Los días 26 y 27 de noviembre, la Facultad de Ciencias de la Información ha acogido dos jornadas homenaje a Louis Malle, organizadas por la Plataforma de Divulgación Científica de la UCM.
Aparte de proyecciones, conferencias y mesas redondas, el plato fuerte de estas jornadas ha sido la presencia de la actriz Alexandra Stewart, que fue pareja del propio Louis Malle, y que trabajó tanto con él como con otros directores, incluyendo a Otto Preminger, Arthur Penn, François Truffaut, John Huston, Claude Chabrol y Roman Polanski.
Stewart demostró tener mucho humor y un buen conocimiento de castellano, al preguntar, tras la proyección de Fuego fatuo (1963), "¿quiénes son las personas que se han dormido?" De manera juguetona subió por el pasillo del salón de actos de la Facultad, donde se visionó el filme, cantando "Los borrachos en el cementerio...".
Cuestionada sobre cómo se sentía una musa de la nouvelle vague, reconoció que "a pesar de tener una pierna dentro y otra fuera" de ese movimiento, ella se ve más como una espectadora que como una protagonista. En su momento llegó de su país de origen, Canadá, y "viajaba de un lugar a otro, casi de día en día, siempre hacia adelante, sin pensar ni siquiera que todo aquello luego iba a ser bautizado con el nombre de nouvelle vague".
Reconoció que el gran director de aquel movimiento fue Godard, con quien trabajó en una breve historia del filme colectivo Ro-Go.Pa.G.. También lo hizo con otros muchos ajenos a esa corriente artística, como John Huston, "que era muy buen director de actores". De acuerdo con ella, los mejores trabajos cinematográficos surgen cuando hay una gran confianza entre los actores y el director, y cuando se dan circunstancias como el hecho de que una actriz concreta fuese la elegida a priori, y no impuesta después. Según el experto en cine Antonio Castro, Huston afirmaba que "elegir bien el reparto era el 80% de la película". Para Stewart, sin embargo, "el cine es un poco como la cocina, que depende de muchas cosas".
Explicó la actriz que a ella le hubiera gustado rodar cada plano unas 75 veces, porque no se sentía segura con el resultado, pero algunos realizadores "como Chabrol no querían hacer más de dos". Otros como Robert Bresson, con el que no trabajó, decían que "las mejores tomas son la primera o la que se hace 200 veces más tarde".
Tanto Castro como José Antonio Jiménez de las Heras, director de la Plataforma de Divulgación Científica, hicieron un análisis en profundidad del filme Fuego fatuo y de la novela de Pierre Drieu La Rochelle que la inspiró. La actriz reconoció que Louis Malle apenas la dirigió durante aquel rodaje, porque estaba muy concentrado en su trabajo con el actor principal, Maurice Ronet, y en su lugar fue Volker Schlöndorf, en ese caso asistente de la segunda unidad, el encargado de darle las indicaciones para interpretar a Solange.
El filme Fuego fatuo trata el tema del suicidio, algo que según Antonio Castro también se planteó en varias ocasiones el director. Tras el rodaje de una cinta que se puede considerar "casi como un via crucis", Malle reconocía que el filme era muy pesimista, pero que le había servido de liberación.
Hablando de Louis Malle, los participantes en la mesa coincidieron en que una de sus principales características es la mirada, tanto la de cada actor como las que se cruzan entre todo el elenco actoral. Esa mirada además no la aplicaba sólo al cine de ficción, sino que es propia también de sus documentales. Stewart y Castro destacaron el cortometraje Vive le tour (1962) en el que analizaba con mirada inquisitiva el Tour de Francia, hablando incluso del dopaje.
Precisamente una conferencia sobre el trabajo documental de Louis Malle, es el cierre de estas jornadas dedicadas al director francés.