Señala la delegada del rector para la Formación Permanente, Prácticas Externas y Empleabilidad, Lucila Finkel, que en el ámbito educativo "nos estamos evaluando los unos a los otros continuamente". Desde los 3 años cuando comienza la educación infantil se evalúa a los estudiantes, constantemente desde que tratan de ingresar en la carrera docente se evalúa a los profesores -"estamos siempre con el carné en la boca"- y ahora también son evaluadas curso tras curso las titulaciones que se imparten, las facultades donde se desarrollan y las universidades -"ahí está el nuevo programa Audit"- que las ofertan. "Corremos el riesgo -afirma el rector Carlos Andradas- de que la evaluación se esté convirtiendo en un fin en sí misma, de que se convierta en una industria lucrativa que trata de perpetuarse. A veces -continúa el rector- parece que olvidamos para qué se evalúa".
El rector Carlos Andradas y su delegada Lucila Finkel hicieron estas reflexiones en la inauguración del XIV Seminario de Evaluación, que convoca el Máster en Evaluación de Programas y Políticas Públicas, que se imparte en el Centro Superior de Estudios de Gestión de la UCM. En esta ocasión, el seminario, que se celebró a lo largo del viernes 6 de octubre, estaba dedicado a la evaluación educativa. En concreto, trataba de responder a la pregunta ¿Cómo hacer que funcione la evaluación en el ámbito educativo?. La respuesta, como subrayó el rector en su presentación, aún nadie la ha encontrado. Lo que sí se está empezando a ver, y a ello dedicó su intervención Andradas, es que lo importante de un proceso de evaluación es tener claro cuál es su objetivo. "Las evaluaciones -afirmó el rector- terminan condicionando lo que evalúan. Podemos utilizarlo de manera correcta, es decir marcar la dirección en la que queremos ir: más calidad, más transparencia... Pero también podemos provocar efectos no deseados: uniformidad, pérdida de elementos singulares... Incluso podemos llegar a una cierta infantilización de las instituciones", aseguró.
Para la delegada Lucila Finkel, quizá sea este el momento de aplicar en el ámbito educativo elementos que ya se plantean, por ejemplo, en el terreno económico. Así, de acuerdo con Finkel, quien desde hace 13 años imparte clases en el Máster organizador de este seminario, en su libro "El capital en el siglo XXI", Thomas Piketty concluye que para acabar con la desigualdad habría que buscar los objetivos originales de la economía. "En el ámbito educativo -señaló Lucila Finkel- deberíamos hacer algo parecido: ¿Estamos mejorando la calidad? ¿Estamos mejorando la producción científica?...".
"Nadie cuestiona hoy que haya evaluaciones. Tienen que existir -insistió el rector-, pero tenemos que trazar claramente cuáles son sus objetivos y ser conscientes de esos efectos no deseados que tienen", concluyó Andradas, poniendo como ejemplo cómo por conseguir un currículo que le permita progresar en su carrera docente un profesor deja de hacer otras cosas que realmente le interesan y sobre las que realiza aportaciones o cómo, yendo un poco más abajo en el sistema educativo, segundo de Bachillerato se ha convertido en un curso cuya única finalidad es preparar al estudiante para superar una evaluación.
