Las profesoras Pilar Martín Escudero y Mercedes Galindo Canales de la Escuela Profesional de Medicina de la Educación Física y el Deporte de la UCM, en colaboración con la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD) y el Servicio de Epidemiología del Hospital Clínico San Carlos, llevan años trabajando para intentar reducir la incidencia del consumo de esteroides (dopaje) en el deporte, tanto profesional como popular. En estos momentos están desarrollando un método que permita identificar el consumo de cualquier esteroide,aunque no sea conocido, e independientemente de que sea tomado de forma oral,intravenosa, intramuscular o por cualquier otra vía de administración.
Todos y cada uno de los esteroides, sin importar que sean conocidos o no, provocan una alteración androgénica con un aumento en el número de receptores androgénicos, pero no existe ningún test en la actualidad que la mida. Además los controles son muy caros, escasos y dirigidos, en general, "al deportista que gana, cuando hay sospechas o cuando hay parámetros un poco raros, pero es evidente que hay mucha gente que tiene la suerte de no pasar ningún control".
El grupo de investigación de la UCM está desarrollando un nuevo método que permita medir in situ esa actividad del receptor androgénico para poder aplicarlo a la mayor parte de los deportistas que vayan a participar en una competición. Aseguran que ese test sería muy rápido y se podría utilizar para hacer un control posterior cuando haya sospechas fundadas de quién tiene una alteración androgénica, es decir, de quién ha usado algún tipo de esteroide.
Aclaran los investigadores que esta técnica se utilizaría solamente con fines de cribado y, por tanto, no podría ser definitiva porque en el tema del deporte "se mueve muchísimo dinero y prestigio, así que la certeza que se debe tener sobre que alguien se ha dopado tiene que ser muy elevada". El método sería un indicio que marcaría a un deportista y permitiría a los responsables de las agencias de dopaje hacerle un seguimiento más continuado, sobre todo en el caso de que sus resultados comenzasen a ser sorprendentemente buenos o muy diferentes a los conseguidos hasta la competición.
El gen UGT2B17
En la actualidad los esteroides se miden, fundamentalmente, en orina y por la relación entre los niveles de testosterona/epitestosterona que no pueden ser superior a 4. Para que estos esteroides puedan ser excretados a través de los riñones es necesario que se combinen con la molécula de ácido glucórónico. Si no se produce esa glucuronización no es posible, o es muy difícil, que se excrete por los riñones, y eso es precisamente lo que ocurre con las personas que portan la mutación del gen UGT2B17.
La prevalencia con la que ocurre esta mutación es diferente entre las poblaciones asiáticas y las caucasianas. En estas últimas ocurre en torno a un 7 y un 10%, mientras que en las asiáticas está entre el 70 y el 80%.
Por eso, en 2012, este grupo de investigación ya propuso un test antidopaje que diferencie a los deportistas por su raza y por su capacidad de asimilar los esteroides endógenos. La profesora Martín Escudero recuerda que aquel estudio, y la publicación de que él se derivó, demostraron la alta incidencia de la mutación en el gen UGT2B17 en los asiáticos.
Explica Jesús Muñoz-Guerra, jefe de Departamento de Control del Dopaje, de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD), que las personas que tienen esa mutación genética "tras ponerles una dosis de testosterona, normalmente siguen mostrando valores más bajos de los que se podría esperar".
Con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Río 2016 sería idóneo poder usar tanto el test genético que descubre la mutación de UGT2B17 como el control que permite identificar cualquier esteroide. Esas dos pruebas garantizarían unos juegos más limpios.