Para leer, el libro Cordero, de Christopher Moore.
Para escuchar, el disco Bach Chanconne, de J.S. Bach.
Para visitar una exposición, la de Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes, en Caixaforum.
Cordero
por Andrés Torrejón
Que vaya por adelantado que pocas personas habrá por ahí que sean menos cristianas, apostólicas y romanas (bueno, romano un poco), que yo. Y a pesar de eso, recomiendo este libro en el que Colleja, el mejor amigo de la infancia de Joshua (alias Jesucristo), cuenta los primeros treinta años de vida del personaje bíblico. El autor de este ingenioso y divertido Cordero, no es otro que Christopher Moore, el escritor americano que ha hecho las delicias de los lectores (o de algunos como yo, al menos) año tras año. Es cierto que antes de esta historia (para la que él asegura que se ha documentado bastante) a Moore le hemos conocido por sus novelas ambientadas en San Francisco con personajes totalmente delirantes y con un buen número de vampiros y zombis. Ahora, sin embargo, nos traslada al Oriente Próximo de hace unos dos mil años y escribe una novela de aprendizaje en la que un judío se olvida de sus estrictas normas gracias a un viaje iniciático por las religiones taoístas, budistas e incluso el yoga. Y lo mejor de todo, es que Moore es capaz de contar esa historia con mucha gracia. De hecho, este es su libro más divertido.
Bach Chaconne
por Javier Gómez López
BACH Chaconne recoge la sexta grabación que en la historia de la discografía se ha hecho de la transcripción para guitarra de la soberbia composición de J. S. Bach. Este es el primer disco en solitario de David González, un guitarrista tan serio y riguroso como desconocido en los circuitos comerciales. Profesor Superior de Guitarra por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, tiene a sus espaldas una extensa carrera de la que son buena muestra sus grabaciones con Montserrat Caballé: Música medieval y del Renacimiento español para voz y vihuela y La canción romántica española, galardonado con el Grammy Latino 2007 al mejor disco de música clásica, junto al también guitarrista Jorge Miguel González. Partiendo de la sinceridad que sólo el trabajo honesto puede proporcionar, David González nos sumerge en un viaje por la adusta Corte de Carlos V con la "Canción del Emperador", "Conde Claros", "Guárdame las vacas" de Luis de Narváez y la "Fantasía IX" de Luis de Milán; los refinados salones parisinos de comienzos del siglo XIX con el "Estudio 20" de Napoléon Coste; la maravillosa falsificación "Preludio" del mexicano Manuel Ponce; el recogimiento del interior y el bullicio del mercado alrededor de "La Catedral" de Agustín Barrios, y el alegre sonido de un carillón en una ciudad del litoral brasileño, a través del choro "Sons de carrilhoẽs" de João Teixeira Guimarães. Pero, como inusual colofón, el disco concluye con la obra que le da nombre: en la "Chacona" de la "Partita para violín en Re menor. BWV 1004" de J. S. Bach, David González nos sumerge en el desconsuelo y la compasión por el gran compositor que, con esta obra, lloraba la muerte de su mujer.
Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes
por Francisca B. de Salsamendi
La Fundación Caixaforum dedica una gran exposición y propone una nueva lectura en la relación entre la Residencia de Estudiantes, Dalí y Lorca, mostrando que ésta constituye un momento decisivo de la cultura española del siglo XX. De dispares lugares geográficos, confluyen en Madrid y constituyen una fraternidad artística. Ambos se conocen en la Residencia, pero a través del placentero recorrido de la exposición, del deleite de la correspondencia mantenida entre ambos, descubrimos el alcance de su relación humana y creativa, de sus implicaciones emocionales, las cuales se extienden mucho más allá, especialmente desde el punto de vista de la renovación literaria y las artes. Prima a lo largo del recorrido, cierto es, la búsqueda de ambos, de un ideal de belleza artística, una voz artística propia, abanderada por un valiente Dalí, aparentemente. Sin embargo, las cartas - base literaria documental- nos desvelan rasgos de la auténtica personalidad de Dalí: extremadamente sensible, emotivo, e incluso tímido, lo cual oculta consciente de su vulnerabilidad, construyendo de su propia personalidad un artefacto más del arte de vanguardia, utilizando para ello su vehemencia, soberbia y sentido extremado del humor, dotándolo, dotándose, de un deseo de modernidad y dimensión personal y colectiva. Exposición imprescindible que muestra, a través de la afinidad de espíritus de ambos, la importancia de la Residencia de Estudiantes en la amplitud del diálogo cultural que permitió el encuentro y formación de algunos de los personajes esenciales de la vanguardia española, hecha con admiración y amor. Disfrútenla.