El 25 de junio de 1971 Mario Vargas Llosa leía en la Facultad de Filología y Letras de la Universidad Complutense su tesis doctoral, "García Márquez. Lengua y estructura de su obra narrativa", dirigida por el catedrático Alonso Zamora Vicente. Obtuvo sobresaliente "cum laude" y, por tanto, el título de Doctor. "Durante años en varias ocasiones lo busqué sin encontrarlo. Pensé incluso que lo habría extraviado en mis numerosos viajes", señala el propio escritor momentos después de que el rector Carlos Andradas y el secretario general de Universidades, Jorge Sáinz, le entreguen una réplica "ad hoc" de aquel título alcanzado hace 45 años. Los títulos universitarios entonces no los expedían los rectores de las universidades, sino el Gobierno. Por ello, el documento entregado al Premio Nobel de Literatura de 2010 está firmado por el ministro actual de Educación y por el propio rector de la UCM. "La administración española es lenta, pero cumple", bromea el rector.
La Universidad Complutense ha querido aprovechar la habitual visita de Mario Vargas Llosa a los Cursos de Verano para ponerse al día en dos pequeños asuntos pendientes que tenía con el escritor. El primero, entregarle su título de Doctor. "Algo muy emocionante, porque me hace recordar mi intensa época en la Universidad Complutense, la que siempre he considerado mi alma mater". El segundo, formalizar la entrada de la UCM en la Cátedra Vargas Llosa, ausencia que también tenía su historia. Esta Cátedra, creada por la Fundación de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes como homenaje al autor con motivo de la concesión del Premio Nobel, tiene entre sus instituciones participantes a todas las universidades que han concedido el doctorado "honoris causa" al escritor peruano. La Complutense no podía estar entre ellas porque no se puede conceder esa consideración a quienes son titulados de la misma. "Como don Mario quiere que estemos y nosotros queremos estar, hoy podemos firmar un protocolo de adhesión", explicó el rector Andradas.
Borges, a la altura de Quevedo, Góngora y Cervantes
Los dos actos simbólicos que ponen fin a estos flecos pendientes entre el escritor y la Complutense se llevan a cabo en el auditorio del Museo de Traje, en la Ciudad Universitaria de Madrid, lugar hasta donde se han trasladado en la tarde del 13 de julio los profesores y estudiantes del curso "Borges en su siglo", que esta semana se está celebrando en San Lorenzo de El Escorial. Desde hace cinco años el Nobel no falta a la cita con el curso que patrocina y coorganiza la Cátedra que lleva su nombre y que dirige el escritor colombiano Carlos Granés. En esta ocasión toca hablar de un grande, Jorge Luis Borges, con quien Vargas Llosa puede decirse que ha tenido una relación cuanto menos compleja. "En cierto modo, me avergonzaba que me gustara. Él era todo lo contrario a lo que yo quería ser como escritor", llega a afirmar Vargas Llosa, aunque a la vez le regala el mayor de los elogios: "Es el único escritor contemporáneo en nuestra lengua que puede compararse a un Quevedo, un Góngora o un Cervantes. Su riqueza de lenguaje, originalidad, la revolución que causó, es tan importante como la de esos clásicos que marcaron nuestra lengua".
Vargas Llosa explicó cómo sus primeras lecturas de las obras de Borges, allá por los años 50, le causaron un gran conflicto interno. Él era entonces, y en buena medida lo sigue siendo, seguidor de Sartre y los existencialistas franceses. Coincidía en valores como los del necesario compromiso social y político de los escritores o el uso de la palabra como arma de denuncia. Borges estaba en las antípodas de aquello. "El era un desinteresado de su tiempo, un desinteresado de los problemas sociales, hablaba de la política de manera despectiva, le interesaba la metafísica, el pasado y vivía en una especie de irrealidad", afirmó Vargas Llosa. "Pero, por otra parte -continuó- era un grandísimo escritor. Era elegancia, precisión, tenía un deslumbrante uso de los adjetivos... Era, y es, el escritor más literario entre los escritores. Una perfecta máquina que transformaba todo en literatura".
Borges, un rehén de la literatura sin experiencias vitales
Vargas Llosa y Borges coincidieron en varios momentos de su vida. La primera fue en 1963, cuando el escritor peruano trabajaba como periodista en la Radio Televisión Francesa y le encargaron entrevistar al autor argentino, invitado en París por la Unesco para participar en un homenaje a Shakespeare. El Nobel aún recuerda sus nervios de aquel día y cuanto le intimidaba la presencia de Borges. De aquella entrevista y de la que mantuvo en 1981, sin embargo el mayor recuerdo que le queda a Vargas Llosa es no haber conocido en ninguna de las dos ocasiones al verdadero Borges, a la persona que se ocultaba "tras el personaje literario que se construyó y que representaba en sus contactos con la sociedad". Vargas Llosa mantiene que Borges fue rehén de su vivencia literaria y de su falta de experiencias vitales. "La literatura, en cierta forma, sustituyó a la vida. Tuvo experiencias intelectuales muy ricas, pero vitales muy escasas, lo que da a su obra un cierto patetismo. Hay zonas de la vida humana que para él son inexistentes: el sexo, la pasión, el amor...".
El Nobel de Literatura de 2010 lanzó otro reproche a Borges, su apoyo a varios regímenes dictatoriales, desde el de Aramburu en Argentina, que derrocó a Perón, y, sobre todo, al de Pinochet en Chile. "Fue -afirmó Vargas Llosa- una enorme equivocación aceptar la condecoración que le dio Pinochet. Fue su mayor error político, un pequeño borrón en su trayectoria".
Sin palabras para el amor
Junto a sus opiniones sobre Borges, Vargas Llosa también tuvo tiempo de hablar de otras cosas, Entre ellas, a pregunta de una estudiante, lo que para él es el amor. "El amor -señaló- es una de esas palabras que es maravillosas sentirlas, vivirlas, pero que inmediatamente se empobrecen cuando se convierten en una exposición, cuando trata de defirnirse. El amor necesita de pudor, de intimidad. No necesita ser descrito y sí ser vivido. Es eso que te hace sentir que la vida merece la pena ser vivida", concluyó.