La Facultad de Filología acoge, los días 2, 3 y 4 de octubre, el Congreso Internacional Plataforma Teamad dedicado a los Circuitos Teatrales del Siglo XXI y para inaugurarlo ha contado con la presencia de Krystian Lupa, el director teatral polaco que está considerado, por parte de la crítica, como el "más grande" de todos los directores teatrales actuales. En su conferencia habló de sus influencias, de la importancia que da a los actores en su puesta en escena y de las razones por las que prefiere elegir, en muchas ocasiones, novelas antes que obras teatrales para llevarlas a las tablas.
De Kryistian Lupa se han podido ver adaptaciones obras maestras como El maestro y Margarita, de Bulgakov, Los hermanos Karamazov, de Dostoievsky o La calera, de Thomas Bernhard.
Julio Vélez Sainz, director del ITEM (Instituto del Teatro de Madrid) quiso saber, en la inauguración, de dónde venía ese deseo de adaptar novelas y si no encontraba en los textos dramáticos suficiente material como para dirigir. Reconoció Lupa que "hay muchas obras teatrales que son obras maestras, y no sólo de la Literatura", pero también que hay muchas que nacen encorsetadas.
Según el director polaco, "muchas obras de teatro modernas son simplemente tediosas", así que prefiere leer novelas que no tengan detrás un proyecto de escenografía ni hablen del teatro. Considera Lupa que al leer esas novelas descubre "una sensación de que el autor está pensando en la vida, en lo que ocurre entre las personas, con un horizonte mucho más amplio que el teatro". En concreto le fascinan aquellos "textos que no parecen posibles de ser llevados a escena".
Entre los directores que constriñen demasiado la obra y que "dejan muy poco espacio al autor" señaló a Beckett, aunque reconoce que consiguió sacar mucho más de lo que esperaba de una obra de ese autor, cuando dirigió, en España y junto a José Luis Gómez, Fin de partida.
En su discurso defendió no sólo a su admirado Thomas Bernhard, sino también a Yasmina Reza, una autora que ha sido muy criticada por burguesa, especialmente por la intelectualidad francesa, pero de quien Lupa ha montado varias obras, entre ellas la famosa Arte.
Considera el director polaco que el hecho de que las obras de Reza parezcan a veces un anodino teatro de bulevar se debe más a la puesta en escena de sus colegas que de los propios trabajos de la dramaturga francesa. Lupa llega incluso a comparar a Reza con Chejov, ya que los dos "ven lo mismo, que las personas, al hablar entre sí, siempre incurren en mentiras, en todas las relaciones".
Para Krystian Lupa, en la representación de esas obras o de cualquier otra, lo fundamental es el trabajo del actor, de hecho afirma: "El actor es mi pasión". Opina que un director es como una comadrona o como un instigador que debe ejercer un trabajo de escucha mutua con el actor. Un actor que tiene que ser verdadero, algo nada fácil de conseguir, sobre todo porque "a veces no sabemos lo que es la verdad, porque se trata de un misterio, de algo que se encuentra en un momento de la vida, es algo etéreo que nos visita hoy y que mañana podemos perder".
Considera Lupa que frente a un teatro de instrucciones estrictas que se le dan al actor, la dramaturgia debe consistir en conseguir que el actor comparta con el director "un discurso mental que nos hace navegar por lo vemos, lo que deseamos, por las conversaciones". Cuando alcanzan ese momento, los actores trabajan como si estuvieran en una "sesión de espiritismo, una esfera de misterio que hipnotiza y absorbe al espectador".
Por último, considera que "un actor bien afinado es una persona bien afinada, es decir, íntegra con todo su ser".