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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 21 de noviembre de 2024

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La sedimentología complutense, premiada a nivel internacional

La profesora Ana María Alonso-Zarza, de la Facultad de Geológicas de la Complutense, miembro del IGEO (Instituto de Geociencias UCM-CSIC) y vicepresidenta de la Sociedad Geológica de España, ha sido galardonada con la medalla Johannes Walther, que otorga la International Association of Sedimentologists (IAS) a aquellos científicos que han realizado una contribución significativa en el campo de la sedimentología.

Alonso-Zarza confiesa que toda su vida ha estado dedicada a calizas continentales porque ya incluso parte de su tesis doctoral hablaba sobre este tipo de rocas. Aclara que trabaja en rocas sedimentarias, y de forma más concreta, en calizas y carbonatos que se han formado en ambiente continental. "En general, casi todo el mundo asimila que estas calizas se forman en el mar, pero hay muchas que se forman en ambiente continental, especialmente en España", añade. Si uno echa un vistazo a un mapa geológico de nuestro país hay un alto porcentaje de territorio con calizas continentales, e incluso, "aunque generalmente no se estudian, también son abundantes en Canarias". En esas islas se forman en suelos sobre las rocas volcánicas y dan lugar a unas acumulaciones que se llaman calcretas.


Explica la geóloga que estas calizas se forman en ambientes muy variados, como pueden ser suelos, cuevas, lagos, ríos y también en manantiales o fuentes. La diferencia que existe entre los ambientes continentales con los marinos es que los primeros muy variados y cambian muy rápidamente en cuanto al espacio y al tiempo, así que son muy heterogéneos y en cada uno de ellos los procesos son diferentes.


En algunos ambientes la formación de estos minerales es muy rápida. De acuerdo con Alonso-Zarza "se puede formar un milímetro al año, o a veces, en algunos superactivos, hasta un centímetro, aunque en otros a lo mejor se forma un milímetro cada 500 años". La tasa de formación depende de que en el agua haya calcio y carbonato suficiente, y también es importante que haya organismos, porque las plantas al hacer la fotosíntesis ayudan a que la formación sea más rápida.


De hecho, el estudio de estos minerales es relevante porque al formarse en la tierra lo hacen en ambientes muy relacionados con la presencia de vida, así que siempre hay flora y fauna asociada. "Muestran mucha interacción entre los procesos geológicos y los biológicos, y además están en una zona de interfase entre la litosfera, la biosfera, la hidrosfera y la atmósfera", apunta la investigadora.


El hecho de que estén en esa interfase quiere decir que muchas de estas calizas se forman en ambientes que son muy sensibles a cualquier cambio ambiental, de clima, de vegetación, de contaminación... Estos ambientes sensibles son, por ejemplo, las cuevas, donde la entrada de visitantes puede contribuir a que se deterioren los minerales que allí se forman. Otros sitios sensibles donde se están formando actualmente son los humedales, como las Tablas de Daimiel, y lugares como el Monasterio de Piedra.


En gran parte de los casos dan lugar a unos paisajes únicos que tienen mucho interés cultural y geológico, visitables para el turismo, y por tanto dignos de conservación.


Ciencia y economía
Desde el punto de vista científico, el estudio de estos carbonatos nos informa de cómo era la superficie terrestre a lo largo de los tiempos geológicos y de cómo ha ido evolucionando. Eso ayuda a conocer la historia de nuestro planeta, y además recientemente se ha visto que algunas asociaciones de minerales que se forman en estos ambientes son parecidas a las que se están encontrando en Marte, así que conocer estas calizas nos servirá para tener una idea sobre los procesos que han podido tener lugar en la superficie marciana.


Desde un punto de vista económico, como son paisajes únicos, tienen mucho interés para el turismo, y de hecho algunos paisajes o zonas que forman estas calizas son lugares de interés geológico. Así que hay que estudiarlos para conocerlos, conservarlos y para planificar estrategias de visitas sostenibles.


Por si eso fuera poco, "estas rocas son muy porosas y en sus huecos se pueden acumular fluidos como el agua, que es el más importante, pero también el petróleo y el gas". Las mayores reservas de petróleo del mundo, las de Angola y Brasil, se encuentran en calizas continentales. Explica Alonso-Zarza que para que se forme el petróleo hace falta que se acumule mucha materia orgánica, que luego se entierra con los sedimentos, que según se van enterrando se van convirtiendo en roca mientras que la materia orgánica se va enriqueciendo en carbono. En función de la composición, una materia orgánica se transforma en carbón y otra en petróleo. Para que este pueda ser explotado "hace falta que haya suficiente enterramiento, sin pasarse, que ese fluido encuentre unos huecos en los que pueda estar, y que por encima de la roca que tiene esos huecos haya una roca que los tape para que no escape". La de los huecos se conoce como roca almacén, que serían estas calizas o unas parecidas, y la que lo tapa son sales, que son las que hacen el sello.


El descubrimiento de ese petróleo ha hecho que desde hace una década haya mucha gente trabajando en calizas continentales, sobre todo a sueldo de las petroleras. Alonso-Zarza es un poco crítica con este crecimiento, porque considera que hay equipos que se han puesto a trabajar sin demasiado conocimiento, aunque también opina que ha sido algo positivo al fomentar el interés por este tipo de rocas.


