El grupo de investigación TROPA-UCM lleva ya tiempo trabajando en Senegal, en concreto desde el año 2005, cuando comenzó allí un proyecto europeo para estudiar el monzón de África occidental. Este 2016 llevan a cabo el que será ya su tercer proyecto de cooperación de la Complutense en Senegal, que busca incrementar las capacidades científicas, técnicas y formativas en variabilidad climática del Laboratorio de Física de la Atmósfera y el Océano Simeon Fongang de la Universidad Cheik Anta Diop, de Dakar.
Belén Rodríguez de Fonseca, coordinadora de TROPA-UCM, explica que todos los años tiene lugar un monzón, de junio a septiembre, y que la lluvia no llega a Senegal hasta agosto o septiembre, "un periodo fundamental porque sólo son un par de meses al año y todos los recursos como la agricultura y la energía necesitan ese agua". Con motivo de estudiar ese monzón, el grupo de investigación complutense participó en el proyecto europeo AMMA (2005-2009).
En estos años, los investigadores de la UCM han visto "cómo el océano, que es capaz de almacenar y liberar energía para alterar la circulación de la atmósfera, puede servir para predecir cuándo un año el monzón va a ser más o menos lluvioso de la normal, y también puede hacer predicciones en otras escalas más largas, como las decadales".
Los estudios de la importancia de las lluvias en la región se han llevado a otros campos, "como por ejemplo la pesca, porque cambian los vientos de la región y también la cantidad de agua fría que tiene muchos nutrientes y llega a la costa de Senegal y esa cantidad de agua fría también se puede predecir", e incluso la malaria. Explica Elsa Mohino, profesora contratada doctor en régimen de interinidad y miembro del grupo, que "cuando hay alteraciones en el clima en la región, eso influye en la malaria, por los cambios de las temperaturas y lo que eso afecta al ciclo biológico del vector, el mosquito que la transmite. Si tienes un verano que llueve mucho vas a tener mayor propagación de la malaria y también le va bien cuando hace mucho calor".
Cooperación
Una vez que acabó el proyecto europeo a los investigadores de la UCM se les ocurrió seguir la colaboración científica en la zona, pero además incluir proyectos de cooperación. Fue así, de acuerdo con Rodríguez de Fonseca "porque la región de estudio se enmarca en un lugar con muchas necesidades de mejora de sus conocimientos académicos y científicos y de sus capacidades tecnológicas". Además, según la profesora Mohino, cuando empezaron el proyecto AMMA no conocían la región del oeste de África, y al viajar allí se dieron cuenta "de que hay otras realidades y de que se puede ayudar de otras muchas maneras".
En 2011 pidieron un proyecto en la VIII Convocatoria UCM de Cooperación al Desarrollo. El título del mismo era la "Creación y donación de un modelo estadístico de predicción de lluvias en el Sahel" y su objetivo era "materializar el conocimiento que posee el grupo TROPA de la UCM sobre la variabilidad de la precipitación estacional en el Sahel, mediante el desarrollo de un sistema de predicción estadística que permita prever con suficiente antelación la ocurrencia de episodios anómalamente secos o húmedos en dicha región".
Para ello se donó un modelo estadístico, que se desarrolló en la UCM, para predecir la lluvia en base a la temperatura del mar, y además impartieron clases a los estudiantes de la universidad Cheik Anta Diop de Dakar, en concreto del Departamento de Física de la Atmósfera y del Océano Simeon Fongang. La empresa Intermet donó además "una estación meteorológica y arregló unos aparatos que había en el país, que estaban envueltos y nunca se habían utilizado, entre ellos un LIDAR, que mide el polvo del Sáhara".
El segundo proyecto empezó en 2013, duró un año y estuvo dividido en tres ejes. Mohino explica que uno de ellos era "continuar la cooperación científica, afianzando las líneas ya existentes y abriendo algunas nuevas como por ejemplo sobre la variación intraestacional, porque dentro de una misma estación también hay variaciones, periodos secos y periodos húmedos que duran varios días; y también la relación entre la lluvia y la malaria".
