Durante todo el día 14 de diciembre, el aula magna de la Facultad de Físicas se convierte en la sede de la primera edición del Workshop en Protonterapia. Como explicó Alejandro Carabe, de la Universidad de Pennsylvania, en la ponencia inaugural del congreso, "la física de protones es más beneficiosa que la de fotones que se utiliza actualmente en radioterapia, porque en la primera se pueden detener los protones dentro del cuerpo". Si se hace de una manera correcta, además la dosis de radioterapia a aplicar "es menor que con los fotones".
En la actualidad, en la mayor parte de los países desarrollados, en torno a un 35% de los casos de cáncer requieren un tratamiento de radioterapia, ya sea solo o con combinación con otros tratamientos, entre los que se encuentran la quimioterapia y la cirugía. Minimizar la exposición de los tejidos sanos a estas terapias ha estado siempre entre los objetivos de médicos de todo el mundo, y ahí es donde entra la protonterapia.
De acuerdo con los responsables del congreso, la protonterapia es "un tipo de radioterapia externa que usa un haz de protones para irradiar el tejido afectado por un tumor, en lugar de los haces de fotones o electrones que se usan en las técnicas tradicionales de radioterapia". Su principal ventaja es que "permite localizar de una forma más eficiente la dosis en el tejido tumoral, de manera que el tejido sano absorba una energía menor y por tanto se minimicen las posibilidades de daño en los órganos sanos". Además, la protonterapia ofrece también "la posibilidad de optimizar desde el punto de vista biológico la administración del tratamiento".
Según Alejandro Carabe existen todavía algunas desventajas con respecto a métodos más tradicionales, como son las incertidumbres, que durante el tratamiento pueden dar lugar a una mala estimación del conocido como pico de energía de Bragg y como consecuencia, la dosis podría ser depositada completamente fuera del tumor. Esas incertidumbres pueden estar causadas por distintos factores como el cálculo de la dosis, el posicionamiento del paciente, la dirección del haz o incluso cambios en la anatomía durante el tratamiento.
De todos modos, según el experto de la Universidad de Pennsylvania ya se están corrigiendo estos errores con nuevas técnicas de protonterapia, como la de arco que permiten "reducir la dosis al tiempo que no se reduce la cobertura sobre el tumor ni se pierde eficacia".
Otro problema añadido es el coste de las instalaciones de protonterapia, de momento mucho más caras que las de la radioterapia más frecuente. De ahí que la protonterapia represente hoy en día, según Iba, empresa especializada en esta técnica, menos de un 1% de los tratamientos de radioterapia.
El congreso, organizado por el grupo de Física Nuclear de la Universidad Complutense, en colaboración con la Universidad de Sevilla, y respaldado por empresas como Varian, Alibava Systems, Iba y PTW, busca "fomentar la colaboración y un espacio de trabajo común entre radioterapeutas, oncólogos, radiólogos, radiofísicos e investigadores nacionales del área de física médica interesados en protonterapia con vistas a conseguir un funcionamiento óptimo de una futura instalación de este tipo en España".