El 25 de julio de 1978 nacía en la ciudad inglesa de Manchester Louise Brown, el primer ser humano concebido mediante técnicas de reproducción asistida, en concreto por fecundación in vitro. Encuentros Complutense -la iniciativa nacida hace ya dos años para "acercar a la sociedad los debates de la actualidad tratados desde la academia", como recordó su director, José Manuel García Vázquez- ha querido recordar el 40 aniversario de Louise Brown dedicando su primera actividad de 2018 a debatir sobre los hitos y retos sociales de la reproducción asistida, no solo desde aquel ya lejano año 1978 hasta la actualidad, sino sobre todo de cara a un futuro en el que la principal pregunta que haya posiblemente que atreverse a responder es si lo que se pueda hacer y lo que se deba hacer tendrán o no que coincidir. Fantasmas del pasado como la eugenesia asoman de nuevo.
El debate, celebrado este 25 de enero en el salón de actos de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, hizo un recorrido por la secuencia pasado-presente-futuro de la reproducción asistida tanto desde la óptica de la antropología social, como desde la médico-técnica e, incluso, la jurídica. Moderados por la profesora de Antropología Social Consuelo Álvarez Plaza, Encuentros reunió a los también antropólogos sociales de la UCM y la Universidad de Barcelona, Ana Rivas y Joan Bestard, la bióloga Rocío Núñez, el ginecólogo Antonio Requena y el jurista Fernando Abellán.
La muerte de la familia nuclear
Ana Rivas dejó la primera gran conclusión de consenso: las técnicas de reproducción asistida abrieron a la pluralidad los conceptos de familia y emparentamiento. Hoy el sexo de los padres o de la madres no es decisivo para tener hijos. Las parejas del mismo sexo o las mujeres que deciden ser madres sin la intervención de otra persona crean familias tan legales o respetadas como las tradicionales. "La familia nuclear ha muerto, no así la tradicional", afirmó Joan Bestard en referencia a ese monopolio biológico e incluso moral de la familia formada por un hombre y una mujer. Por supuesto, no ha sido fácil llegar hasta aquí. Hubo que desafiar, como subrayó la Complutense Ana Rivas, al orden jurídico y a la moral tradicional, pero hoy ya se puede hablar de "normalización", como apunta Bestard. No obstante, como reconoce el profesor de la Universidad de Barcelona, en los últimos años "los antropólogos sociales nos hemos visto obligados a preguntarnos algo que creíamos saber, pero que no sabíamos: ¿qué es eso de ser padre o madre?". La respuesta parece estar alcanzando el consenso social: "La parentalidad es un proceso, no un acto". A veces incluso, como ha ocurrido, según informó la profesora Ana Rivas, en Argentina en recientes sentencias "ya se está reconociendo la triple filiación".
Avance técnico abismal
El nacimiento de Louise Brown fue la confirmación de que las técnicas de reproducción asistida funcionaban, y los siguientes veinte años, según expone el ginecólogo Antonio Requena, director médico de la Clínica IVI de Madrid, prácticamente se dedicaron en exclusiva en ir mejorando técnicas cuya única finalidad era solucionar los problemas de infertilidad que cada vez sufren más mujeres. Hoy la mejora de las técnicas es abismal, y los dos grandes problemas que se solían presentar, embarazos múltiples e hiperestimulación ovárica, están casi solucionados. Pero no ha sido, señaló el doctor Requena, "prácticamente hasta los últimos diez años cuando se da cobertura a los nuevos modelos familiares" y se ha avanzado también en técnicas que cubren sus necesidades: "las de las mujeres que quieren ser madres solas, aportando ellas el óvulo y recibiendo semen de un donante; las parejas de hombres, en las que uno de ellos aporta su semen; o las parejas de mujeres en las que una aporta el óvulo y la otra recibe el embrión", enumeró el doctor Requena.
Incorporación de la genética
Las técnicas no paran de avanzar. Hoy, como continuó explicando Antonio Requena, la edad de la mujer está empezando a dejar de ser un problema. Ahí están la preservación de los óvulos, que comienza a desvincular edad y momento de fertilidad, y en un futuro no muy lejano "hablaremos de rejuvenecer el ovario" de mujeres cuya esperanza de vida ya supera los 82 años pero cuyos ovarios a partir de los 40 años ya son ancianos. Pero, sin duda, a juicio de Requena la verdadera revolución en la percepción y utilización de la reproducción asistida es la incorporación de la genética a sus técnicas. Ya, como señala el doctor Requena, se están empezando a utilizar. Por ahora se ligan a la prevención de enfermedades hereditarias o a la detección de incompatibilidades en las parejas. Pero no parece que su uso vaya quedarse ahí. "Los límites los pondrán los juristas", concluyó Requena.
Ética y legislación
Requena, como sobre todo hizo la bióloga Rocío Núñez, hablan de un nuevo tipo de eugenesia (mejora de la especie) como gran dilema ético al que parece conducir de manera inexorable el avance científico en ese campo. De hecho, como apuntó el ginecólogo, ya no son pocos los que hablan de la irresponsabilidad que supone no asegurarse de tener hijos sanos cuando esto ya es posible. Está claro, como apuntó Rocío Núñez, que está servido el debate "entre lo que se puede hacer y lo que se debe hacer". Las consecuencias sociales, la discriminación económica... son argumentos que deben ser tenidos en cuenta.
¿Y la ley? Como asegura Fernando Abellán, jurista y asesor legal de la Sociedad Española de Fertilidad, llegados a un punto sin duda habrá que legislar sobre estas nuevas fronteras que abre el uso de las técnicas genéticas en la reproducción asistida. Hace 40 años ya hubo un revuelo parecido. El nacimiento de Louise Brown abrió entonces un debate en la sociedad que provocó la creación de un comité en expertos en Reino Unido, presidido por la filósofa Mary Warnock, cuyo apellido da nombre al informe que sirvió de base durante muchos años para regular el uso de los embriones humanos. Aquel informe, como recordó el profesor Joan Bestard, fue muy conservador y trató de salvaguardar a la familia tradicional ante "aquella amenaza". Finalmente en varios países, entre ellos "sorprendentemente", como califica Abellán, España, se fue en otra dirección. En 1988 se aprobó una ley "muy avanzada, que resultó bien gracias a que la sociedad la asimiló". Fue una ley que abrió muchas puertas, por ejemplo a que mujeres solas fueran madres, "lo que en Francia sigue prohibido", apuntó Abellán, y que con la resolución en 1999 del Tribunal Constitucional a la impugnación realizada por el Grupo Popular 11 años antes por considerar que aquella ley atacaba a la familia, ya no se pudieron volver a cerrar. La sentencia del Constitucional dijo que la Constitución en ningún sitio decía que su protección de la familia era únicamente para la tradicional, sino que incluía otros posibles modelos familiares adoptados por la sociedad. ¿Qué pasará esta vez?