El segundo eje fue continuar la docencia, pero ya enmarcados oficialmente en el máster que habilita a los estudiantes a hacer luego un doctorado. Ese máster tiene profesorado senegalés y también francés, porque la universidad del país africano tiene una amplia relación con el Instituto de Investigación para el Desarrollo francés. En esta segunda convocatoria profesores de la UCM impartieron clases en ese máster, en concreto sobre análisis de datos, "porque hay muchos y su mayor hándicap es la parte técnica de la computación científica, cómo manejar esos datos, cómo programar, cómo analizarlos, tienen base científica buena, y buenos profesores, pero les falta esa parte informática".
El tercer eje era mejorar las instalaciones de medida meteorológica y contaron de nuevo con la colaboración de Intermet, que instaló nueva instrumentación, "como un par de antenas para enlazar una estación medidora con la base, que está muy lejos, y así poder tener un volcado de datos más automatizado, y un pluviómetro en la universidad".
Doctores
Rodríguez de Fonseca asegura que en el tercer proyecto, el de este año 2016, "se han recogido ya frutos de los dos anteriores, porque de las personas que se formaron en ellas, una de ellas ya leyó la tesis doctoral con Elsa Mohino, sobre cómo influye el fenómeno de El Niño en el cambio intraestacional de la lluvia".
Mohino explica que es un estudio sobre lo que se conoce como oscilación de Madden y Julian, que es una perturbación o circulación en los vientos que se propaga hacia el oriente a través de la zona tropical. La tesis ha estudiado "la interacción entre escalas temporales, es decir, fenómenos de variación interanual, que varían de un año a otro, como es El Niño, y fenómenos que varían dentro de una estación, como esa oscilación de Madden y Julian, que es el principal modo de variabilidad en las escalas temporales en toda la zona tropical".
Otro estudiante lee la tesis este mes de noviembre sobre la malaria y estas dos tesis "han supuesto un paso adelante en la formación, de momento, de dos doctores que van a contribuir a la mejora de la investigación en su país".
TROPA-UCM trabaja además con otro investigador, que ya es profesor en la universidad de Senegal, sobre el afloramiento anómalo de agua fría que produce más o menos pesca.
La colaboración se completa con la llegada a la UCM de dos estudiantes, Moussa Diakhaté e Ibrahima Camara. Este útlimo va a trabajar con la profesora Teresa Losada en el área de oceanografía, mientras que Diakhaté va a a investigar sobre los modelos del IPCC (Panel Internacional sobre el Cambio Climático) y sobre cómo son capaces de predecir la relación entre la lluvia y la temperatura del mar.
También Intermet ha vuelto a colaborar en este nuevo proyecto de cooperación, donando un anemómetro para medir el viento en la costa, que es responsable de que haya más o menos agua fría, y en diciembre las profesoras Mohino y Rodríguez de Fonseca irán de nuevo a Senegal a impartir el curso de tratamiento de datos.
Las dos investigadoras reconocen que esta es "una colaboración que está viva, porque pasan los años y ya se ven frutos como esos doctores y de hecho, para darle más continuidad se va a firmar un convenio con la universidad de Senegal, lo que permitiría una financiación directa sin tener que pasar por convocatorias de cooperación".
Toda la investigación en esta línea que se realiza en el país africano se inscribe dentro de un proyecto europeo que está ahora mismo en marcha, que es PREFACE, y busca mejorar el papel del Atlántico en la predicción, porque es el gran desconocido frente al Pacífico. Mohino considera que "ese desconocimiento lleva a que los modelos que se usan para las proyecciones de cambio climático de aquí a un siglo tengan grandes fallos en la cuenca atlántica tropical, fallos que pueden ser de cuatro grados demasiado caliente en la mayor parte de los modelos. Con esos errores tan grandes es difícil fiarse de las predicciones que dan esos modelos, así que es importante entender mejor los procesos de esa cuenca tropical para mejorar la simulación".
Aparte de este proyecto de cooperación, los investigadores complutenses tienen otro con el CSIC, que se llama i-COOP, y que surgió gracias a que el grupo pertenece al IGEO (Instituto de Geociencias), que es un centro mixto entre la Complutense y el CSIC.