Las calizas continentales también sirven como material de construcción, y por ejemplo los travertinos de Roma con los que está construido el Coliseo y otros edificios, salen de estas calizas.


La investigadora complutense añade que "desde un punto de vista cultural, las cuencas españolas de estas calizas forman unas plataformas o páramos, que en la Alcarria se llaman alcarrias, y tenemos incluso un premio Nobel de Literatura que escribió Viaje a la Alcarria, gracias a la existencia de estos paisajes".


Líneas de investigación
Los estudios de la Complutense se han llevado a cabo en la cuenca de Madrid y en la de Teruel, además de en la Cordillera Ibérica, en Extremadura, en Canarias, e incluso en China, Uruguay, Argentina y algunos trabajos sobre las Islas Caimán y la Antártida, pero en estos dos últimos casos con muestras enviadas desde allí.


Desde 2006 están trabajando en Canarias en dos temas, en los depósitos de manantiales de agua caliente que generan estos carbonatos, sobre todo en Gran Canaria, y en esa isla más Lanzarote y Fuerteventura en suelos carbonáticos que se formaron en periodos posiblemente más húmedos que los actuales.
También siguen trabajando en la Cueva de Castañar, donde ven cómo se forman y cómo se transforman los minerales por el mero hecho de conocer su evolución, pero también para poder diseñar las mejores condiciones para las visitas y si son viables o no los diferentes itinerarios. Con estos trabajos se ha editado un libro y también han participado en los contenidos del centro de interpretación de la Cueva, tanto en paneles como en la realización de un vídeo en 3D.


La profesora recuerda que estas líneas de trabajo se hacen en equipo, "aunque el equipo sea inestable, porque uno de los problemas graves es que se forma gente, pero luego no se pueden quedar porque no hay posibilidad de contratación". Hasta la fecha se han leído, o se van a leer en breve, tesis sobre el tema realizadas por Jose Luis Pérez, Andrea Martín, Rebeca Martín, Alvaro Rodríguez y Alberto Fernández.


El premio
La International Association of Sedimentologists (IAS) celebra un congreso internacional anual. Cada dos años, desde hace seis, concede la medalla Johannes Walther a personas que han contribuido a la sedimentología, pero preferentemente a las senior que están todavía trabajando en este campo y a las que le quedan todavía 10 o 15 años de investigación.


Esta medalla concedida a Ana María Alonso-Zarza es la primera que la IAS entrega a la sedimentología española, tanto con este premio como con la Sorby Medal que se concede desde el año 1978. De ahí que la investigadora complutense considere que este es "un reconocimiento a la sedimentología que se hace en España, no sólo un reconocimiento personal".


Para recibir este premio alguien que tiene que proponer a los diferentes candidatos y buscar cartas de apoyo. Con eso se evalúan los currícula y se concede al que sea más adecuado.


Mujer y divulgación

Alonso-Zarza señala que en su día a día trabaja para contribuir en dos aspectos, en que la mujer tenga un papel más relevante en la ciencia y en divulgarla.


Con respecto al papel de la mujer, dentro de la Sociedad Geológica, que vicepreside (y a la que aspira a presidir), han creado la comisión Mujeres y Geología. En 2008 hicieron una mesa redonda sobre el tema, en 2012 un homenaje a las pioneras en Geología y en 2016 a las veteranas, "para visibilizar a las geólogas que han estado ocultas".


Además, en la Sociedad Geológica hacen muchas tareas de divulgación y la profesora Alonso-Zarza es miembro del equipo que organiza Geolodía, "que este año ha contado con 9.850 participantes y más de 500 monitores". Considera la investigadora que es bueno que la gente visualice la geología, porque la gente la percibe como una ciencia muy distante y muy difícil, con el objetivo final de "conseguir que la ciencia sea valorada como cultura".

Ana María Alonso-Zarza posa en la Facultad de Geológicas con la medalla Johannes Walther, que le ha otorgado la International Association of Sedimentologists (IAS)Imagen de microscopio óptico de las formaciones (espeleotemas) de cristales fibrosos de aragonito de la Cueva de Castañar de Ibor. Están siendo reemplazados por dolomita (las formas esferoidales). Foto: A. M. Alonso-ZarzaImagen de microscopio electrónico de Barrido de un cristal de aragonito recubierto y reemplazado por dolomita. Cueva de CastañarCristales fibrosos de aragonito tapizados y reemplazados por dolomita. Cueva de CastañarLa geóloga Ana María Alonso-Zara enseña una lámina de caliza continental tal y como son cortadas para su estudio con el microscopioCristales fibrosos de aragonito. Cueva de CastañarEspeleotemas fibrosos de calcita y aragonito de la Cueva de Castañar. Foto: A. M. Alonso-ZarzaEspeleotemas fibrosos de aragonito creciendo sobre las arcillas rojas que tapizan las paredes de la Cueva. Foto: A. M. Alonso-ZarzaReconoce Ana María Alonso -Zarza que el estudio de láminas delgadas al microscopio es la base de su trabajo, casi un 70 por ciento de lo que hacenImagen de campo de un paleosuelo carbonático en la Isla de Gran Canaria
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