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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Soledad Puértolas. "Escribir es una continua aventura en la que tienes esa sensación de partir siempre de cero"

 

Nació en Zaragoza, pero en la adolescencia se trasladó a Madrid, donde estudió Periodismo y Ciencias Políticas. Tras su boda y unos años en Noruega y Estados Unidos volvió a Madrid donde comenzó a despuntar como escritora tras el Premio Sésamo por la novela El Bandido doblemente armado. Desde entonces ha escrito de todo, con excepción de teatro, y le han llegado otros importantes galardones como el Planeta (Queda la noche, 1989) y el Anagrama de Ensayo (La vida oculta, 1993). Este año 2010 ha sido nombrada académica de la Lengua para ocupar el sillón g que antes perteneció al científico e ingeniero industrial Antonio Colino.

 

En diciembre de 2010 leyó su discurso de investidura como académica en la RAE. Un texto en el que aseguraba sentirse realmente orgullosa de formar parte de la Academia. Así que la primera pregunta sale sola.

- ¿De verdad le hace ilusión ser de la RAE?

- Sí, sí, en eso soy como Ana María Matute, que dice que le hace ilusión. Y es que realmente sí que ilusiona que te hagan un regalo, que te den un premio. Negar eso sería negarnos parte de lo que somos, negar estas alegrías de la vida que no has buscado específicamente pero que realmente emocionan. En realidad tampoco sabes muy bien qué significa la Academia y ahora es cuando me estoy enterando. En principio lo que una conoce es que es un sitio en el que se discute sobre la lengua y eso es atractivo para un escritor.

- Algunos escritores que hemos entrevistado nos han comentado que en la RAE se trabaja bastante.

- Pero es un trabajo interesante, porque hablar y discutir sobre las palabras me parece estupendo, en lugar de otras discusiones que tenemos habitualmente y de las que ya estamos cansados. Incluso diría que hablar de las palabras me parece casi como un relax. Todavía no he asistido a ninguna reunión de trabajo, pero sí a una junta general en la que se habló de ortografía y los presupuestos y me pareció muy curioso el protocolo y todo lo demás. Me lo pasé muy bien observando cómo funcionaba todo.

- Veo que disfruta observando y aprendiendo. En su discurso de investidura se consideró a si misma como una aprendiz de la expresión escrita. ¿Es eso posible tras una larga carrera literaria?

- Escribir es muy difícil. Dar con la expresión adecuada es muy complicado, sobre todo si eres novelista y estás explorando a la vez en el lenguaje y en la historia. Así que ¿cómo no voy a ser una aprendiz? Es un terreno nuevo cada vez y si yo lo supiera todo no escribiría. Escribir es una continua aventura y eso es lo que me gusta a mí, porque tienes esa sensación, de alguna manera, de estar partiendo siempre de cero. Creo que ocurre lo mismo en cualquier arte, que le pasará igual a todo el que se plantea algo que no es estrictamente necesario, porque lo no necesario es libre completamente, es un terreno que estamos inventando todo el rato. Así que, por supuesto que soy aprendiz.

- ¿En ese inventar continuo su cerebro está en ebullición constante?

- Hombre, todo el rato no, porque sería agotador, pero sí es verdad que las personas que nos dedicamos a escribir, en cierta manera tenemos una doble vida. Tenemos una parte que nunca acaba de desconectar del todo con los personajes o el proyecto que tengamos en la cabeza. A veces se duermen los personajes, se aparcan los proyectos y tienes otras preocupaciones, pero es verdad que hay ese poso que te hace sentir una extraña sensación de estar habitado.

- ¿Qué método de trabajo tiene para plasmar todo eso en un texto? ¿Se planifica jornadas de ocho horas diarias como otros autores?

- ¡Qué barbaridad ocho horas! No podría estar escribiendo tanto, aunque sí que escribo todos los días unas tres o cuatro horas por las mañanas. Por las tardes ya tengo la cabeza más llena de otras cosas porque la vida invade y para mí es esencial la frescura de la cabeza y eso es algo que consigo por las mañanas en las que logro estar un tanto alejada del mundo. Hay que mantener un poco el aislamiento.

- ¿De ese aislamiento surgen los silencios que caracterizan su obra y que han dado lugar incluso a una tesis doctoral?

- Los especialistas dicen esas cosas del silencio y a mí me parece muy bonito. De hecho la tesis que comentas está muy bien y es muy interesante y yo creo que es muy acertada, pero no tengo intencionalidad de incluir esos silencios en mi obra. Pienso que, en general, el creador da lo que puede dar, y mi manera de estar en la vida es la de buscar los huecos para que no haya mucho ruido. Tengo una cierta capacidad de ver lo que piensa la gente, lo que siente, y quizás, sin darme cuenta, eso lo rodeo de silencio, porque quiero acceder a lo que son las personas. Necesito crear unos espacios que los preserven, pero de todos modos no lo hago de forma premeditada.

- Lo que supongo que sí hará de forma premeditada será esa especial atención que presta a los personajes secundarios en su obra.

- Cuando acometo una narración hay una serie de personajes que se han quedado un poco de lado, pero luego mi interés se centra en ellos como si los quisiera rescatar, y de esa manera he escrito varios libros, enlazando una historia con otra. El más claro es Historia de un abrigo, pero tampoco fue premeditado. Me di cuenta a la mitad del libro de que estaba escribiendo una historia de historias. Incluso en mi último libro, Compañeras de viaje, los personajes secundarios se convierten en protagonistas y simplemente porque lo decide el narrador, que soy yo. Me interesa mucho la gente anónima, la gente normal, aunque no creo que haya nada normal en la vida y todo me parece rarísimo y extraordinario. Lo supuestamente normal no lo doy por normal y creo que hay un misterio en todo y mi mirada sigue siendo la de rescatar eso, a los secundarios.

- Antes de publicar Compañeras de viaje había comentado que usted era muy mala viajera. ¿Cómo se le ocurrió hacer un libro así?

- A mí también me sorprendió ese libro porque me cuesta mucho despegarme de mi entorno, de mi rutina, de mis hitos en la vida. Me gusta mucho la aventura en la cotidianeidad, pero ya el salir y encontrarme sola en la ciudad no me gusta nada. Como persona soy asustadiza y me ha interesado crear personajes desplazados que se hacen reflexiones que no se harían en su vida.

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