José Alcamí, coordinador del Grupo de Análisis Científico sobre Coronavirus del Instituto de Salud Carlos III, han coincidido en destacar el escaso conocimiento que tenemos todavía, tanto del coronavirus SARS-CoV2, como de la COVID-19, la enfermedad que provoca. Lo han hecho dentro del curso "La ciencia cuenta. Curso de divulgación científica", en una charla que han mantenido sobre su trabajo directo con el coronavirus y sobre el papel que han cumplido, y deben cumplir, la sociedad y las instituciones para su control.
Aunque ahora hay tres experimentos en Fase 3 para el desarrollo de vacunas y aunque hay miles de investigadores trabajando en posibles medicamentos, José Alcamí tiene claro que "conocemos relativamente poco del virus, estamos en un 3 sobre 10 del conocimiento, porque hay muchos genes que no entendemos todavía y preguntas sin respuesta como por qué afecta de manera tan grave a la población anciana y por qué hay tanta variedad clínica". Sonia Zúñiga, que lleva muchos años trabajando con coronavirus, recuerda que otras variedades también eran muy severas para la gente mayor, así que la gran pregunta puede ser "por qué en algunos individuos no hace absolutamente nada".
Margarita del Val, quien también le da un 3 al conocimiento que tenemos sobre el virus, a pesar de la prisa que se están dando los científicos en avanzar en ese estudio, cree que "como sociedad nos falta mucho, porque hay gente que vive en un pensamiento mágico de que no nos interesa, otros están cansados de tanta información y algunos más confunden conceptos como virus y anticuerpos".
La vacuna
Uno de los temas recurrentes, al hablar del coronavirus, es la posibilidad de desarrollar de manera rápida una vacuna, algo que va en contra de la creación histórica de este tipo de productos. Zúñiga considera que "necesitamos la vacuna, es fundamental, nos va a ayudar para controlar esta infección, igual que lo ha sido históricamente para controlar otras, pero hace falta tranquilidad, porque tardan mucho tiempo en desarrollarse y mucho más en llegar a la población, por mucha presión que haya". Del Val también reclama paciencia y opina que "para este otoño-invierno no habrá vacuna". Una de las razones fundamentales es que "es muy importante que las vacunas que se comercialicen sean transparentes en cuanto a su perfil de seguridad y eficacia, porque no se puede perder la confianza en ellas". A pesar de eso, y por no dejar un poso de pesimismo cree que "contra este virus sí van a poder sacar vacunas", aunque "ahora mismo la información está un poco contaminada por los intereses económicos y las ruedas de prensa, para que suban las acciones de las empresas que las quieren comercializar".
Alcamí, sin embargo, opina que habrá vacunas en breve, aunque "no habrá pruebas definitivas de su eficacia, sólo serán indicativas, y además no habrá para todos. Eso planteará un escenario muy distinto al que desea del Val, porque no hay que olvidar que es un medicamento que se le pone a una persona sana". Zúñiga cree, sin embargo, que "lo que llegue, cuando llegue, tendrá que cumplir los requisitos de seguridad, así que la vacuna que se desarrolle, será segura".
Confiesa Alcamí que le sorprendió al principio que las vacunas que se están diseñando sean tan rápidas que puedan pasar directamente a humanos sin hacerlo antes por modelos animales, lo que ha permitido acortar mucho los tiempos. La duda, según el investigador, es "si la inmunogenicidad va a ser lo suficientemente potente, porque la vacuna china, por ejemplo, tiene resultados muy malos". Informa Alcamí de que está diseñada con adenovirus 5, que son virus del catarro, algo que "ya se intentó usar en VIH y se vio que la gente vacunada se infectaba más que la no vacunada". Frente a eso, una de las vacunas en las que está involucrado el CNB español está basada en ingeniería genética. Zúñiga, que participa en ese trabajo, cuenta que ya se ha hecho un virus y ahora hay que quitarle elementos, para testarlo en laboratorio, y luego se harán ensayos con animales y finalmente clínicos, por lo que "tardará mucho más, pero se espera que sea más completa que las que se están desarrollando en la actualidad".
Informa del Val de que algo bueno que sí están haciendo los grupos que están desarrollando vacunas en Fase 3 es prepararse para tener la capacidad de fabricar las dosis necesarias, algo que "probablemente será tirar el dinero en algunos casos, pero que será correcto si la vacuna funciona". Tiene claro, eso sí, que la seguridad a largo plazo de estas vacunas no se podrá saber, "aunque sí servirán para controlar brotes y que no se conviertan en una oleada, serán buenas a nivel de pandemia".
Alcamí critica en parte que la reacción ante la COVID-19 haya sido adrenalínica, con un deseo muy noble de querer hacer algo, pero "existe la necesidad de atemperar esos esfuerzos, porque muchos no van a llegar a nada". Según Alcamí, el país no da para 1.500 proyectos sobre el coronavirus, que son los que se han presentado al Carlos III, así como que "no tiene sentido que en el mundo haya 180 prototipos de vacunas, hay que apostar por filtrar y seleccionar aquellos proyectos que no sean tan pasionales".
Los datos
Alcamí cree que una de las pocas cosas positivas de esta pandemia ha sido colocar a los científicos en el centro. Quizás "una minoría han caído en los excesos de salir en los medios, respondiendo a lo que sea aunque no tenga ni idea, y en algún momento tampoco hemos sido lo suficientemente críticos, quizás porque no teníamos todos los datos, como ocurrió con el tema de las mascarillas al principio, pero había que plantear la duda, la incertidumbre".
Margarita del Val aprovecha la ocasión para quejarse de que "el Instituto de Salud Carlos III sólo da datos agregados y no hay manera de encontrar nada, cuando sí sabemos lo que ocurre, por ejemplo, en México, pero aquí en España es imposible saberlo, porque no se han comunicado esos datos". José Antonio Plaza, coordinador de Contenidos Digitales del Instituto de Salud Carlos III, y moderador de la mesa redonda, cree que se van a compartir los datos de seroprevalencia, pero no sabe cuándo ni si se están retrasando por algún motivo. Alcamí también se defiende, distinguiendo los datos de seroprevalencia con los de los infectados, asegurando que "los primeros no están desagregados y quizás no se han publicado porque los quieren explotar los que los han obtenido primero". Opina además que en el Carlos III no tienen esos datos, debido "al sistema de salud pública español, por su parcelación en 17 comunidades autónomas, y quizás países con otra estructura sí tienen esos datos". Del Val apunta que sí hay más datos, porque "sí se saben colectivamente cuántos tienen hipertensión y obesidad, pero no se sabe desagregado, y eso es algo muy importante, porque las mujeres, por ejemplo, tienen más posibilidades si padecen hipotiroidismo. Sin esos datos no se sabe cómo nos vamos a enfrentar a la siguiente oleada".
Del Val no desea que tengamos que pasar otra vez por lo mismo, pero "en estos momentos hay transmisión comunitaria por todo el país, se diagnostica a mucha más gente, pero no a todos, porque los brotes salen de todas partes". Por tanto, "es muy importante que se teste a muchas más personas, hay que estar más alerta, por ejemplo con las familias que se juntan y se contagian, y esos brotes vienen de algún lado no controlado". Concluye de manera categórica y coloquial: "Ahora habrá unos brotes, pero en otoño se va a liar parda. No tenemos que engañarnos".