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Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Reducir los gases de efecto invernadero, única solución contra el cambio climático

El cambio climático no es una entelequia ni una predicción de futuro, sino que ya estamos inmersos en él. En la actualidad ya hemos subido un grado de temperatura desde la era preindustrial y se plantea como una prioridad de la mayor parte de los países del mundo que no suba mucho más allá de aquí a final de siglo. La profesora del Imperial College de Londres, Joanna D. Haigh, ha asegurado en su conferencia del ciclo Hablemos de Física, que la única solución al incremento de la temperatura pasa por poner una fecha para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero. 

 

Los datos observacionales a los que se puede acudir para conocer la evolución del clima de nuestro planeta se remontan solamente a 1850. Desde esa fecha la temperatura ha ido subiendo "no de una manera suave, como se podría esperar de un sistema complejo como es el clima", sino de manera exponencial.


Solamente ese dato sería suficiente para saber que vivimos en pleno cambio climático, pero también hay otros muchos como el aumento del nivel de los mares debido al deshielo continental, la temperatura de los océanos, el deshielo en los veranos árticos o la reducción en la precipitación de nieve en el hemisferio norte.


Los escépticos pueden considerar que estos cambios se deben a factores naturales como pueden ser el Sol y los aerosoles volcánicos, pero, de acuerdo con Haigh, cuando se introducen esos valores en una simulación computacional el clima que se obtiene no se corresponde con el observado. Para que coincida con el calentamiento global del planeta hace falta incluir variables provocados por los humanos como los gases de efecto invernadero, los aerosoles industriales y el uso del suelo.


Informó la investigadora británica de que a la hora de crear esos modelos informáticos utilizan una serie de leyes físicas como la segunda Ley de Newton, la de la conservación de la masa, la primera Ley de la Termodinámica de conservación de la energía y la ley del gas ideal.


De ahí se derivan una serie de ecuaciones y datos que se traspasan a una rejilla en 3D de la región sobre la que se quiere hacer una predicción meteorológica. El sistema climático es tan complejo que actualmente sólo se pueden hacer predicciones exactas a 10 días, por lo tanto, ¿cómo es posible saber lo que va a pasar de aquí a varias décadas o varios cientos de años? Haigh explica que esos modelos climáticos predicen valores típicos estacionales por regiones y no sobre lo que va a ocurrir un día concreto, pero sí lo que va a ocurrir en un momento histórico dado y con unas condiciones concretas.


El aumento de la temperatura global puede situarse de aquí a final de siglo entre 1º o 4º más de lo actual. Y eso dependerá de la acumulación de CO2 en la atmósfera. Si el escenario es el peor, de aquí a 2100 la situación puede ser dramática, con unos 2.000 millones de personas con problemas para acceder a agua potable, unos 10.000 millones de humanos expuestos a olas de calor anuales y con una pérdida del 50% de las plantas actuales.


Haigh lo expresa de una manera muy gráfica: "no podemos seguir como hasta ahora sin hervir". Existen ideas y proyectos, quizás de ciencia ficción, para compensar lo que emitimos a la atmósfera, como la creación de nubes, el secuestro de CO2 o incluso pantallas flotantes que hagan rebotar la radiación, pero de acuerdo con Haigh "la única solución viable es reducir la emisión de los gases de efecto invernadero".


Un primer paso para conseguirlo fue el acuerdo internacional al que se llegó en París en diciembre de 2015, en la XXI Conferencia del Clima de la ONU (COP21). Allí prácticamente todos los países del mundo, y muchas grandes empresas, se han comprometido, quizás de manera un tanto optimista, a que el clima no suba más allá de 1,5º. En la firma, ratificada de momento por 77 países de los 197 firmantes, no se habló de cómo conseguirlo. Eso se deja para la COP22 que se celebrará el 7 de noviembre en Marruecos.


De ahí debería salir una fecha concreta a partir de la cual se deje de emitir de manera radical CO2 a la atmósfera, ya que el hecho de dejar de hacerlo no va a suponer un descenso drástico de la temperatura, sino que hacen falta "700 años para que ese gas se vaya mitigando".


Según Haigh lo que hace falta para conseguir este objetivo es la voluntad de los Estados para lograrlo, "pero esa voluntad estatal depende, totalmente, de la voluntad de los ciudadanos".


Confía la conferenciante en que las empresas y los ingenieros entiendan que de la lucha contra el cambio climático puede surgir una oportunidad de negocio en el desarrollo de energías más limpias, o de tecnología que limpie lo contaminado e incluso en técnicas que mejoren la salud de las personas expuestas a mayor contaminación. Ya queda poco para ver si esa Conferencia del Clima en Marruecos permite al mundo, y a la propia Haigh, mantener altas las expectativas.

Esta ha sido la primera conferencia de este curso académico del ciclo Hablemos de Física, organizado por la Facultad de Físicas, y patrocinado por la Real Sociedad Española de Física y la Fundación Ramón Areces.

José María Medina, director científico de la Fundación Ramón Areces; Joanna D. Haigh; el vicedecano de Investigación y Relaciones Externas de la Facultad de Física, Ángel Gómez Nicola, y José Adolfo de Azcárraga, presidente de la Real Sociedad Española de FísicaJoanna D. Haigh confía en que los países se pongan de acuerdo en la Conferencia de Clima de la ONU de Marruecos para acabar con la emisión de gases de efecto invernaderoLos modelos informáticos que se usan para predecir el clima futuro se basan en leyes físicas como la de la termodinámica, la del gas ideal, la de la conservación de la masa o la segunda Ley de Newton
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