Plácido Domingo ha sido el invitado de honor del Curso de Verano de la Complutense "El opulento baño de los sentidos. Ópera, discurso y arte en la temporada 2016/2017 del Teatro Real", que se celebra en la sala Joaquín Gayarre de dicho Teatro. Domingo mantuvo una conversación con el periodista Rubén Amón en este seminario dirigido por Álvaro Torrente Sánchez-Guisand, director del ICCMU (Instituto Complutense de Ciencias Musicales), y Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real.
Plácido Domingo acaba de cumplir 75 años y, de acuerdo con Amón, lo está celebrando con el grand slam de la ópera, interpretando obras en Viena, Milán, París, Londres y Nueva York. Y en todos esos lugares, como barítono, en lugar de como tenor, y con óperas de Verdi.
Reconoce Domingo que a él le apetece hacer cualquier repertorio, pero que la ópera verdiana siempre ha sido su "compañera", y más ahora con esos grandes personajes de padres que Verdi reservó para los barítonos en sus trabajos. Recordó Domingo que Verdi perdió a su mujer y sus dos hijos y esa tragedia la trasladó a sus obras como una frustración del padre que no pudo llegar a ser, "creando para esos personajes sus mejores y más bellas páginas".
Entre los personajes verdianos, el que más veces ha representado como tenor ha sido el de Otelo, en total 225 veces, así que ahora no podría interpretar a Yago, el perverso barítono de esa ópera. Domingo bromeó que si lo hiciera se "sentiría doblemente traidor".
Entre bromas también cantó una frase de Simón Boccanegra, otra ópera de Verdi, a la que Amón comparó con la situación política actual en nuestro país, "porque hay un Paolo, un Pietro y la acción transcurre en Génova".
Barítono
De su paso de tenor a barítono, Domingo reconoció que la voz de este último es mucho más natural, es la propia del ser humano, y por suerte "los compositores han escrito fantásticos papeles para los dos". El tenor es más difícil, "por tener que mantener ese equilibrio peligroso en los registros más agudos, que aunque representan un mínimo porcentaje de cada partitura, son donde el público espera los errores".
De acuerdo con Plácido Domingo, la edad y el haber usado mucho la voz hacen que él ya no tenga "el registro agudísimo" que le caracterizó y por eso se ha convertido en "un barítono sin pretensiones, pero capaz de crear un personaje, lo que es muy importante para el público de hoy en día".
No es capaz de predecir hasta cuando seguirá cantando, y si bien tiene tres años más de contrato puede ser que la naturaleza le diga basta en unos meses o que le respete incluso más allá de esos años. De momento está dando todo lo que tiene y en los últimos tres meses ha hecho unas 25 funciones por todo el mundo que han sido muy bien recibidas por crítica y público.
Para el 19 de mayo de 2017, coincidiendo con los 50 años de su debut en Viena, tiene pensado volver a interpretar allí la ópera Don Carlo, con la que debutó. Aunque en esta ocasión no será como el protagonista, sino como Posa, personaje reservado para el barítono.
Haber llegado hasta los 75 años con plenas facultades se lo debe a la suerte, a la naturaleza y al trabajo que hizo con Franco Iglesias durante dos años y medio en Israel, donde le enseñó "el apoyo vocal", que requiere mucha concentración y dedicación a todas y cada una de las notas. Explica Domingo que si notase un vibrato extraño, propio de la edad, y que le disgustase estaría seguro de que al público tampoco le gustaría.
En su longevidad artística también agradece el apoyo de su mujer, Marta, que siempre ve las funciones desde el público y es su "crítica más severa" y también la que le da "más coba si todo ha salido realmente bien".
Entre bromas, aseguró además que cada uno de los 147 personajes que ha interpretado, sin contar las zarzuelas, se ha llevado parte de su vida, así que se ha mantenido más joven porque ha empleado "menos tiempo siendo Plácido Domingo".
Cantar mejor
Entre sus deseos no cumplidos está haber cantado con María Callas, haber sido dirigido por Ataúlfo Argenta, y aunque parezca increíble, haber cantado mejor. "Si yo cantase como tengo en la cabeza estaría a años luz de lo que lo he hecho", asegura sin falsa modestia. Para él, un ejemplo de esa voz, "de un ángel, de algo inexplicable" es el tenor Javier Camarena.
Tiene claro además que si no consiguió llegar a donde soñaba en sus mejores años ahora ya no lo va a hacer pero a pesar de eso, trata de dar todo lo que tiene, y con eso el público está contento y él también. Reconoce que, a fin de cuentas, tiene "los pies sobre la tierra y la cabeza en las nubes".
Entre los asistentes a la ópera reconoce a los fans que la viven, cante quien cante, y los neófitos que no la entienden y que se acercan a ella por primera vez. Plácido Domingo afirma que está muy bien cantar para los aficionados, pero "es un reto mucho más difícil conquistar a ese público nuevo, llegarles y emocionarles".