No sabemos cuándo, pero siempre aparece. Ya no nos dejará. Nos gustará una y quizá después otra y seguramente más tarde una, otra y muchísimas más. Nos hará sentir, llorar, reir, nos llevará a otros lugares, a mundos por descubrir y a otros de los que nunca nos quisimos ir. Querremos ser parte de ella, crearla, experimentarla... y siempre escucharla. Hablamos, cómo no, de la música, de ese invento sin el que no habría vida o, al menos, sería muy distinta. Organizado por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria, Cultura y Deporte, la Facultad de Ciencias de la Información ha acogido por tercer año el Encuentro de Música y Comunicación DCODE Lab, jornada de debate que sirve de complemento al Festival DCODE, que este año tendrá lugar el sábado 8 de septiembre como siempre en los campos de rugby de Cantarranas, con Imagine Dragons de cabeza de cartel.
Además de tratar sobre la música actual y la que está por venir o sobre sus nuevos hábitos de consumo y negocio, este III DCODE Lab ha querido poner el acento en "las carreteras infinitas" -así se título la mesa- que puede seguir la música, en cómo está presente en otras artes, en cómo influye a esos otros artistas. Para ello reunió a profesionales muy diferentes: un chef de postín, Sergi Arola; una presentadora y actriz en lo alto de la ola, Ana Morgade; un humorista de la nueva hornada, Dani Martínez; una actriz con conocidos papeles televisivos, Laura Pamplona; un pintor y diseñador gráfico de prestigio, Borja Buenafuente, y un guionista y director de TV, Borja Echevarría. Moderados por el profesor de Musicología Julio Arce y el también guionista de TV Fernando Eiras, los seis hablaron del hueco que tiene la música en sus profesiones y en sus vidas, de cómo se encontraron con ella, de los grupos y cantantes -los confesables y también los inconfesables- que les han acompañado en el camino y hasta de sus intentos por estar al otro lado del escenario.
Ana Morgade (Zapeando, El club de la comedia) es una adicta musical, aunque no de cualquier tipo de música. Distingue entre la de calidad, y en esa no hace distinciones de estilo, y la eficaz: Despacito. Esa la odia. No importó que su primera cassette fuera de Sopa de caracol, porque lo suyo primero fueron Madonna y Michael Jackson, y después el rock sureño. Hoy vive enganchada a cientos de estilos y hasta "lo flipa" con gente que recupera instrumentos del folclore español y lo fusiona con sonidos más actuales. También tiene un grupo, Mapache malo, del que es la cantante. Los gustos de Dani Martínez (El show de Dani & Flo, El club de la comedia) son, quizá, un tanto más mundanos. Él le echa la culpa a sus padres, pero que su melodía del despertador -como los asistentes pudieron comprobar- sea La carretera, de Julio Iglesias, es responsabilidad solo suya. Dice que empezó escuchando La Guardia y Modestia Aparte, que luego degeneró a Los Inhumanos y un grupo que él recuerda llamarse "Los Tecnodinosaurio", "era la época de Jurasic Park". Ha tenido todos los "Bolero Mix", su primer concierto fue uno de Mónica Naranjo y aún no ha olvidado el de OT1 en el Bernabéu.
Lo de Sergi Arola es también un tema de familia. Su abuela era concertista de piano, su abuelo tocaba el violonchelo y su madre para dormir le ponía discos de Chopin, Shumann y Rashmaninoff. Por supuesto, él salió "mod". Aunque bueno, antes soñó con ser Sting, no en vano su primer vinilo fue Reggatta de Blanc de The Police, y hasta tocó el bajo en un grupo. Dice que empezó a trabajar en un restaurante para ahorrar y poderse dedicar a la música, pero no tardó demasiado en darse cuenta que se le daba mejor cocinar que tocar la guitarra. Pero eso no ha evitado que su mayor pasión siga siendo la música. Cocina con los cascos a todo volumen y le encanta repasar sus vivencias a golpe de canción. "Hay una cosa que solo tiene la música: una canción te lleva a un momento de tu vida de una manera totalmente espontánea. Y es que -reflexionó Arola- en todos los momentos de nuestra vida hay una canción. La vida es una banda sonora". Por cierto, en los comedores de sus restaurante siempre suena jazz.
Laura Pamplona (Aquí no hay quien viva, Hospital Central, Los misterios de Laura...) está casada con un batería y "por eso" en su casa no se escucha música. "Bueno sí, en cuanto él se va", señala riendo. La música es parte de la vida de la actriz, tanto que hasta es la cantante de un grupo que ha formado, con quién si no, que con su marido. Su primera "cinta" fue de Madness, aunque en su casa lo que más sonaba era Serrat. Después llegaron The Cool, U2, Nirvana... Lo de ser cantante lo tenía oculto en sus sueños, hasta que hace poco más de una década se apuntó a clases de canto. Allí descubrió un nuevo mundo, en muchos sentidos, y aunque durante un periodo lo tuvo que abandonar, hace ya un tiempo que ha vuelto y nada la alegra más el día que una buena sesión de canto lírico.
Europe y su The final countdown fue lo que despertó al guionista y director de TV Borja Echevarría del tedio en el que vivía en su pueblo (no dijo el nombre de la localidad). También Alaska contribuyó y algo más tarde, Nirvana y su Smells like spirit, que durante un verano escuchó en bucle. Hoy son muchas las cosas que no sabe hacer sin música de fondo, ni "hacer footing" ni escribir. Y aunque desde que ha sido padre, cada vez busca más momentos de "silencio absoluto" no puede evitar continuar comprando vinilos de forma compulsiva. "Es mi vicio y mi ruina". Curiosamente Borja Buenafuente, pintor hiperrealista y diseñador, comparte con Echevarría no solo el nombre de pila sino también su "vicio" por los vinilos. Su inspirador fue Paul McCartney y su obsesión The Beatles. Jamás en sus obras falta un referente musical, puede estar escondido en el cuadro o referido en el título, "pero siempre meto algo".
"¿Os avergonzáis de algún grupo o canción que os ha gustado en algún momento de vuestras vidas?", preguntó a los seis Fernando Eiras, ya riendo antes de escuchar las respuestas. "Por supuesto", vinieron a responder todos, "aunque solo durante ese periodo que hay entre que dejas de ser un niño y vuelves a tener personalidad", añadió Dani Martínez. Él durante un tiempo se calló su pasión por Julio Iglesias, igual que Boja Buenafuente por Mecano, Ana Morgade por su Sopa de caracol o Borja Echevarría por algún que otro cantautor. Sergi Arola sabe, en cambio, lo que nunca le gustará. Ni borracho ha sido capaz de cantar muchas canciones y aunque nada le pone más nervioso y orgulloso que recibir músicos en sus restaurantes, admite que por deferencia a Dani Martínez daría de comer a Julio Iglesias, pero que lo mejor es que Maluma ni lo intente.