Bianchi Méndez, catedrática del Departamento de Física de Materiales de la Complutense y miembro de FINE Group (Grupo de Física de Nanomateriales Electrónicos de la UCM) fue la conferenciante invitada, el 8 de marzo, en el ciclo Hablemos de Física. En su charla repasó tanto la historia de la nanociencia como de la microscopía y expuso los trabajos que se están realizando en FINE, con nanomateriales semiconductores, fundamentalmente óxidos, que se preparan con métodos como el de evaporación térmica, y que están dirigidos a conocer mejor la materia para poder manipularla y diseñar materiales a medida.
Méndez explica que si se conocen las propiedades físicas (ópticas, electrónicas, mecánicas y térmicas) de los materiales se podrá avanzar en cuatro grandes aspectos, que son aprender más de la naturaleza de la materia, desarrollar nuevas teorías, aprender cómo modificar esas propiedades y desarrollar nuevos productos.
Para poder manipular esas propiedades, lo primero que hay que hacer es ver la materia con la que se quiere trabajar, algo que se complica cuando hablamos de lo nano, que ocupa un rango muy concreto de tamaño entre 10-9 metros (nanómetro) y 10-6 metros (micra).
La única manera de trabajar en esos rangos es con microscopios electrónicos, cuya historia, de acuerdo con Bianchi Méndez, comienza con el alemán Ernst Rucka, que fue el primero, en los años 30 del pasado siglo, "que pensó en cómo usar los electrones para hacer lentes nanométricas".
Desde aquel entonces la tecnología ha avanzado relativamente rápido y ya hay microscopios electrónicos con capacidad de observar por debajo del angstrom, que es la décima parte de un nanómetro. La Complutense cuenta con algunos de esos microscopios en el Centro Nacional de Microscopía Electrónica.
El trabajo que realizan en el grupo FINE se centra en fabricar y caracterizar nanoestructuras con variedad de morfologías, predominando las estructuras alargadas, como nanohilos, nanoagujas o nanocintas a partir de "óxidos semiconductores que cuentan con propiedades que se pueden ajustar para cambiarlas y luego utilizarlas en un campo de aplicaciones enorme".
Explicó Méndez que han desarrollado una manera "relativamente fácil" de lograr nanohilos de óxido, calentando el material en un horno, hasta los 1500 grados, que es lo que se conoce como "evaporación térmica".
El grupo está especializado en introducir materiales dopantes en los óxidos "para obtener diferentes efectos, ya sean ópticos o dimensionales". Estos últimos, por ejemplo, han permitido tener en una misma estructura nanohilos y nanocintas.
También es posible mezclar diferentes tipos de óxidos, como el de estaño y galio, tal y como se puede leer en la primera publicación científica del grupo en este año 2017.
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