El 23 de noviembre, el salón de actos de la Facultad de Bellas Artes acogió la segunda sesión de los Encuentros Sonoros, esta vez de la mano de Enrique Zaccagnini y Marta Sáinz, una pareja de artistas, expertos en improvisación, que ya han publicado juntos dos discos y que han actuado en galerías de arte y museos como el Reina Sofía. Sus actuaciones se mueven entre la danza butoh (una danza japonesa contemporánea que nació en los años 50), la electrónica y el uso de la voz y del silencio.
Marta Sáinz se mueve por el escenario del salón de actos siguiendo criterios zen de "mover diez centímetros el espíritu y siete el cuerpo". Por eso, sus movimientos son lentos, poniendo en constante tensión su cuerpo, y haciendo todo tipo de muecas y gesticulaciones. A ese baile tan corporal, Sáinz le une la voz, una voz que no tiene nada que ver con la musicalidad tonal a la que estamos acostumbrados, sino a ruidos, susurros, gemidos o simplemente el silencio, el vacío.
Mientras, Enrique Zaccagnini, que sólo puede imaginar los gestos de su compañera, porque se encuentra a su espalda, utiliza timbales para improvisar una percusión que la acompañe. Timbales que se tocan con baquetas, pero también con el motor de un cepillo de dientes o con un CD. Todo vale para hacer música, como demuestra Eliseo Parra en sus espectáculos tradicionales, y como ratifica Zaccagnini cuando arrastra una silla por el escenario o cuando Sáinz se une con su voz y su micrófono arrastrado por el mástil donde se sustenta.
Wade Matthews, figura clave en la improvisación electrónica, y protagonista de la primera sesión de Encuentros Sonoros, consideró que "la comunicación entre los dos tiene que ver con que él intuye el significado de cada momento o bien con que los silencios de los dos son realmente el eje de comunicación".
Zaccagnini explicó que antes de su actuación se ponen de acuerdo en plantearla "a partir del silencio, ese es el elemento fundamental ya que de hecho el sonido es el silencio,y sobre él se trabaja integrando lo que hace Marta Sáinz con la percusión, simplemente captando los silencios". Zaccagnini reconoce que sólo ve "una masa" y que se fija en los silencios para aprovecharlos, a veces para rellenarlos con sonidos y a veces dejando al silencio como protagonista absoluto.
Los artistas ofrecieron otra segunda pieza, con menos acción, en la que los dos compartieron protagonismo y donde el silencio ya no tenía tanto peso y lo recuperaba la voz, pero no una voz continua, sino a ratos, como naciendo de las más pura improvisación. Explica Sáinz que en realidad existe un plan previo, pero "es como cuando juegas, que estableces dinámicas más o menos fuertes, pero sin presentar una estructura formal".
Los dos artistas recomendaron a los estudiantes asistentes que, si pueden, se apunten a algún taller de improvisación de Wade Matthews, "porque se pueden aprender cosas que sirven mucho profesionalmente para desarrollar el ámbito creativo de cada uno".
