El rector de la Universidad Complutense, Carlos Andradas, ha participado, el jueves 2 de junio, en el simposio internacional "Investigar, educar, dialogar. Las lecciones que aprendimos de José Mariano Gago (1948-2015)", celebrado en el salón de actos de la Fundación Ramón Areces. Su conferencia ha llevado por título "Ciencia e investigación en y para la universidad".

Comenzó su intervención Andradas celebrando el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica a Hugh Herr, un científico del MIT, "un buen ejemplo de lo que nos gustaría ser en las universidades". Se congratuló también por una investigación de la Universidad de Maguncia con un posible nuevo avance contra el cáncer.

Aclaró que se refirió a esos dos casos, porque mientras eso ocurre en otros países del mundo "sobre España se cierne una amenaza, que es la tentación de separar la investigación de la universidad, lo que sería un tremendo error, un tremendo dolor para la universidad y para toda la sociedad".

Reconoció Andradas que "cuando uno es rector vive en una especie de esquizofrenia, entre lo que puede hacer y lo que le gustaría hacer". Con respecto a la investigación, opina que es fundamental para la universidad, "de hecho es el principal valor para el prestigio de la universidad", pero por otro lado es consciente de que esa investigación cuesta dinero a la propia institución y además "plantea conflictos legítimos con los investigadores que piden más reconocimiento, más espacios, más tiempo para investigar recortando su tiempo de docencia, y más dinero para el mantenimiento de las infraestructuras".

Informó Andradas de que esto es así porque el porcentaje del PIB dedicado a la ciencia en nuestro país ha ido disminuyendo desde 2000 y en 2013 se situó en un 1,24%, muy por debajo de la media de la Unión Europea, que es de 2,07%.

De ese porcentaje, en España un 28% se destina a la I+D en las universidades, y en su mayor parte proviene de las administraciones públicas, seguido por partidas mucho menores de la propia universidad, de la empresa y de instituciones extranjeras.

Se preguntó Andradas si la investigación en universidades es eficiente, algo que parece realmente así si se tienen en cuenta algunos criterios como las publicaciones científicas. A pesar de que sólo es un 28% lo dedicado a las universidades, estas son las responsables del 60% de las publicaciones que se hacen en España. Reconoció el rector que "ese porcentaje se ha ido reduciendo y ahora debe estar en torno a un 56%, pero incluso así sigue siendo más de la mitad de las publicaciones de todo el país".

Las empresas
Existen otras maneras de medir la eficiencia de la investigación, como por ejemplo la cantidad de spin-offs surgidas de la universidad. Andradas consideró que en España es un fenómeno que está creciendo poco a poco, ya que es algo "relativamente novedoso". Opina el rector que el cambio es lento porque es "un factor cultural, y hace falta modificar las ideas y fomentar la creación de nuestras propias empresas".

Volviendo a la investigación llevada a cabo en la Universidad de Maguncia, Andradas asegura que se ha realizado en un instituto que existe dentro de ese campus, que está cofinanciado por empresas, "algo que ocurre con muy poca frecuencia en España". Según Andradas, el porcentaje del gasto en "I+D de la empresa en las universidades de nuestro país es casi testimonial", por eso es necesario trabajar para que no nos veamos "entre empresas y universidad como amenazas".

En cuanto a los ránking internacionales, Andradas informó de que en España el 18,1% de las universidades están en el top 500 con un gasto medio por universidad de 268 millones de euros en I+D. Otros países como los Países Bajos tienen a un 81,3% de sus universidades en ese ránking, pero con una inversión mucho mayor, de 801 millones de euros. Y algunos más, como Alemania, dedican mucho más, 1.073 millones de euros por universidad y con esa gran inversión consiguen que el 41% de sus centros estén en este top 500.

Los riesgos
A partir de los datos expuestos, el rector complutense habló de los riesgos que corre la investigación en nuestras universidades. Insistió en la creciente separación de esos dos ámbitos, que se muestra de manera "ostensible o sutil con la evolución de la concesión de los proyectos en los planes nacionales, porque cada vez se conceden menos a proyectos liderados por investigadores universitarios".

Otro de los riesgos, según Andradas, es una posible desaparición de la "clase media investigadora". Esto sería también un grave error, porque "la riqueza de un país no se mide a partir de los 10 más ricos o los 10 más pobres, sino a través de una clase media bien establecida y si la destruimos en la universidad también lo haremos en el resto de la sociedad".

Reconoció el rector que también las estructuras son muy rígidas, tanto en las propias universidades como las que provienen de las administraciones. Recordó que cuando era vicerrector de Investigación la UCM intentó atraer a un investigador de la Universidad de Munich, pero hubo problemas para ofrecerle un sueldo acorde a su valía, porque los salarios están fijados en la Universidad, así que se pensó en ofrecerle una serie de complementos, "pero todo el proceso fue tan complicado y largo que una universidad del País Vasco le hizo una oferta y le perdimos, y todo por no tener una buena flexibilidad".

Cuando se observan todos esos riesgos de manera conjunta se llega a una consecuencia inevitable, "que es la falta de competitividad internacional".

Tampoco ayuda, según el rector, la ANECA, que "es el mayor ejemplo del fracaso del sistema, porque no confía en la universidad y es algo que tenemos que cambiar".

José Mariano Gago
El político portugués al que se dedica el simposio en la Fundación Ramón Areces fue ejemplo en su país, y en la Unión Europea, a la hora de diseñar los planes de desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Andradas recordó que tuvo contacto con José Mariano Gago cuando estuvo al frente de la COSCE (Confederación de Sociedades Científicas de España), para pedirle consejo. Fue, en concreto, para elaborar la Carta de la Ciencia, "que fue un movimiento espontáneo que surgió al comenzar los recortes para investigación, y con ese documento se intentó crear una opinión pública sobre la necesidad de que hubiera más fondos para investigar en nuestro país".