El Villarreal CF está considerado un modelo de gestión empresarial en el complejo y demasiadas veces alocado mundo del fútbol. Este club, que representa a una ciudad de apenas 50.000 habitantes, es uno de los pocos que aúna una economía saneada, en los últimos años incluso con beneficios, y unos resultados deportivos extraordinarios, con 14 de las últimas 20 temporadas participando en competiciones europeas. Cuando se busca poner nombre y apellido a este éxito el primero en salir es el de Fernando Roig, presidente de Cerámicas Pamesa y máximo accionista del club desde 1997. Quienes saben de esto, junto a Roig, ni un peldaño siquiera por debajo de él, sitúan como "máximo hacedor" del denominado "Milagro del Villarreal" a José Manuel Llaneza, su vicepresidente. El catedrático de Fundamentos de Análisis Económico Emilio Cerdá ha querido que sus estudiantes conocieran de primera mano este caso, con muy pocas similitudes en el fútbol español, e invitó a Llaneza a la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales este 8 de noviembre para que contara los secretos del “milagro". La sesión la presidió la decana, Begoña García Greciano.
Sin secretos
El primer secreto, como suele pasar, es que no hay secretos. Por supuesto, sí hay receta: trabajo, cordura, convencimiento y conocimiento. Llaneza llegó al Villarreal dos años antes que Roig. El equipo acababa entonces de subir a segunda división por segunda vez en su historia. La otra vez, allá por 1970, la alegría había durado una sola temporada. En la 1994-95 las esperanzas no ya de ascender a Primera sino de mantenerse en la división de plata no eran mucho mayores. En ese escenario llega al club Llaneza, llamado por el hijo del entonces presidente, Pascual Font de Mora, quien ya tenía una salud bastante delicada. Cuenta Llaneza que cuando llegó la economía del club se llevaba "en una libretilla" y el campo se mantenía a propósito en malas condiciones para evitar que las delanteras rivales se la jugaran a sus toscos defensas. Justo la antítesis de lo que ocurre en la actualidad en un club ejemplo de gestión moderna en sus despachos y de gusto por el fútbol de toque en el campo de juego.
Las cosas claras
Ante el deterioro de su salud, la familia de Font de Mora se propuso vender el club. Llaneza tras mucho buscar dio con Fernando Roig, presidente de Pamesa, una de las empresas de mayor éxito de la zona. Su llegada fue un antes y un después. La temporada siguiente, la 1998-99, el equipo debutaba en Primera. "Al año siguiente bajamos porque creímos que éramos los que más sabíamos de esto. Si con 3 millones de inversión habíamos subido a Primera, pensamos que con... Y nos pegamos un batacazo..." La clave no era invertir en jugadores, que también pero con cabeza, sino invertir en el club. Lo primero es atraer y construir una afición fiel, que los aficionados de las localidades cercanas no les vieran como el rival que hasta entonces habían sido, sino con un club referente en la zona. Hoy tienen 18.500 abonados. Lo segundo era crear cantera, formar jugadores. Establecieron una red de ojeadores -"creo que ahora tenemos 32 ojeadores por España y otros 10 por el extranjero"- y, sobre todo, construyeron una Ciudad Deportiva (en la actualidad hay dos), envidiada por casi todos los clubes españoles. De allí en pocos años salieron jugadores de renombre como Santi Cazorla, Mateo Mussacchio o el actual capitán del equipo, Bruno. En la actualidad, en la Ciudad Deportiva del Villarreal residen 110 niños, y otros cuarenta lo hacen en pisos tutelados.
De la Champions a segunda
Todo salió a pedir de boca. Tras solo un año en Segunda, el equipo se afianzó en Primera, en la que solo ha faltado en la temporada 2012-13, y ha logrado estar presente en Europa en 14 de esas 20 temporadas. En la 2005-2006 un penalti fallado por su estrella, el argentino Juan Román Riquelme, le privó de jugar la prórroga en la semifinal de Champions League que le enfrentaba al Arsenal inglés. "La gente siempre dice que el penalti nos habría llevado a la final, pero si lo metía pasábamos a la prórroga y a saber qué habría pasado", recuerda Llaneza, para quien no obstante aquella hipotética final "nos habría llegado demasiado pronto".
