Formar e-lectores y e-escritores, publicar libros (más o menos olvidados) en formatos digitales enriquecidos y desarrollar un modelo de edición que cualquiera pueda usar son los tres objetivos del proyecto eLITE-CM, que durará tres años y que está coordinado por la profesora María Goicoechea, del Departamento de Filología Inglesa. Ella misma explica que este proyecto surge de una convocatoria de la Comunidad de Madrid, con fondo social europeo, y que desde la Complutense vieron que en dicha convocatoria había "una línea dedicada a la Industria creativa e innovación, lo que encaja con el grupo de investigación LEETHI, que estudia, desde hace ya quince años, la literatura en su transición del mundo del libro impreso al digital".
Desde LEETHI investigan "toda la experimentación que se está haciendo con la literatura digital, que tiene mucho que ver con los experimentos de las vanguardias de principios del siglo XX, como por ejemplo la poesía visual, la sonora, el arte conceptual... Ahora, eso sí, con la textualidad electrónica se pueden hacer muchas cosas, aunque poca gente las conoce todavía y quizás son un poco elitistas porque se quedan en el ámbito universitario".
La investigadoras de LEEHTI decidieron hacer un proyecto de edición que llevara estos nuevos experimentos al ámbito de la edición digital. Para ello contactaron con Factoría Cultural, en Matadero Madrid, que ayuda a las start-ups, y consiguieron que les apadrinaran durante seis meses en los que les enseñaron a hacer un plan de negocio para un proyecto editorial, aunque no tenían dinero para llevarlo adelante. Fue entonces cuando vieron la línea de financiación de la Comunidad de Madrid "que encajaba perfectamente con el proyecto".
Consorcio
Reconoce Goicoechea que "la única pega es que el proyecto pedía que construyeran una especie de consorcio en el que se uniesen varios grupos de investigación de la Comunidad de Madrid, pero no del mismo organismo. Además tenía que haber acuerdos con empresas del sector, que en este caso es un sector que está naciendo y es muy pequeñito y, por último había que colaborar con instituciones públicas. Y todo eso tenía que estar montado en quince días".
Gracias a sus contactos previos en Factoría Cultural lo pudieron hacer juntando por un lado al grupo ILSA (Ingeniería de Lenguajes Software y Aplicaciones), de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense; al grupo LOEP (La Otra Edad de Plata, 1898-1936), también de la UCM, que "trabaja con textos de mujeres, sobre todo, exiliadas y escritores que no son tan famosos como deberían, y que están también muy interesados en la recuperación del patrimonio a través de la digitalización y de la creación de bases de datos"; y a ATLAS (Applying Technology to Languages), un grupo de investigación multidisciplinar, fundado en la UNED, que trabaja en el uso de las tecnologías para la enseñanza del inglés.
Las instituciones que forman parte del consorcio son la Casa del Lector, Medialab-Prado y la Biblioteca Nacional, que "tiene un proyecto que se ha convertido en el referente que es el Quijote interactivo, que adapta a la nueva sensibilidad, la lectura en pantalla, a un clásico, y ver qué se puede aportar que antes no podías. Por ejemplo, cuando estabas leyendo el Quijote en papel, lo mismo te hubiera gustado tener al lado los libros de caballería que se mencionan, un mapa de La Mancha, música de la época...". Informa Goicoechea, que la Biblioteca Nacional, en esa línea, tiene también otro proyecto con un cuaderno de Leonardo da Vinci.
Calleja interactivo
En esa misma línea, en la Complutense han optado por hacer el Calleja interactivo. El grupo LOEP propuso distintos textos para hacer el enriquecimiento textual, "pensando en empezar con el público infantil, quizás porque muchos padres y educadores están preocupados porque los niños están enganchados a las tabletas, casi como una división entre generaciones. Así que se ha querido aprovechar esa fascinación que ya tienen los niños para promover la curiosidad por los libros en general".
Explica Goicoechea que "este tipo de formato permite tender puentes no sólo temporales con los cuentos que leían sus abuelos, sino también lazos con niños de otras realidades, otras culturas..."
Por eso escogieron, para empezar con el proyecto, una colección de cuentos de Saturnino Calleja, que se llama Plaga de Dragones. En cuanto los vio la profesora Goicoechea se enamoró de ellos, porque "eran frescos, nada rancios como nos podemos imaginar a la España de los años 20, sino que tratan a los niños con mucha frescura, presentándoles como son, con su lado bueno y su lado malo, y con mucha ironía".
El primer cuento, ya publicado en el piloto del proyecto introduce en la narración un espejo que es casi como la pantalla de un ordenador donde se descubre esa plaga de dragones y con "mucoas referentes que podrían ser casi de ciencia ficción".
Por si fuera poco, cuando empezaron a trabajar con los textos, el grupo LOEP descubrió que detrás de esos textos hay una autora inglesa, un gran hallazgo sobre todo para Goicoechea, profesora de Filología Inglesa. Explica la profesora que Saturnino Calleja era un poco "como el Zara de los libros, que tuvo esa idea de abaratar el coste de la producción de libros, por un lado ignorando casi el trabajo del escritor, porque muchas veces él mismo hacía de adaptador o los escribía él mismo, y por otro lado eran los empleados los que escribían los cuentos, pero nunca firmaban".
