El TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership), el tratado comercial que están negociando desde el año 2013 Estados Unidos y la Unión Europea, es aún un gran desconocido, pese a que en el caso de aprobarse introducirá cambios significativos no sólo en aspectos comerciales, sino también en el ámbito normativo e incluso en la vida diaria de los ciudadanos de ambos lados del Atlántico. Con el objetivo de aportar algo más de luz sobre lo que significa el TIPP, Encuentros Complutense ha organizado dos sesiones de debate. La primera, con una perspectiva más académica, se celebró el jueves 13 de octubre en las instalaciones de CaixaForum en el Paseo del Prado. Un día después, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología ha reunido a cuatro representantes políticos para ver cuál es la posición que se mantiene en los Parlamentos. Las sesiones fueron presentadas por el rector de la UCM, Carlos Andradas; la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes; el representante del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico) en España, Marc Reznicek, y el director de Encuentros Complutense, José Manuel García Vázquez. Como señaló el rector Andradas, es una obligación de la universidad debatir temas candentes que importan a la ciudadanía, y más aún cuando se sabe poco de ellos, como es el caso del TIPP. "Tenemos muy poca información y casi nos llega a través de filtraciones, lo que no es muy comprensible para algo que puede tener una importancia tremenda", señaló el rector. "Es hora de hacernos preguntas. De que los ciudadanos sepan.", enfatizó García Vázquez.
La mesa académica del jueves 13 contó con la presencia, moderados por la periodista Soledad Gallego-Díaz, de los profesores Julio González, de la UCM, y Christoph Scherrer, de la Universidad Kassel, de Alemania, y del investigador del Real Instituto Elcano Miguel Otero Iglesias. En la sesión más política, intervinieron, en esta ocasión moderados por el también periodista Pedro García Blanco, los eurodiputados del grupo GEU-NGL Paloma López Bermejo y Helmut Scholz, el también eurodiputado, en este caso del grupo S&D, Dietmar Köster, y el diputado de Ciudadanos en el Congreso español Antonio Roldan.
¿Falta de transparencia?
Si algo se echa en cara al TTIP, ya antes de tener un texto definitivo y de que sea aprobado o no -opción esta última que no hay que descartar, no sólo por la contestación social europea y también americana, sino porque incluso los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos no son partidarios a día de hoy de su firma-, es la falta de transparencia con la que se han llevado a cabo las quince reuniones que ya han celebrado los equipos negociadores de ambas partes. Como enfatizó el profesor complutense Julio González, esta opacidad llega a extremos de estar prohibido utilizar cualquier información procedente de esas reuniones para formular aunque sea una pregunta en el Parlamento Europeo o, de manera más gráfica, llegarse al punto de que incluso los negociadores son escaneados antes de entrar a las reuniones para asegurar que no quede archivo sonoro o audiovisual de lo allí tratado. "A mi juicio, el TTIP es el tratado comercial más transparente de la historia de la humanidad", contradice el investigador del Real Instituto Elcano Miguel Otero, para quien es "lógico" que no se televisen en directo las negociaciones, "precisamente por tratarse de negociaciones en las que hay que ceder, dar unas cosas a cambio de otras, cambiar de posturas...". Para Pablo García Blanco, que ha seguido desde Bruselas buena parte de las negociaciones, lo cierto es que estas han tornado de unos inicios totalmente opacos a una situación actual de mayor transparencia, sobre todo por parte europea, que tras las presiones y críticas recibidas, sus negociadores ahora comparecen al término de las rondas de discusión e incluso se publica en la web de la Comisión las posturas mantenidas en los debates.
¿Afecta a la educación o la sanidad?
Las negociaciones del TTIP, según señalaron los participantes en la sesión celebrada en CaixaForum, han ido excluyendo algunas materias importantes del objeto del tratado, tanto por una como por otra parte. Así, áreas que gozan de especial protección en Europa, como la educación, la sanidad o la cultura, ya están fuera de la negociación, o por citar uno de los aspectos vetados por Estados Unidos, tampoco se debate ya sobre la posibilidad de homogeneizar los costes de los servicios financieros. La posibilidad de que el tratado afectara a la educación superior fue incluso objeto de declaraciones en su contra a comienzos de 2015 tanto por la Unión Europea como por la Conferencia de Rectores Alemanes, que proclamaron su defensa del modelo educativo de prestación de un servicio público ajeno a su utilización mercantilista. "Suscribo plenamente que la educación superior no se puede convertir en un objeto comercial, sino que debe continuar siendo un servicio público al servicio de los ciudadadnos", enfatizó el rector Andradas en su intervención. No obstante, como coincidieron en señalar tanto el profesor de la Universidad de Kassel Christoph Scherrer y el investigador Miguel Otero, parece que este peligro que merodeaba a la educación ya ha pasado y los efectos de la firma del TTIP en todo caso serían "marginales".
