Según datos de un informe de Unicef realizado el pasado año, 125 millones de mujeres y niñas tienen sus genitales mutilados. Cada año entre dos y tres millones de niñas, en su mayoría entre 4 y 10 años, son mutiladas. Más de 3.000 de ellas mueren por las consecuencias directas o indirectas de esta atroz práctica.
El pasado 18 de febrero, la Facultad de Medicina acogió la I Jornada sobre infancia y derechos humanos frente a la mutilación genital femenina (MGF), organizada por la Unidad de Igualdad de UCM y la ONG Médicos del Mundo. "El objetivo de esta jornada -señaló la vicerrectora de Extensión Universitaria, Margarita San Andrés, presente en el acto inaugural- es resaltar lo importante que es sensibilizar a la sociedad en este tema. A todos los que estáis aquí -continuó la vicerrectora- os pedimos que divulguéis lo que vais a escuchar".
La mutilación genital femenina es, como resaltó la secretaria general de Médicos del Mundo, Pilar García, una "manifestación clara de violencia de género", pero con una gran peculiaridad: "Quienes la infringen, normalmente madres o abuelas, creen que lo que hacen es bueno para sus hijas o nietas". Y es que, como subrayó la directora de la Unidad de Igualdad de la UCM, Isabel Tajahuerce, "es necesario reflexionar sobre el concepto cultura y costumbres, y ver de dónde proviene el sometimiento de las mujeres en todas las culturas. El dolor no puede ser invisible, ni podemos -continuó Isabel Tajahuerce- pensar que son cosas que nos quedan lejos, porque este dolor, este sometimiento de las mujeres, está también en lo más próximo y se manifiesta de múltiples formas. El sometimiento y el dolor de las mujeres en el mundo entero es algo que tiene que trascender. No se puede admitir que exista y ya está. No se puede consentir que las mujeres pierdan su derecho a la libertad", concluyó la directora de la Unidad de Igualdad de la UCM.
Desde hace unos años, como subrayó Pilar García, la secretaria general de Médicos del Mundo, la aversión de la sociedad occidental a la mutilación genital femenina ha ido creciendo, sobre todo fruto de la inmigración que ha llegado a Europa desde el África Subsahariana y Oriente Medio, que es donde en mayor medida se realizan estas prácticas. Por ello, según continuó explicando Pilar García, ONG como la suya, Médicos del Mundo, han puesto en marcha acciones específicas para sensibilizar y prevenir contra esta atrocidad, sobre todo desde la educación, el trabajo social y la medicina.
Teresa García de Herreros, médica de familia, trabaja en uno de los grupos de Médicos del Mundo dedicados a la prevención de la mutilación genital femenina en nuestro país. Como explicó en su intervención en el acto celebrado en Medicina, desde un punto de vista estrictamente médico, la MGF es una práctica de gran gravedad. Entre otras consecuencias, a corto plazo, provoca hemorragias, shocks, infecciones, retenciones de orina, cuadros graves de ansiedad... A medio y largo plazo ocasiona dificultades para mantener relaciones sexuales, anorgasmia, complicaciones en el parto, obstrucciones del flujo menstrual, fístulas, sida, hepatitis...
Según explicó la doctora García de Herreros, la Organización Mundial de la Salud establece cuatro tipos de mutilaciones genitales femeninas, que van desde la "simple" escisión del prepucio del clitoris, hasta cortes en los labios vaginales, raspados, cauterizaciones e incluso estrechamientos del orificio vaginal que pueden llegar a consistir en un "cosido" completo. "No obstante -señaló la doctora- en la práctica es complicado clasificar el tipo de mutilación sufrida, ya que en muchas ocasiones son realizadas por personas mayores que cortan lo que pillan por medio".
De acuerdo con el informe de Unicef del pasado año, parece que la práctica poco a poco está descendiendo, aunque en algunas etnias e incluso países sigue teniendo un seguimiento casi absoluto, como en Somalia, Egipto y Mali, donde supera o raya el 90 por ciento. El informe también señala que en algunos de estos lugares, como Egipto, está aumentando el número de mutilaciones que son realizadas por médicos en entornos hospitalarios. Para la doctora García de Herreros, aunque aumente la seguridad del paciente, no es admisible la colaboración de los médicos en esta práctica, porque de alguna manera viene a justificarla. "Muchos pueden pensar que si lo hace un médico no será malo", concluyó.