Cinco siglos después de que el londinense Thomas More (conocido en España como Tomás Moro) publicase su obra más conocida en Lovaina, la Facultad de Políticas de la UCM ha querido realizarle un homenaje. Francisco José Martínez Mesa, profesor del Departamento de Ciencia Política y de la Administración III que ha organizado este evento, informa de que para ello se han reunido "a especialistas y estudiosos del fenómeno que manifiestan la multidisciplinariedad del fenómeno utópico". Así, en el homenaje, celebrado en el salón de actos de Políticas el 2 de diciembre, se han reunido un experto en Ciencía Política (Ramón Cotarelo), otro en Derecho (Miguel Ángel Ramiro Avilés), un tercero en Historia (Juan Pro Ruiz) y un último en Filosofía (Juan José Tamayo).
El decano de la Facultad de Políticas, Heriberto Cairo, reconoce que le habría encantado que alguien, durante sus estudios de Ciencias Políticas, le hubiera pedido que leyera Utopía, porque es un libro que "nos permite arrojar luz sobre el hecho utópico, algo que es muy útil en la actualidad, nada superfluo".
Martínez Mesa recuerda que Utopía es un libro "pequeño, muy modesto y en apariencia ligero, pero en realidad ha contribuido muchísimo a los cambios de nuestro mundo en los últimos tiempos". De hecho, ni siquiera su autor "habría sido capaz de imaginar el impacto que iba a tener este texto en el pensamiento universal".
Aunque el libro en apariencia nos traslada a una isla inexistente, según el profesor de Políticas, en realidad "nos lleva a nuestra propia realidad cotidiana". Martínez Mesa va más allá y considera que "encarna una parte de la propia esencia del ser humano a través de una serie de valores como son la ilusión de la emancipación, la condición solidaria y social de cada individuo, la vocación de transformación y el espíritu crítico que permite, básicamente, ponernos delante de nuestras infinitas contradicciones, con la intención de que luchemos a fin de obtener una vida y una existencia más plenas".
A pesar de que fue Thomas More quien inventó el término de utopía, para Ramón Cotarelo, "el primer tratado de Ciencia Política de Occidente ya es una utopía". Ese tratado no es otro que La república, de Platón, que es la "quintaesencia de nuestra búsqueda de la mejor forma de gobierno". Según el politólogo, ese libro platónico, "se plantea en términos utópicos admisibles por cualquier exégeta dogmático de la secta utópica, si es que esta existiera".
La Utopía de la que se conmemoran hace ahora 500 años nació poco después de que los europeos llegasen a América y "entendiésemos que había otros lugares habitados por otras gentes, y eso llevó a la proliferación de utopías que no son otra cosa que diferentes Américas, de un tipo o de otro".
También de aquella experiencia surgieron libros de viajes como Robinsón Crusoe o Los viajes de Gulliver, que todavía llega hasta nuestros días con "Yahoo, que no era otra cosa que la onomatopeya del relincho con el que los caballos de ese último libro se refieren a los cortos seres humanos".
Para Cotarelo, las utopías, a lo largo de la Historia, son básicamente literarias, fundamentalmente novelas, "un subgénero literario que produce reflexión política, al extremo de que no hay analfabeto político con cargo que no hable actualmente de la necesidad de recuperar un concepto de la utopía que nos satisfaga a todos".
Esa literatura es además un género anglosajón y francés, y Cotarelo aventura la hipótesis de que es así, porque sólo en los países en los que hubo una revolución burguesa surgen esas utopías. Una de sus preferidas es la escrita por Cyrano de Bergerac en El otro mundo, "basada en la polémica sobre la pluralidad de mundos".
El siglo XIX "es complejo, contradictorio y no hay quien lo entienda", así que mientras algunos se aferran a utopías en las que el progreso es el objetivo más deseable, comienzan también a aparecer distopías, en las que ese futuro es totalmente negativo. Una corriente que alcanza su máxima manifestación en el siglo XX con libros como Un mundo feliz, 1984, Farenheit 451 y Las crónicas marcianas.
En la actualidad "la utopía forma parte sistemática de la reflexión política, ya que pasó de ser un concepto taxonómico, un género literario, a un concepto epistemológico, gracias a autores como Ernst Bloch". Esta corriente considera que "la utopía es innata porque vive en nosotros, la utopía somos nosotros, y esto que vivimos hoy no es otra cosa que la utopía de hace 100 años".
El historiador Juan Pro centró su conferencia en algo mucho más concreto, en la relación entre utopía y socialismo. De acuerdo con él hay dos conceptos que se produce por dos vías diferentes, el del socialismo utópico y el de la utopía del socialismo. Los dos son de tipo peyorativo, pero mientras que el primero surge desde dentro del socialismo para criticar a los socialistas previos al marxismo, el segundo surge desde fuera y señala al socialismo como una fantasía irrealizable y peligrosa.
Miguel Ángel Ramiro Avilés, en uno de sus muchos textos sobre la utopía, en concreto, Utopía y Tiranía, afirma que "el modelo de Utopía mantiene una visión positiva tanto del Estado y del Derecho, aunque manteniendo la vigilancia porque son conscientes de los abusos que se pueden cometer. El recelo hacia el Estado y el Derecho se lo han ganado a pulso porque, desde su origen el Estado ha realizado su voluntad a través del Derecho, obligando a los súbditos a acatar normas que el soberano estaba exento de cumplir. No será hasta el nacimiento del Estado de Derecho cuando recupere parte de su credibilidad. El Estado de Derecho, el gobierno de las leyes, sigue siendo el mejor antídoto frente a la tiranía".
Por su parte, Juan José Tamayo apuesta por la "rehabilitación crítica de la utopía en tiempos oscuros" y afirma que "la utopía a rehabilitar debe responder a una visión dialéctica y abierta, no determinista, de la realidad, en sintonía con la filosofía de la esperanza de Ernst Bloch. Ha de responder a una intencionalidad utópica y ser consciente de la distancia que hay entre cómo es el mundo y cómo debe ser, con el propósito de aproximar el ser al deber ser. La intención ética tiene que traducirse en un imperativo ético según las diferentes formulaciones que ha recibido en las distintas filosofías morales". Concluye que "sin un futuro utópico en el que quepa esperar y por el que quepa comprometerse, carece de sentido nuestro actual presente".