La verdadera fortaleza del proyecto del Villarreal quedó confirmada en la temporada 2012-13, cuando un inesperado descenso le llevó a volver un año a Segunda División. El club no se paró, la cantera, que hoy es uno de los grandes orgullos del club, no se dilapidó, como otros hicieron en casos similares. Nadie se volvió loco y en poco tiempo el Villarreal volvió al lugar que le correspondía, incluso con raíces mucho más fuertes que antes. "No tenemos ni un euro de deuda ni a proveedores ni a Hacienda, pero hay que tener claro que esto no se hace de la nada. Ha sido necesario un socio capitalista como Fernando Roig, que en estos años ha invertido 190 millones de euros. Él nunca ha querido ganar dinero en el fútbol. Para eso tenía su empresa. Gracias a esto hoy somos el club europeo número 43 por su valor económico, y el número 23 en la actual clasificación UEFA", resumió Llaneza con orgullo.
Cooperación y solidaridad
Pero el éxito del Villarreal no se ha quedado solo en el Villarreal, desde el año 2008 se ha hecho extensible a otros muchos a través de su denominado Programa Endavant, con el que el club ayuda en la actualidad a 20 clubes de la provincia de Castellón y a 15 deportistas individuales, dedicando más de 1 millón de euros de su presupuesto. Según explicó Llaneza, todo empezó cuando Roig y él escucharon al jugador castellonense de voley-playa Pablo Herrera decir, tras ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2008, que no creía que pudiera seguir jugando mucho porque aquello no le daba para vivir. "Roig, creo que en un programa de radio con De la Morena, se comprometió a que el Villarreal ayudaría a Pablo Herrera. Así lo hicimos y enseguida vimos que aquello no podía quedar en eso, que debíamos ayudar no solo a más deportistas, sino a clubes modestos que apenas podían subsistir", resumió LLaneza.
Dos de esos clubes con los que el Villarreal colabora a través de su programa Endavant son el Club de Atletismo Playas de Castellón y el Peñíscola Fútbol Sala. Los presidentes de ambos, Antonio Escrich y Manuel Sierra, respectivamente, acompañaron a Llaneza en su presencia en la Complutense. Escrich narró como el Villarreal ayudó a que el club, una referencia del atletismo español, no desapareciese a mediados de la década pasada y desde entonces gracias a su aportación económica y a otras medidas, entre las que destaca el acceso a los servicios médicos del Villarreal, cada una de las temporadas siguientes, el Playas de Castellón se ha proclamado campeón de España de clubes. Por resultados ya ocupa el número 1 en el ránking histórico de la Federación Española de Atletismo. Algo parecido ha sucedido con el Peñíscola FS, al que ha ayudado a ascender a la división de honor, en la que lleva ya varias temporadas cada vez más consolidado y cerca de los puestos de cabeza de la clasificación. De acuerdo con su presidente, Manuel Sierra, además del apoyo económico y médico también hay que subrayar la imagen de marca que da a los clubes que ayuda el Villarreal, "que hasta nos permite vender nuestras camisetas por mayor valor".
Pero el Proyecto Endavant no sólo consiste en ayudar a otros clubes o deportistas, sino también a quienes lo necesitan. Así, según explicó José Manuel Llaneza, todos los jugadores y jugadoras del club desde la categoría infantil hasta el Villarreal B participan en programas de voluntariado. "Cada 15 o 20 días todos trabajan en proyectos serios, con ONG o instituciones, en programas con chicos autistas, síndrome de Down, discapacidad... Además de formar jugadores, queremos formar personas y ayudar a quienes lo necesitan", concluyó el coartífice del bien llamado "Milagro del Villarreal".