Ser poco más que un adolescente y vivir en el Estrecho de Gibraltar hace que tengas ganas de hacer dinero rápido, trapicheando con droga, aunque sea a riesgo de tu conciencia y tu propia vida.
Jorge Guerricaechevarría y Daniel Monzón (director también de la película) escriben una historia tan bien contada que da un poco de envidia. Se nota que para elaborar el guión han realizado una investigación casi periodística pasándose meses en el Estrecho conociendo de primera mano la labor de los policías, pero también de los delincuentes. De hecho, el filme no toma postura por ninguno de ellos, sino que cuenta qué es lo que puede pasar estando en cada uno de los lados: las amenazas, los riesgos, los peligros y, quizás, alguna que otra alegría. La historia está contada tan bien que a los guionistas no les hace falta aternar las perspectivas (policía-delincuente) en plan montaje mosaico, sino que se centran en una y se olvidan de la otra durante largos minutos del metraje, pero sin provocar que el espectador se desenganche de ninguna de las dos. Lo que sí que se nota es que, tras el guión de Celda 211 han decidido dar un poco más de cancha al espectador y no tenerle tan acogotado como en ese otro filme.
Monzón se asienta definitivamente con esta película como uno de los directores a los que hay que prestar atención. Tras unos inicios bastante titubeantes, la filmografía de Monzón empezó a consolidarse con La caja Kovak y sus dos últimas películas ya han demostrado una gran solvencia, sobre todo a la hora de dirigir escenas de acción. Y es que El niño es esencialmente un filme de acción con mucho espectáculo y unas pinceladas de romance, un cine que no se suele hacer en nuestro país, pero que a Monzón le sale muy, pero que muy bien.
Aparte de eso, las imágenes de este filme están llenas de una gran belleza, y solamente el arranque, con el muelle portuario lleno de contenedores y ese vuelo sobre las grúas ya podría ser un cortometraje merecedor de un Premio Goya.
En cuanto al reparto, es muy agradable ver lo que ha aprendido Monzón en cuanto a dirección de actores. Es fácil que Luis Tosar y Sergi López lo hagan bien, pero no debe ser tan sencillo que auténticos novatos como Jesús Castro (el niño) y Jesús Carroza (el compi) lo hagan con tanta naturalidad. Sobre todo este último, a quien seguro que le caen unos cuantos premios, merecidos, de interpretación.