"Concha Espina. A punto del Nobel" es el título de la exposición que se puede visitar, hasta el 27 de abril, en la Biblioteca María Zambrano. La muestra es un "aperitivo" de lo que será una gran exposición que se podrá visitar en el Museo Nacional de Ciencias Naturales a partir del mes de septiembre y que estará dedicada a las mujeres que han conseguido el premio Nobel. La escritora Concha Espina no fue una de ellas, pero como se recuerda en esta muestra, en 25 ocasiones fue propuesta y en 1926 se quedó a un voto de conseguirlo.
La VII edición de la Semana Complutense de las Letras se extenderá desde el 19 hasta el 28 de abril con actividades por todo el campus, pero también con otras muchas en la ciudad de Madrid. La primera de todas ellas, como ha recordado María Nagore, vicerrectora de Extensión Universitaria, Cultura y Deporte de la Complutense, es esta muestra "sobre una figura muy desconocida, pero que fue realmente importante para las letras, tanto españolas como europeas".
De acuerdo con la vicerrectora, el objetivo de esta exposición es "fomentar la difusión del conocimiento de la figura de Concha Espina, al menos en el ámbito nacional". Ello se hace a través de una serie de paneles, tanto biográficos como con poemas de Gerardo Diego y José Hierro dedicados a la escritora, como con vitrinas en las que se pueden ver materiales originales relacionados con ella, cedidos por su familia. Allí hay sellos, fotografías, galardones, periódicos, libros e incluso la falsilla con la que escribió durante sus últimos quince años de vida.
Carmen Sainz de la Maza, nieta de Concha Espina, la recuerda todavía escribiendo con esa falsilla, totalmente ciega, demostrando la que ella considera que fue su mayor cualidad: "la fuerza de voluntad". Añadió Sainz de la Maza, que cuando su "madrina" se fue, ella tenía 15 años de edad, y que si la llamaban "madrina" era por coquetería, porque se negó siempre a que la llamasen abuela.
Concha de la Serna, otra nieta, la conoció durante menos tiempo, porque tenía seis años cuando murió su abuela. Incluso a así la recuerda también con una gran voluntad y como una persona incapaz de golpearse con nada a pesar de su ceguera, algo que llevó a Concha de la Serna a jugar, de niña, a ser también ella ciega. Aparte de su voluntad, quiso incluir entre las cualidades de su abuela, la misericordia.
Tras la presentación de la muestra, las dos comisarias, Sonia Rivas y Belén Yuste, hicieron una breve visita guiada por la misma, destacando que estas piezas que ahora se pueden visitar servirán para "enfocar la luz, que tanto tiempo ha estado en tinieblas, sobre Concha Espina". Una mujer a la que sólo le faltó un sillón en la RAE y un premio Nobel, dos logros de los que estuvo realmente cerca, pero que la sociedad le negó, no así como otros muchos galardones e incluso el cargo de embajadora extraordinaria en Las Antillas, representando a Alfonso XIII, y en Perú, en representación de la segunda república.