La Biblioteca Histórica de la UCM ha acogido, en la tarde del 20 de marzo, el Encuentro Complutense "El espejo y el martillo. Hammer & Mirror", título homónimo del nuevo libro del profesor Manuel Álvarez Junco. El nombre, de acuerdo con el autor, tiene una triple inspiración. Por un lado, parte de una pintada callejera en la que leyó: "El arte no es un espejo, es un martillo". Según Álvarez Junco esa sentencia "se basa en una frase de Bertolt Brecht que indaga sobre si el arte es una representación o si es un instrumento para transmitir las ideas e incluso para influir en la gente". Por otro lado, el nombre del libre proviene de una exposición que Álvarez Junco montó en 2014 en la Biblioteca María Zambrano, de la mano de la Universidad para los Mayores de la UCM, y por última de una muestra que hizo en China, para la que empezó el texto que luego se ha desarrollado en este libro.
José Manuel Almeida, de Turpin Editores, asegura que la experiencia les "hace publicar buenos libros y este que se presenta hoy no sólo es el número 65 de los publicados por la editorial", sino que además es uno de los que más ha disfrutado en hacer.
Explica Almeida que "se ha impreso en varias tintas, cuenta con un desplegable en el interior, está cosido con hilo vegetal...". Todo realizado con mucho mimo y cuidado, y además eso no es más que "el continente, porque lo bueno, el alma está dentro".
Considera Manuel Álvarez Junco, que "el editor es totalmente cómplice y necesario en esto que hemos realizado". Añade que El espejo y el martillo parte de una declaración de principios y es que tanto a él, como al editor y al diseñador, Chema Ribagorda, les gustan "mucho los libros, que deben ser defendidos en esta época, porque los libros digitales y los objetuales no tienen nada de que ver. Estos últimos son algo que queremos tener, que queremos palpar, sentir, que queremos que nos acompañen".
Por lo tanto, este es "un libro de amantes de libros", ya sean Ribagorda, que" es una de las grandes figuras internacionales del diseño", o "un romántico como José Manuel Almeida".
Chema Ribagorda considera que en los últimos años ha comenzado a "aparecer un amor por el objeto libro porque ya empieza a verse como tal". Aclara además que "este no es un libro desnudo que envuelve a un contenido, sino que el propio libro se convierte en objeto, y la idea de meterlo en una funda remarca ese aspecto objetual".
El juego
Asegura Ribagorda que este trabajo nació como un juego y rememora una partida-concierto de ajedrez que jugaron Duchamp y John Cage en 1968 "que era en sí misma un personaje, era un juego de transgresión, como esta partida que ha propuesto el propio Álvarez Junco".
Álvarez Junco coincide con esa idea de que fue una especie de desafío en la que él y Ribagorda se iban mandando propuestas que no llegaban a gustarles a ninguno de los dos. Aquello, según el autor, "fue creciendo, como un proceso de creación que, según Valéry, es el desarrollo natural de una flor artificial".
El profesor complutense explica que "el tema de materiales era fundamental, en la parte del papel, de la textura, del peso de la cubierta y contracubierta, e incluso los juegos de colores, reducidos para que las reglas fuesen las menos posibles".
El libro, aparte de las ilustraciones de Álvarez Junco, cuenta también con un texto que "va sobre creación y arte, trata de explicar un poco lo que es un proceso de creación, y al mismo tiempo de cómo crear un libro. De hecho, en principio sabíamos de lo que íbamos a hablar, pero no cómo iba a quedar, es un poco como el trabajo de un buen cocinero".
Ribagorda desdice un poco al profesor complutense y considera que "en realidad es un libro de ilustración que lleva un texto". Para el diseñador, "la escritura alfabética es un soporte para el dibujo, es simplemente el apoyo, y por eso el dibujo se sube encima, lo pisa, al igual que en la mayor parte de los libros ocurre al revés". Asevera que querían jugar con la demostración del lenguaje en dos niveles, aunque "en este caso las imágenes no acompañan al texto, sino que son el texto".
La aclaración de Ribagorda convence a Álvarez Junco, "ya que la imagen tiene mucha más fuerza gráfica y por eso este libro plantea primero ver y luego leer". La lectura, por muy rápida que sea, "establece una interpretación mucho más lenta que la de la imagen, que es muy fuerte, muy inmediata, muy potente".
Un trabajo a tres bandas
El editor, José Manuel Almeida asegura que precisamente por ese diseño tan especial, "el libro está lleno de trampas, sobre todo para un impresor y por eso ha sido fundamental una complicidad muy grande entre el editor, el diseñador y el autor".
También Ribagorda cree que "ha sido un trabajo coral de los tres, y lo bonito es que tiene papel, tiene tinta, hay que coserlo, encuadernarlo... No tiene nada que ver con un e-book, que también se lee, pero como otras muchas cosas que se leen. Un libro tiene esa capacidad de memoria y registro que permitirá que cualquiera se acerque al objeto en cualquier momento del tiempo y se emocione de igual manera".