Eso sí, Calleja ya pensó en su día que las imágenes eran muy importantes y contrató a los mejores ilustradores de la época, dándole mucho peso a la ilustración, así que "era una persona con mucha visión de futuro. Su lema era enseñar deleitando y pensó que los dibujos podían ayudar mucho a enriquecer la experiencia de lectura". Hizo también textos en muchos formatos, desde los de tapa dura "para las familias más pudientes hasta ediciones pequeñas que se vendían baratísimos".
En este caso concreto la autora de los cuentos era Edith Nesbit, que es la inspiradora de J. K. Rowling y también de otros muchos escritores ingleses. La editorial "cogió unos cuentos que ya habían publicado con el nombre de la autora británica, los recortaron y los adaptaron a la cultura española, pero la esencia del cuento seguía siendo de Nesbit".
Las investigadoras complutenses vieron que "era como un juego de espejos, porque por un lado está el cuento original con la traducción literal que ya apareció publicada y por otro está este cuento que es la esencia, más breve, pero también muy bien escrito". En torno a ello, empezaron a investigar también quién podría estar detrás de esas adaptaciones, así que "desde el punto de vista filológico es un proyecto muy interesante".
Edición bilingüe
La edición de estos cuentos de Calleja enriquecidos se presenta "en inglés, en español y en versión bilingüe a golpe de ratón". El primer cuento de los dieciséis que lleva la colección ya se puede consultar en el piloto, aunque "la idea es que luego esté insertado en la nube, con una explicación del proyecto y con una guía didáctica de cómo usar estos cuentos en el aula".
Las dos versiones se pueden leer o escuchar y para ello se han grabado con narradores profesionales. En las notas de enriquecimiento se puede leer desde donde viene este relato hasta la explicación de diferente vocabulario, acceso a puzles, recetas culinarias, profundización en conocimientos, páginas con otros cuentos... En total hay "ocho tipos de notas que se han creado a partir de las necesidades expresadas por un par de decenas de profesores sobre lo que les gustaría encontrar en un texto enriquecido".
Tres líneas de publicaciones
Aparte de esta línea centrada en la literatura infantil, el proyecto también tiene publicar libros de literatura sobre Madrid entre dos siglos y literatura de mujeres.
En cuanto a los libros sobre Madrid se pretende recuperar una selección de los mejores textos populares vendidos en los quioscos de la ciudad entre 1868-1939. Explica Goicoeceha que son "textos policiacos, novela negra, ciencia ficción que era literatura popular y muchos de esos textos, que se estaban perdiendo hasta la aparición de este proyecto que además incluirá el enriquecimiento de textos que permitirá recorrer Madrid con esa lectura, con temas de geolocalización de los textos".
En la literatura de mujeres habrá a su vez dos líneas, una dedicada a Mujeres Modernas, con una edición crítica de textos digitalizados enriquecidos, y Mujeres, Arte y Tecnología, que será una colección de ensayos de nueva creación.
Cursos on line y edición para todos
La idea, de acuerdo con la investigadora complutense, es que "todo lo que se aprenda en estos tres años del proyecto se pueda plasmar en cursos gratuitos en línea que estarán en plataformas tanto de la UCM como de la UNED".
Con ello, de acuerdo con el proyecto, se buscar formar "nuevos desarrolladores, e-escritores y e-lectores mediante fórmulas de microlearning (lecciones concretas, en línea y en abierto) que recojan y difundan el conocimiento práctico y el saber hacer adquirido por los grupos en relación a la creación de ediciones digitales y sus dimensiones culturales, cognitivo-estéticas y didácticas".
Además se quiera desarrollar un modelo de edición y visualización que permita a cualquier escritor "generar un texto digital mediante el diseño de una aplicación web adaptativa para la lectura y la creación de contenidos. El modelo generado habrá de ser multimedia, interactivo, multilingüe y multidispositivo".
La exposición
Este ambicioso proyecto incluye también una exposición, porque desde LEETHI se centran, "no tanto en literatura del pasado, como en lo que se está creando con la tecnología". A raíz de ese principio tienen previsto hacer una exposición en la Casa del Lector sobre literatura digital en el ámbito hispano, "donde hay muchísima creatividad".
Añade Goicoechea, que "el sentimiento de inferioridad en los latinos está muy arraigado y pensamos que somos menos tecnológicos que otros grupos, cuando en realidad ya hay autores muy creativos, como por ejemplo Belén García Nieto, una joven programadora que escribe poesía con código; Domenico Chiappe, que ha escrito la obra Tierra de extracción, que se ha convertido ya en un clásico; un ejemplo de literatura transmedia como Generación Tch! de Benjamín Escalonilla, donde sus personajes tienen unas páginas web, y si te metes en ellas adquieres un conocimiento complementario del libro; artistas que trabajan con la palabra, pero que se consideran artistas plásticas o conceptuales, y que usan proyecciones interactivas en las que el público que visita la exposición hace que la obra vaya cambiando...".
En la muestra habrá también secciones dedicadas a los antecedentes a la literatura para niños, "esta última se llamará Pequeños mutantes, donde si habrá que introducir algunos ejemplos extranjeros de literatura digital, porque en España se hace muy poco y con una calidad no demasiado buena".