¿Justicia privada paralela?
De lo que se sabe en estos momentos sobre las negociaciones, parece, como señalaron tanto Miguel Otero como el profesor Julio González, que los mayores puntos de controversia son tres. El primero es la posible creación de un órgano extrajudicial, los denominados órganos de arbitraje privados, para la resolución de conflictos ligados a las inversiones extranjeras. Según explicó González, en la práctica significaría que una empresa estadounidense en lugar de acudir a la justicia ordinaria europea para resolver un litigio lo haría a una especie de justicia privada paralela, "lo que me resulta descorazonador". Para el profesor González, aspectos como éste hacen que el TTIP afecte tanto a la calidad de nuestra democracia, como a la salvaguarda de algunos derechos fundamentales.
¿Es posible la armonización regulatoria?
El segundo gran punto de conflicto es la armonización regulatoria de diversos mercados. Un ejemplo claro es la manera de introducir las innovaciones farmacéuticas al mercado. Aquí Estados Unidos defiende su práctica de una regulación previa bastante laxa y que sean las resoluciones judiciales en el caso de haber quejas las que puedan sacar ese producto del mercado. En Europa hasta ahora se es mucho más exigente y un producto farmacéutico solo se pone a la venta tras pasar numerosas pruebas previas.
Un tercer punto en el que hay gran discusión es con el tema de las Denominaciones de Origen. En Europa están ligadas a la producción en una determinada área geográfica, lo que beneficia a las agriculturas y ganaderías de esas zonas, mientras que en Estados Unidos es simplemente un tema de marcas. Un vino de California se puede llamar Rioja si quien lo produce licencia esa marca.
¿Ha muerto el TTIP?
Llegados a este punto, los detractores del TTIP, tanto europeos como estadounidenses, abogan porque sea rechazado. De hecho, como consideraron los eurodiputados del grupo de la izquierda, Paloma López y Helmut Scholz, en algunos círculos ya se da casi por muerto, ya que a la contestación social -330.000 personas se manifestaron a mediados de septiembre en Alemania contra el TIPP y el ya inminente CETA, el acuerdo que la Unión ha alcanzado con Canadá-, se suman las reticencias de buena parte de las clases políticas de Francia y Alemania y, además, las negociaciones no van a poder concluirse antes de que cese la administración Obama, lo que en la práctica supondrá un retraso seguramente de años. No obstante, según apuntó el propio Scholz, mientras que no cambie el mandato que los 28 estados miembros dieron a la Comisión Europa de negociar con Estados Unidos, la negociación continuará abierta.
¿Son necesarios los Tratados Comerciales?
Tanto para Paloma López como para Helmut Scholz lo idóneo sería concluir las negociaciones ya. Sus razones son muchas, aunque quizá la idea que mejor lo resume es que "este tratado solo serviría para aumentar las desigualdades en ambos lados del Atlántico", como dijo la eurodiputada española. Desde las filas socialdemócratas, representadas en el debate por Dietmar Köster, la posición es parecida, ya que lo que Europa necesita no son nuevas condiciones comerciales, sino mayores garantías sociales y de retorno al Estado del Bienestar, mermado por los años de crisis. La posición de Ciudadanos, expuesta por Antonio Roldán, también se inclina por cerrar las negociaciones, aunque en su caso apuestan por "comenzar de cero y negociar un nuevo tratado mucho más transparente, no tan volcado en beneficiar a las grandes multinacionales, sino que garantice y eleve los derechos sociales ". La visión de Ciudadanos es que "la liberalización del comercio en sí misma es positiva, ya que favorece el crecimiento económico". Esta máxima fue negada por sus tres compañeros de mesas, ya que está más que demostrado que "este tipo de acuerdos hacen que se pierdan empleos, como por ejemplo ha sucedido con el NAFTA, tanto en México, como en Canadá y Estados Unidos", recordó Paloma López.
¿Última oportunidad para Europa?
Hay una tercera visión, traída a la mesa de debate de Encuentros Complutense por el investigador Miguel Otero, que ven en este Tratado quizá la última oportunidad de la vieja Europa de sobrevivir, con Estados Unidos de aliado, en un mercado en que las economías emergentes, llámense China o India, cada vez son más poderosa. "Mejor es firmar este TTIP que encontrarnos con un tratado firmado entre Estados Unidos y China que nos deje fuera de juego", concluyó Otero. "No se trata de no firmar un tratado comercial con Estados Unidos, sino de que ese tratado no traiga cláusulas anejas que atentan contra la democracia y los derechos fundamentales", concluyó, por su parte, Julio González.