A propuesta de la Facultad de Medicina, el economista Germán Velásquez Arango ha sido investido doctor honoris causa de la Universidad Complutense de Madrid. La aparente contradicción de que un economista sea doctor en Medicina quedó resuelta en las palabras del laudator, el profesor Luis Montiel Llorente. Según él, "médico es que el que cura las enfermedades", y no sólo eso, sino que además "a la medicina nada de lo humano puede serle ajeno". Velásquez Arango coincide con esa definición de la medicina, ya que desde sus puestos de responsabilidad dentro de la industria farmacéutica, la OMS y la OCDE, ha sido y es uno de los principales impulsores de "poner los medicamentos al alcance de todos los seres humanos".

El propio economista reconoció que veía este doctorado como un "homenaje a todos los que luchan por ese acceso a una salud universal".

En su discurso de investidura, Velásquez Arango criticó la actual situación de la Organización Mundial de la Salud, "que se ha ido privatizando poco a poco". Según sus datos, hoy en día el 82 por ciento de su presupuesto está esencialmente en manos de fundaciones altruistas, como la de Melinda y Bill Gates, y de la gran industria farmacéutica. Eso hace que se fijen prioridades que tienen poco que ver con la salud pública y mucho con "los intereses de los nuevos dueños de la organización".

Puso como ejemplo las grandes cantidades de vacunas que se compraron en todo el mundo para las pronosticadas pandemias de H1N1 y de H5N1, que luego resultaron ser mucho menos mortíferas que cualquier simple gripe estacional.

Se preguntó el economista por qué la OMS no se preocupa, por ejemplo, por la situación de países como Sierra Leona, que en 2014 tuvo un crecimiento económico del 20 por ciento, sin que eso repercutiera en la salud de sus habitantes. De hecho, está siendo uno de los países más castigados por el ébola, sin que se hayan creado instalaciones sanitarias para paliar esa enfermedad.

Según Velásquez Arango, la propia filosofía del modelo de la OMS no funciona, porque ha pasado de ser un servicio público a pensar sólo en "la rentabilidad financiera, lo que ya está pasando factura incluso a los países industrializados". Afirmó también que en todo el mundo han disminuido la innovación científica y la investigación, y que la política de altos precios no es sostenible.

Puso como ejemplo los fármacos contra la hepatitis C, que en Estados Unidos se venden a 84.000 dólares el tratamiento, es decir "a 1.000 dólares por pastilla", mientras que estudios independientes afirman que su coste real está en torno a 100 dólares cada una. De acuerdo con sus palabras, "eso ya no es un negocio, es una estafa".

Consideró el economista que la única salida es romper el modelo actual, que sigue la cadena "investigación, patente, monopolio, altos precios y restricción al acceso de los medicamentos".

Por último aseguró que la única salida de la OMS es recuperar su carácter público y ser capaz de adoptar medidas de carácter vinculante y obligatorio.

El rector, Carlos Andradas, coincidió con la descripción que hizo el laudator sobre la personalidad del economista y consideró que "poco puede hacer la medicina sin la economía", pero "tampoco el economista puede estar en su torre de marfil y no debería trabajar alejado de la ética". Por eso, era casi una obligación moral conceder un honoris causa a "una de las voces más críticas frente al inmovilismo de los gobiernos y los organismos internacionales, debido a la presión que sufren por parte de los lobbies empresariales, en su caso, el de las farmacéuticas".