Crónica de una muerte anunciada
por Pedro Martín Delgado
Si uno lee los periódicos puede pensar de García Márquez que estaba todo el día hablando con los políticos y periodistas (del PP, del PSOE, de Cuba, de cualquier parte) y de juerga con sus amigos. Aparte de eso, el colombiano era también escritor y dejó unas cuantas obras buenas. Y aunque es cierto que hacía unos 25 años que no escribía nada decente (desde El general en su laberinto, de 1989), antes de eso sí que redactó unas cuantas obras maestras. De todas ellas me quedo con Crónica de una muerte anunciada, un libro en el que ya desde el título se sabe cómo va a terminar, pero que a pesar de eso consigue mantener la atención del lector en todas y cada una de sus páginas. Esta obra cuenta además con la cualidad de la brevedad justa entre los cuentos menores del autor y sus largas novelas que le encumbraron a la fama. Un libro ideal para acercarse a García Márquez.
El Robinsón urbano
por Andrés Torrejón
A principios de los años 80, antes de que apareciese ninguna de sus novelas, Antonio Muñoz Molina recopiló en El Robinsón urbano algunos de los artículos que había publicado en la prensa granadina. En ellos ya hay algo de la enorme calidad literaria del escritor, pero sobre todo hay una ilusión enorme por escribir bien, por honrar a todos sus maestros literarios y por crear un estilo. Bucear ahora en los bellos textos de este libro te permite conocer mejor de dónde ha salido el autor de obras tan redondas como El viento de la Luna o La noche de los tiempos. En El Robinsón urbano Muñoz Molina nos lleva de paseo por calles de Granada, tanto de noche (de bar en bar o tras la sombra de algún extraño), como de día, disfrutando de la compañía de personajes imaginarios pero también de locos, mendigos y extraños que pueblan una ciudad que no hace falta haber visitado para conocer en detalle gracias a este libro.
Museo Arqueológico Nacional
por Francisco Javier Ruiz
Después de años cerrado para su reforma temía ir al Museo Arqueológico Nacional, sobre todo después de que el presidente Rajoy dijera que refleja la "memoria común" de España, que es un pueblo "unido". Con ese discurso temía yo que el nuevo MAN fuese una continuación de aquel en el que las cartelas hablaban de la valentía del pueblo español frente a los romanos y otras barbaridades por el estilo. Por suerte, Rajoy no se ha enterado de nada y el museo es ahora un lugar bello y modernizado en el que se muestra la enorme diversidad cultural de los muchos pueblos que han habitado en la Península Ibérica. Por supuesto, el museo deja claro que la memoria común es sólo un invento, igual que lo del pueblo unido, porque muchas de las veces las poblaciones peninsulares no sólo vivían de espaldas unas de otras, sino que sólo se ponían de frente para darse estopa.