"Nigel Glendinning ha mostrado que Goya pertenece a un mundo complejo, rico en el debate de ideas y gustos, en el que participan otros artistas y bastantes literatos, damas y caballeros ilustrados, políticos, economistas, ministros, profesionales. Goya es la figura más importante, la más elevada, de una tradición que ya posee fisonomía propia. Su arte no es un capricho y, aunque sea excepcional en su calidad y alcance, no es una excepción". Son palabras de la laudatio que leyó Valeriano Bozal cuando Nigel Glendinning fue investido doctor honoris causa por la UCM en enero de 2006. Aquel discurso, y otros ensayos, se han incluido en la reedición del libro Goya y sus críticos, que Ediciones Complutense ha querido presentar, el día 21 de noviembre, en uno de los lugares que el historiador británico amaba más de Madrid, la ermita de San Antonio de la Florida. María José Rivas, conservadora de dicha ermita, asegura que en el libro de honor han encontrado no sólo sus palabras sobre ese lugar que le parecía mágico, sino incluso un pelo canoso que probablemente era suyo, "así que se conserva un doble recuerdo de su paso por la ermita".
Antonio López Fonseca, director de Ediciones Complutense, recuerda que las ediciones de Goya y sus críticos, tanto en español como en inglés, están agotadas desde hace años, ya que sólo se publicó una vez, en 1977 en el idioma original y cinco años más tarde en nuestro país. Así que a paritir de ahora "cualquier estudiante e investigador tendrá de nuevo a su alcance este libro y no tendrá que ir a buscarlo a una biblioteca".
Asegura López Fonseca que la producción del libro ha sido muy compleja y que no habría sido posible sin la tenacidad y el esfuerzo de la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Jesusa Vega, que se mostró "siempre dispuesta a corregir y mimar cada página una y otra vez".
Vega asegura que "no sólo la obra de Glendinning es digna de recuerdo, sino también su propia persona, la de un hispanista enamorado de la cultura española ya desde que llegó a Madrid en la época de los años 50". Una ciudad que, de acuerdo con la catedrática de la UAM, era "gris y bastante paleta", pero a pesar de eso los contactos del historiador con otros intelectuales reunidos en tertulias "le hicieron sentirse como en casa".
Javier Portús, jefe de conservación de Pintura Española hasta 1700 del Museo del Prado, cuenta que conoció a Glendinning a finales de los años 80 y que desde el principio le admiró tanto por su trabajo intelectual como "por su calidad humana".
De acuerdo con Portús, "Goya y Madrid eran dos de sus grandes pasiones", parte de las cuales reflejó en Goya y sus críticos, "uno de los libros al que dedicó más tiempo a lo largo de su carrera,", y que se convirtió en "un volumen seminal, un punto de partida para un amplio campo de estudio del arte español".
El libro no sólo interpreta la obra de Goya, sino también su personalidad, concibiendo al autor desde "su pasado, presente e incluso futuro, analizando qué pensarían sobre él las siguientes generaciones". Además Glendinning era también "un especialista en la literatura y eso le sirvió para establecer el marco y el contexto concreto del pintor".
Concluyó diciendo que para todos los que le conocieron, el historiador fue "un ejemplo vital e intelectual, con mucha lealtad y responsabilidad hacia su propia disciplina, y además con un gran sentido del humor, así que le habría gustado que se le hiciera este homenaje ante la tumba de Goya".