"La recuerdo sentada casi siempre en primera fila. Era una alumna colaboradora, fantástica..." La profesora Beatriz Villacañas aún se emociona cuando habla de Angélica González García, su alumna de la licenciatura de Filología Inglesa que un 11 de marzo, el de 2004, se subió en un tren en Alcalá de Henares que nunca llegó a su destino. "Cuando me enteré de ello, de lo que le había pasado a Angélica me causó tal sensación de horror y de pena que para convivir con esa pena empecé a escribir para ella, a escribirle cartas, poemas-carta". Cinco de esos poemas-carta han sido publicados por la Editorial Vitrubio en una plaquette no venal titulada Cartas para Angélica. La profesora Villacañas ha querido que los primeros en tener este "pequeño opúsculo" fueran los propios padres de su alumna, entregándoselo en un sencillo acto, celebrado en la tarde del 27 de abril en el Aula Histórica de la Facultad de Filología, en el que participaron algunos de los profesores de Angélica y la vicerrectora de Relaciones Internaciones, Isabel Durán, también profesora de Filología Inglesa.
- ¿Por qué estas cartas a su alumna?
- He querido que fuera una puerta de esperanza, de que ella de alguna forma esté en alguna dimensión que nos ayude, de que pueda leer esas cartas de alguna forma. Mi padre, cuando falleció mi abuelo, escribió un poema que se llama Última carta al padre, y dice: "Padre te cuento esto, y soy yo el que te lo cuento, porque los otros creen que los muertos ya no oyen lo que decimos. ¿Será verdad eso? No es verdad lo que dicen, porque un ave me ha rozado con su vuelo cuando estaba dudándolo". Quiero incluso aferrarme a la duda. La certeza es muy difícil de tener, pero la duda... Si te aferras a la duda, dejas una puerta abierta a la esperanza, y quiero que estos poemas sean una puerta abierta a la esperanza sobre todo para ellos, y también para mí. Porque yo creo que no somos solo un conglomerado de células. Cuando amas a una persona no ves solo células que después mueren y no hay más. Platón decía que el amor consiste en ver el ser sagrado en el ser amado. Tiene una transcendencia... Es una puerta abierta a eso.
Cada 22 de diciembre la profesora Villacañas llama por teléfono a la madre de su alumna, a Flori, "una mujer buena, encantadora". Hablan de sus cosas, de cómo le va a la vida al hermano de Angélica, que tenía 18 años, uno menos que su hermana cuando pasó aquello, y que ahora es profesor de alemán. El 22 de diciembre es el cumpleaños de Angélica. "Nos tocó el gordo", dice la profesora Villacañas que le sigue bromeando cada año Flori. Nunca se la olvida llamar. Cosas del destino hicieron que un 22 de diciembre muriera la madre de la profesora. Este año la llamada fue acompañada de una propuesta. "Le dije que quería entregarla esta plaquette que he editado, que si le parecía se la entregaba de una manera discreta, que iba a verlos a Alcalá de Henares, o que si querían yo podía organizar un homenaje para ella. A ella le gustó la idea. Todo lo que se haga para Angélica..., me dijo".