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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 18 de diciembre de 2024

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Entrevista a Mario Bunge: "Sin duda la abstención política abre la puerta a la dictadura"

Desde el día 26 al 30 de abril, Mario Bunge estará en Madrid para presentar su libro Filosofía política, un compendio de todo su pensamiento. El día 30, a las 12 horas, estará en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense y antes de eso hemos querido hacerle algunas preguntas sobre varios de los temas que desarrolla en ese libro.

En 1982 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Su obra filosófica está totalmente apegada a la realidad y es muy crítica con la mayor parte de las políticas internacionales actuales.
- Considera usted que las tres principales cuestiones sociales de nuestro tiempo son la cooperación internacional, la sostenibilidad ambiental y la justicia social. ¿Existe algún país del mundo en el que se preocupen realmente por esas tres cuestiones?
- Agregaría tres cuestiones sociales centrales más: desigualdad creciente de ingresos, desaparición de puestos de trabajo, sobre todo los de dedicación exclusiva, e indiferencia política, o marginalidad, creciente. Creo que las naciones escandinavas son las que menos sufren esas lacras sociales. Por ejemplo, en Dinamarca el índice de Gini es 0.22. [El índice de Gini mide hasta qué punto la distribución entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa. Un índice de Gini de 0 representa una equidad perfecta, mientras que un índice de 1 representa una inequidad absoluta.]


- Insiste mucho en su libro Filosofía política en la moralidad y la inmoralidad de algunos comportamientos políticos. De acuerdo con sus ideas, ¿diría usted que la mayoría de los gobiernos actuales son inmorales?
- En efecto, la mayoría de los gobiernos son inmorales, porque responden a intereses privados o a ideologías agresivas.


- En ese libro afirma también que en política la estupidez es tan común como la racionalidad y pone varios ejemplos. ¿Se le ocurre alguno reciente?
- El ejemplo más reciente de estupidez política es el ataque a Rusia por haber convocado un plebiscito en Crimea, como si la consulta popular fuese antidemocrática y olvidando que la guerra de Crimea fue una guerra contra Rusia que nació en el siglo X en Kiev, la capital de Ucrania, que es una provincia a la que Krushov le regaló la independencia para conseguir un voto más en las Naciones Unidas. Mientras tanto, hay problemas realmente graves, como la crisis económica y los desastres ambientales, que se descuidan. ¿Por qué el Presidente Obama fue a visitar al dictador saudí, y no a los presos en prisiones saudís y de los Emiratos, después de su reunión en Holanda? Y si le caen tan mal los plebiscitos, ¿por qué no propone a la OTAN que bombardee Suiza, cuyo gobierno somete a referéndum todos los proyectos de leyes federales y cantonales?


- A pesar de que ese trasfondo pesimista en los comportamientos generales de políticos y de ciudadanos, afirma que el hombre no es egoísta por naturaleza. ¿Lo cree realmente así?
- En efecto, no somos egoístas ni altruistas, malos ni buenos por naturaleza, pero una sociedad justa y prospera educa a ciudadanos justos, y una injusta fabrica injustos.


- Asegura que lo que diferencia a los humanos del resto de animales es que nosotros tenemos derechos porque tenemos deberes asociados. Sin embargo, hay cientos de millones de humanos sin deberes, como bebés y ancianos con enfermedades degenerativas, pero con derechos por el hecho de ser humanos. ¿Ese no es un caso claro de especismo?
- La nuestra no es una especie más, sino la más avanzada de todas, de modo que a mí eso del especismo me parece pueril. Pero, precisamente por ser los más avanzados, también tenemos el deber de proteger a los débiles y de ayudarnos unos a otros. Los animales no tienen derechos, pero nosotros tenemos el deber de tratarlos bien. También tenemos el deber de empezar por casa: de abolir las diversas formas de esclavitud, servidumbre y opresión que quedan. Esto es más urgente, pero también más riesgoso, que declamar contra la tauromaquia. Y que conste que la tauromaquia me repugna.


- Hemos tenido en España algunos movimientos sociales como el 15-M que protestan contra algunas esas desigualdes que comenta. Usted considera que "sin una organización capaz de una acción concertada no hay cambios sociales significativos". ¿Qué quiere decir con eso?
- Lo que esa frase significa es que ha habido muchos movimientos de protesta, como el de los indignados, pero no han dejado huella porque no fueron seguidos de organizaciones, como partidos políticos y asociaciones de estudios sociales, que propusiesen medidas constructivas y factibles.


- Es decir, que es necesario que haya partidos y votarlos. Ahora hay elecciones en Europa para elegir a los representantes de las instituciones comunitarias y se pronostica una alta abstención. En su libro sugiere que la escasa participación política es un paso previo a la dictadura. ¿Puede eso volver a pasar en Europa?
- Sin duda la abstención política abre la puerta a la dictadura, y es así porque da ocasión a los fanáticos para ocupar el vacío que dejan los indiferentes. No hay democracia sin participación amplia y voluntaria.


- En Filosofía Política habla también de los nacionalismos, de los que afirma que hay 124 tipos posibles. En España tenemos varios, los más importantes son el catalán, el vasco y también el propiamente español. ¿Cómo los definiría?
- Los nacionalismos localistas solo tienen razón de ser histórica, porque son producto del resentimiento por opresiones pasadas. En una confederación de regiones o provincias autónomas y con la capacidad de cobrar impuestos provinciales, el regionalismo se debilita y desaparece, como está ocurriendo en Canadá. Afortunadamente, ninguno de los nacionalismos españoles es agresivo, todos ellos son defensivos. Pero la mejor defensa es el trabajo para mejorar la condición de vida de la región que uno habita, y eso exige cooperación fraterna, no conflicto. División del trabajo entre regiones, sí; división de pueblos hermanos, no, sobre todo cuando no se es parte del Imperio.

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