La iniciativa Encuentros Sonoros, de música experimental y arte sonoro, que lleva a cabo Encuentros Complutense en la Facultad de Bellas Artes ha contado, este 23 de noviembre, con la presencia de Truna. Músico de formación académica y autodidacta en la parte electrónica, Truna ha ofrecido un espectáculo musical y sonoro, pero también visual, gracias al apoyo de unas imágenes de sí mismo que él maneja a su antojo y que le permiten interactuar consigo mismo, formando un peculiar trío estando solamente él sobre el escenario.
El Truna real, o al menos el de carne y hueso, agradeció la oportunidad que le ha ofrecido la Complutense, "porque es muy difícil que este trabajo entre en los circuitos de música experimental clásica".
La pieza, que duró aproximadamente media hora, comenzó con el artista tocando con su chelo, intervenido electrónicamente, y con lo que ha bautizado como "la maleta mágica", que le permite hacer un "cúmulo de efectos". Pronto a él se unieron otros dos Trunas en sendos vídeos, que el músico detenía o hacía avanzar con unos mandos a distancia que cuelgan al lado de su cuello.
Los dos Trunas en vídeo utilizan instrumentos, o esculturas, como a él le gusta llamarlas, creadas por él mismo. El toro cósmico tiene ya 25 años de edad y sigue en proceso de creación, y para hacerlo ha utilizado "muchos imanes para cambiar de forma, lo que al mismo tiempo altera el sonido".
El otro instrumento ha sido bautizado como atril del futuro y es "un campo magnético creado con bobinas de cobre". Explica Truna que funciona con el contacto "pero a veces también suena cuando lo no toca nadie". "No me necesita, así que lo controlo hasta cierto tiempo, en realidad lo comparto más que controlarlo", añade.
Asegura Truma que si los llama esculturas es porque le gustan estéticamente, "más allá de por su utilidad". Realizados con materiales reciclados y con piececitas que le han regalado, ha habido quien se los ha querido comprar, pero no puede deshacerse de ellas porque producen "un sonido único" que no quiere compartir.
Reconoce, de hecho que su interés actual es "generar un espacio sonoro propio" y para ello utiliza todo su bagaje, sus inicios como músico de rock experimental, o postrock, "tocando en garitos" hasta sus años de formación de violín en conservatorio y de contrabajo en una escuela de jazz, y por supuesto el aprendizaje que adquirió al ver arreglar instrumentos a los lutiers.
En su espectáculo tiene también mucha importancia la parte visual, que alguien incluso ha comparado con ese humor premeditadamente naíf de los filmes de los orígenes del cine mudo, en concreto los de Segundo de Chomón.
En esa unión entre música e imagen, que al escucha parece pura improvisación, en realidad "todo está controlado a nivel compositivo", con una idea que se puede modificar a su antojo, y que le permite hasta discutir con sus clones de las pantallas