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Viernes, 19 de abril de 2024

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Veterinarios de la UCM en Tailandia, un trabajo duro por una causa digna

Texto: Jaime Fernández, - 6 MAR 2017 a las 13:09 CET

Después de una semana muy intensa, los cuatro complutenses que están de voluntarios en Soi Dog, en Tailandia, intentan adaptarse a trabajar con medios muy parecidos a los que están acostumbrados en España, pero con "unos pacientes con patologías y procesos que no son normales" para ellos, "por su severidad y por lo que suponen para estos animales". Entre esos problemas se han encontrado "moquillo, parvovirus, panleucopenia y otras infecciosas de inevitable transmisión; además las garrapatas dejan solo escapar a unos pocos y son muchos los que sufren ehrliquiosis (causada por bacterias), babesias (causada por parásitos), Lyme (transmitada directame por las garrapatas)... Y, por supuesto los atropellos y colisiones de tráfico, que son con diferencia el proceso más repetido en la unidad de cuidados intensivos, además de ataques de otros perros, miasis (una enfermedad parasitaria ocasionada por larvas de mosca que afecta los tejidos y órganos) y emaciación (adelgazamiento patológico)". Lo peor, de todos modos, es acostumbrarse al clima, porque "trabajar con 36 grados y cubiertos de sudor no es tan fácil", y también a la dificultad del idioma, porque la mayoría "no habla apenas inglés, por lo que tienen un sistema de carteles con fotografías y dibujos para que no haya errores en la comunicación".

 

La llegada a Soi Dog, tras algo más de 30 horas de viaje, les deparó una grata sorpresa, porque "el centro es espectacular". Desde 2008 han ido mejorando las instalaciones y "disponen de un quirófano con sala prequirúrgica y jaulas postquirúrgicas destinadas solamente a los perros dentro del programa de control poblacional". El hospital es muy nuevo y con "un aspecto moderno y funcional que ya se ve desde sus puertas de cristal, y con una centralita con 4 puestos que recoge las llamadas de emergencias y avisos de la gente que encuentra perros que necesitan ayuda". Cuenta hasta con "una pequeña piscina portátil para fisioterapia y rehabilitación de los animales con dificultad motora".


Cuenta Marta Pedraja que hay unos 400 perros, que "están alojados en los dog runs, todos aquellos que por alguna causa no pueden volver a las calles o a las zonas donde fueron recogidos". Los perros que tienen problemas de socialización "reciben un trato especial separados de los demás, con voluntarios que durante horas esperan pacientes hasta recuperar, centímetro a centímetro, la confianza en el ser humano de estos animales".


Además en la Soi Dog Foundation hay un "hospital felino, con cuarentena, hospitalización y zona de estancia permanente".


Tras los primeros días de trabajo, el equipo se ha separado. Iago Asorey y Beatriz Díaz se van a la cercana isla de Ko Lanta, al suroeste del país, "a trabajar como veterinarios en Lanta Animal Welfare", otra asociación sin ánimo de lucro que busca mejorar las vidas de perros y gatos, aliviándoles del dolor y del sufrimiento. Explica Marta Pedraja en su blog que el "único veterinario que trabaja allí, sin ayuda de voluntarios, ha pedido a Soi Dog que envíe veterinarios a colaborar en sus labores de vacunación, tratamiento y castración de perros y gatos en la isla". Los medios en Ko Lanta son mucho más limitados que donde han estado trabajando hasta ahora, pero "las ganas de trabajar y mejorar el estado de todos esos animales son las mismas".


En Soi Dog, mientras tanto, Adrián Barahona "seguirá en quirófano, viendo fracturas imposibles, castrando contra reloj y aportando su granito de arena junto a la doctora Eed". Marta Pedraja continuará con los casos de la Intensive Care Unit (la UCI), junto a una veterinaria argentina que lleva unos meses trabajando en Soi Dog.


Allí la calidad de vida es un concepto totalmente diferente para perros y gatos que van a tenerse que valer por sí mismos en las calles, del que se pueda tener en España. Por eso lo que para los españoles es una opción de tratamiento, para el equipo de veterinarios tailandeses es una clara decisión de no continuar si no se puede asegurar una vida digna y segura de los pacientes en su lugar de origen. Aunque "también nos sucede al revés... Vemos desastres y casos muy duros y complicados que parece que solo tiene un final, y ellos, los veterinarios y los animales, nos demuestran que siempre se puede luchar un poco más".


Añade Pedraja: "El aprendizaje está siendo recíproco... pero pienso de verdad que somos nosotros los que más tenemos que aprender de cómo empatizar, conocer los límites y continuar trabajando duro por una causa tan digna".

La bandera de la Complutense ha llegado hasta Tailandia de la mano de cuatro jóvenes veterinarios: Marta Pedraja, Iago Asorey, Adrián Barahona y Beatriz DíazAdrián Barahona, Iago Asorey, Beatriz Díaz y Marta Pedraja en las instalaciones de Soi Dog Foundation, que a pesar de su aspecto exterior cuentan con instalaciones a la altura de las que están acostumbrados en EspañaMarta Pedraja, Adrián Barahona, Beatriz Díaz y Iago Asorey, en Tailandia
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