En el año 2004 Narcisa Martínez, profesora del Departamento de Microbiología I de la Facultad de Medicina, creó un pequeño grupo de investigación para trabajar en escherichia coli enterepatógena (EPEC). Explica la doctora que EPEC es una bacteria patógena que se pega a las células del intestino y origina en ellas una estructura llamada pedestal, que es rica en la proteína actina, lo que favorece que la bacteria se quede pegada en la parte exterior de la célula, con lo que evita ser expulsada del intestino. EPEC produce diarreas, que en países en vías de desarrollo son una de las principales causas de muerte de niños menores de 5 años. También suele ser la causa más frecuente de la conocida como diarrea del viajero y en el mundo desarrollado es uno de los principales motivos de absentismo laboral.
De acuerdo con Martínez, esta enfermedad no se puede tratar con antibióticos, porque destruyen la microbiota natural, y además hay bacterias que son o que se vuelven resistentes a esos antibióticos. De ahí que en su grupo de investigación, con la ayuda de profesoras como Carmina Rodríguez, y de investigadoras como Reda Mohamed Salem, buscaran nuevos tratamientos, nuevos compuestos activos contra la EPEC.
precipita
Analizaron varios compuestos naturales como el romero y el tomillo que son antimicrobianos. Usaron una amplia batería de compuestos y de todos ellos el que mejor funcionaba contra EPEC resultó ser uno que ya se comercializa como té.
Al usar esa infusión en cultivos celulares in vitro descubrieron que se reducían el número de pedestales y, al mismo tiempo, disminuía el número de bacterias patógenas pegadas a las células del intestino. El uso de este compuesto hace que la bacteria no se divida todo lo bien que lo hace de manera habitual, y ese efecto es similar al mecanismo de algunos antibióticos, así que quizás podría ser útil también para otras bacterias patógenas intestinales.
Con la intención de poder repetir los experimentos y probar su validez e incluso llegar a patentar el uso del compuesto, Martínez comenzó a pedir financiación en diversos proyectos, pero no consiguió ninguna. Reconoce la doctora que quizás no sea una investigación con un gran impacto científico, pero sí puede tener un gran impacto real, tanto como para reducir la mortalidad infantil de una manera muy económica.
En verano de 2014 el Ministerio de Economía y Competitividad, a través de la Fundación española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), puso en marcha Precipita, "un punto de encuentro entre los investigadores y las personas interesadas en la ciencia". El Ministerio define además a Precipita como "una plataforma especializada en promover la financiación colectiva de la ciencia". A lo que se refiere, de una manera más directa, es a que Precipita es la primera plataforma pública de crowfunding científico. Más allá del debate ético que puede plantear que una institución pública recurra a ese micromecenazgo, la profesora Narcisa Martínez prefiere pensar que toda financiación es buena si el objetivo es digno. Y en su caso lo es.
Noventa días
Cada uno de los proyectos que se puede consultar y financiar en Precipita está disponible en dicha web durante noventa días. En ese tiempo se busca conseguir un dinero que va desde la financiación mínima hasta la óptima, cifras marcadas por los propios investigadores. En el caso de este proyecto, Martínez explica que pusieron un mínimo muy bajo, de 500 euros (ya conseguido), y un óptimo tampoco demasiado alto, de 25.000 euros (del que están todavía muy lejos), que les permitiría comprar material de laboratorio y, sobre todo, contratar a una persona durante un año para poder ratificar los resultados.
Reconoce la investigadora principal que hasta ahora todos los estudios de eficiencia se han hecho con muestras in vitro, pero ya tienen mucho ganado, porque el compuesto que actúa contra los pedestales es un té que se bebe de manera habitual. Al ser un producto ya comercializado se sabe que no es tóxico, y así quizás se podrían "ahorrar el trabajo in vivo, porque los estudios con ratones son caros y además los resultados son muy distintos entre el sistema inmunológico del ratón y el de un ser humano".
Lo ideal sería conseguir concentrar ese té en forma de pastilla para poder administrárselo a las personas que tengan diarrea, pensando tanto en los niños con riesgo de muerte como en los turistas que visitan países en vías de desarrollo y muchas veces sufren esas pesadas diarreas que no les dejan disfrutar de su viaje.
El equipo de investigación confía en conseguir la financiación suficiente, porque en caso contrario tendrán que abandonar este prometedor estudio.