Las ponentes en la mesa redonda de las XI Jornadas de Género y Educación, celebradas en la Facultad de Educación de la Complutense el 16 de marzo, han llegado a la conclusión de que la situación de las mujeres mejora, aunque muy poco a poco, mucho más lento de lo que debería. De todos modos, esa mejora, según Cecilia Castaño Collado, catedrática y codirectora del máster Igualdad de Género, no se refleja en un cambio de roles, ya que las mujeres "siguen estando excluidas de las áreas estratégicas donde se define el futuro de la universidad".
María Bustelo, delegada del rector para la Igualdad, explicó que este no es un "problema solamente español, sino que ocurre hasta en los países europeos con índices de igualdad más avanzados". Se trata de un problema muy estructural anclado tanto en la segregación vertical (la que afecta a la carrera académica) como en la horizontal.
La segregación vertical también se da en toda Europa, donde sólo el 21% de las cátedras están ocupadas por mujeres. Informó Bustelo de que en la UCM ese porcentaje es mayor, llegando hasta un 28%, "en parte gracias a la acreditación, que es un sistema un poco más objetivo y transparente, y esas características sientan bien a la igualdad".
También en la Complutense, las mujeres representan un 61% del equipo rectoral, siendo, "por primera vez en la historia, más mujeres que hombres" e incluso ocupando algunos cargos tradicionalmente masculinizados como el vicerrectorado de Política Académica y Profesorado.
En esta tendencia de crecimiento de mujeres en las universidades han tenido que ver muchos factores, internos como la propia labor de la Unidad de Igualdad; externos, como las políticas españolas y europeas, y generacionales, con un mayor interés por parte del alumnado en los temas de género.
Sonia Núñez Puente, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad Rey Juan Carlos, asegura que el interés del alumnado no sólo se refleja en una mayor sensibilización, sino también en la demanda de estudios de género. Para fomentar este interés Núñez Puente considera que hay que buscar "los espacios, luchar por ellos y trabajar como equipo, tal y como se hace desde el Observatorio de Igualdad de Género de la Rey Juan Carlos".
Puso otros ejemplos, como los programas de doctorado relacionados con género, las actividades que se realizan tanto dentro como fuera del campus y la inclusión de la educación transversal en algo tan a priori masculinizado como un máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digital. El papel de la Universidad, por tanto, es "ser capaz de ofrecer la formación que el alumnado demanda".
Cecilia Castaño Collado, codirectora del máster Igualdad de Género de la UCM, explicó que existe una tensión muy fuerte "entre el progreso de la mujer y las resistencias a esos avances". Una resistencia que se asienta en dos ejes interconectados, la nueva gestión pública y Bolonia.
La primera de ellas implica que se imponen criterios de mercado con cambios muy importante a la hora de entender la universidad, mientras que Bolonia potencia la competitividad entre universidades y la transformación de los estudiantes en clientes. Es un sistema regido por los ránkings en el que aumenta el estrés de los profesores por la intensidad del trabajo, algo que afecta "más a las mujeres porque suelen ser las que imparten enseñanza en los primeros cursos, mientras que los hombres se dedican más a la investigación".
De ese modo se siguen manteniendo los roles, como se ha demostrado con un estudio de las 48 universidades públicas españolas. Existen unos vicerrectorados feminizados que son los que afectan a la cultura, a igualdad, a la responsabilidad social, a los deportes..., y otros masculinizados como la investigación, la relación con las empresas, el profesorado, la estrategia y la planificación, las tecnologías...
De acuerdo con Castaño Collado eso demuestra que "los roles sociales van más allá de la esfera privada y se trasladan al ámbito académico". Opinión con la que coincidió Susana Vázquez Cupeiro, codirectora de estas jornadas junto a María José Camacho Miñano.
La educación es una parte fundamental para ir desmontando este problema estructural y en eso llevan ya once empeñadas las investigadoras del SIGE (Seminario Interdisciplinar Género y Educación), responsable de la organización de estas jornadas. Antonia Fernández Valencia, coordinadora del SIGE, informó de que tras diez años visibilizando aspectos de género en la educación ha llegado el momento de dar un salto significativo e "implicar a la universidad en el cambio cuantitativo y cualitativo de los estudios de género".
Carolina Fernández Salinero, secretaria académica de la Facultad de Educación, y miembro del SIGE desde su creación en 2006, señaló, mirando a un público fundamentalmente femenino, que en la universidad ya hay más mujeres que hombres, así que "la perspectiva de género tiene que estar presente en las mismas condiciones que muchas otras".