El salón de actos de la Facultad de Bellas Artes ha acogido la proyección de los cinco trabajos finalistas y la entrega de galardones de la primera edición del Premio CNP Partners - Bellas Artes UCM de Creación Audiovisual. El tercer premio ha sido para Distrito sombra, de María de la Haza Argüelles; el segundo para Desierto, de Coco Moya, Iván Cebrián y Carlos Hernández, y el primer premio ha recaído en Midriasis, de Juan Manuel Gonzalez Vidal y Alina Diana Somu. Las tres piezas se exhibirán en el festival de videoarte PROYECTOR 2018. La obra ganadora es una reflexión sobre la saturación de la información, tema que coincide con el interés de la artista Concha Jerez, Premio Nacional de Artes Plásticas, que impartió una máster class tras la entrega de los galardones.
La artista que también se hizo con el Premio Velázquez de Artes Plásticas en 2017, comenzó hablando de algunas experiencias personales que pudo vivir, ya de adolescente, y en pleno franquismo, gracias a una "madre excepcional" que le permitió ir en 1958 a Estados Unidos a disfrutar de una beca, y allí descubrió que "todavía existían divisiones entre negro y blancos", pero también empezó a disfrutar "del jazz y el rock".
Asegura Concha Jerez que "estas batallitas son importantes porque todo cuenta en la vida, lo que una ha visto y como lo ha visto. Picasso decía que todo está en la realidad, lo que ocurre es que cada uno vemos la realidad de una forma distinta, y de ahí salen nuestras creaciones".
Piensa la artista que "cuando te interesa vivir el mundo donde vives, todo va adquiriendo un poso y cuando tienes muchos años se hace síntesis de todo lo que te ha interesado y todos esos fragmentos acaban formando un cierto todo, o una serie de todos".
De acuerdo con ella, "ahora que se habla mucho de la globalización y de la saturación de la información es importante, sobre todo para los estudiantes de Bellas Artes, tomar conciencia de su interior, porque eso será lo que regule toda esa información extraordinaria y muy constructiva a la hora de ser creadores e incluso individuos".
Los inicios
Tras pasar por estudios de piano y por la carrera de Ciencias Políticas hizo su primera exposición en 1973, aunque se identifica mucho más con las obras que realizó en 1974, en el final del franquismo "con las espantosas condenas a muerte". En ese momento, se vio ante el papel en blanco y comenzó a rellenarlo con "escritos ilegibles autocensurados, de cosas que no podía decir porque sino iría a la cárcel, pero que quería que existieran y que estuvieran presentes".
Asegura Jerez que este trabajo no ha cesado, "porque en 2018 ha habido un incremento de la autocensura, incluso en un aspecto aberrante que es el laboral, cuando uno va a una entrevista de trabajo y tiene que decir lo que la persona que tiene delante quiere escuchar".
Frente a una situación como la de la ley mordaza la única solución que ve la artista es "que todos actuemos, porque nadie nos regala nada y si nos limitamos a entender la democracia como votar cada cuatro años mal lo llevamos". Opina además que hay que estar alerta porque ha habido un retroceso enorme con el deterioro del Estado del Bienestar en toda Europa, así que "hay que repensar la democracia, la ciudadanía y todo, porque no nos sirve. Es cierto que hay que conocer el pasado, pero no hay que mantenerse en él, hay que exigir y hay que pelear, porque las fuerzas reaccionarias cada vez se defienden más y los poderosos económicos de la Tierra cada vez quieren ser más ricos, los empleos son más precarios... La única manera de pelear es la unión, porque la unión hace la fuerza".
Los espacios arquitectónicos
Desde 1976 comenzó a hacer obras in situ en muchos lugares del mundo, aunque reconoce que en un principio sólo se fijaba en el espacio arquitectónico, "donde instalaba esos textos ilegibles censurados realizados con papel vegetal translúcido, porque pensaba que con el papel se podía transformar espacios". Papel que un poco más tarde sustituyó por "el poliéster traslúcido que también puede transformarlos".
Tres años más tarde, en 1983 comenzó a estudiar la conexión del espacio arquitectónico con el espacio exterior que le rodea, empezando a realizar performances y a utilizar imágenes multimedia. En 1986 extendió la realización de las obras in situ a diferentes estancias de un edificio, o incluso a un edificio completo. De esa manera, "la obra ya no es abarcable en una sola vez, aunque forma una unidad y el espectador es el que debe hacer la síntesis a nivel mental".
En 1989 añade a su obra el concepto del tiempo, con la idea de diario, entendido como día-río, el concepto de paisaje... Como muestra de todas las obras hasta esa fecha, Concha Jérez proyectó el vídeo Jardín de signos "con muchos fragmentos de trabajos anteriores, aunque con el edulcorado de la creación videográfica".
El abandono del arte contemporáneo
La artista reconoció que nunca ha vendido muchas obras, pero nunca ha vivido de su arte y además está contenta de no haberlo hecho, porque eso le llevó a buscarse la vida, algo que hizo a través de la enseñanza, primero en colegios, luego a profesores y por último en la Universidad de Salamanca.
Opina además la artista, que con "la bonanza económica se hicieron muchos centros de arte sin colección y el problema ahora es que los edificios son estupendos, pero los centros no tienen presupuesto más que para la hipoteca del edificio...". De acuerdo con ella, "los políticos tienen unas obligaciones en un estado democrático, como la defensa de la cultura, porque eso es lo que crea una nación, y se debería entender que la economía es solamente una herramienta, no puede ser el fin".
Informa de que ahora mismo el patrimonio contemporáneo en España está completamente olvidado, "mucho peor todavía para las mujeres artistas". Según sus datos, el Estado tiene reservado un 1,5% para patrimonio, pero "se dedica a reparar iglesias, que es patrimonio privado que ni siquiera paga impuestos, así que al patrimonio contemporáneo no va absolutamente nada".
Desde el año 2000
Al llegar a este siglo XXI, la obra de Jerez comenzó a centrarse en "la reflexión de la memoria histórica, sobre todo en aquellos aspectos que nos están siendo robados". Dentro de esa memoria montó varias instalaciones con imágenes, poemas, sensores que permiten una relación más estrecha entre el discurso propuesto y el espectador.
Lo muestra con otro vídeo titulado Jardín de palabras escritas, que procede de una instalación de 2001 en el Instituto Cervantes de Belgrado, que luego ha tenido varias versiones en lugares como Nueva York, Berlin, Círculo de Bellas Artes de Madrid en su 125 aniversario... Reconoce que a veces a sus proyectos "les salen ramificaciones, obras que se extienden generando un entramado que no está previsto". En el caso de esta instalación se escuchan voces de autores como León Felipe, Benedetti, Nicolás Guillén..., "de tal manera que la lectura privada pasa al espacio público en esta obra en la que se quería crear como una especie de rumor de plaza pública en la que sólo se oyesen las palabras de los poetas".
En 2002 tuvo un gran proyecto, Restos anónimos del Naufragio, en Las Palmas de Gran Canaria, en el Centro de Arte La Regenta, una sala que en su origen fue una fábrica de tabaco. Allí le interesó hacer una mirada reflexiva hacia el siglo XX, "un siglo que empezó con la lucha obrera y también la de las mujeres por el voto y el reconocimiento social y personal. Junto a eso hubo otras revoluciones como la rusa, la de los claveles, la cubana... Ideas que crearon unas expectativas importantes, así como las vanguardias históricas artísticas que surgieron al mismo tiempo, como el expresionismo, el expresionismo abstracto, el geometrismo, el dadaísmo, el futurismo que dio pie para hacer el arte sonoro...". Reconoce que todos los artistas son producto de esos movimientos sociales y culturales.
En la actualidad, sus intereses son "acometer una revisión transversal de su obra sin olvidar la globalidad de la misma." Bromea que esa revisión de los muchos trabajos que ha realizado, tanto sola como con José Iges, se deben a que "la fecha de caducidad se acerca".
Dentro de esas exposiciones recopilatorias, en 2014 montó una titulada Interferencia en los medios, en el MUSAC, donde unió diferentes obras, algo que continuó con una más extensa en 2017 en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria "ampliando el concepto a la interferencia a secas".
Terminó Concha Jérez haciendo otra reivindicación a la lucha que hay que llevar a cabo "para que al mundo de la cultura nos hagan caso, porque lo contrario lleva al empobrecimiento de la sociedad". Sobre todo cuando "el Estado no defiende al arte y ni nuestro presidente tiene ningún afición artística ni tampoco la tiene el rey actual".