Su objetivo final sería implantar en la Universidad Complutense un programa de intervención asistida con perros para reducir el estrés de los estudiantes. Por ahora no es más, lo que no es poco, que una tesis doctoral que se está llevando a cabo en la Facultad de Educación. La doctoranda se llama Diana Peña Gil y es titulada en Pedagogía. "Mi tesis -explica- consiste en demostrar que los perros de terapia reducen el estrés de los estudiantes. Estamos trabajando con 60 estudiantes de primer año de grado de las Facultades de Educación, Químicas, Enfermería y Sociología. Por ahora los resultados están siendo muy positivos".
Cuenta Diana que en distintas universidades de Canadá y Estados Unidos, entre las que se encuentran Harvard y Yale, existen aulas de cachorros o perros, a las que los estudiantes "cuando se sienten estresados o ven que tienen un mal día, van, están un rato con los perros, y se relajan". En España es la primera vez que se pone en marcha una experiencia de estas características. Diana dividió en grupos de no más de doce personas a los sesenta estudiantes de primer curso que se presentaron voluntarios para participar en el programa, y durante los meses de abril y mayo ha desarrollado tres sesiones con cada uno de ellos. Las sesiones están diseñadas de acuerdo al programa Building Academic Retention Through K9, creado por el Dr. John-Tyler Binfet, de la Universidad British Columbia (Canadá), con quien Diana mantiene contacto de manera frecuente.
En las sesiones, según explica Diana, quien además de pedagoga es técnica en intervención asistida con animales, se trabaja teniendo "siempre en cuenta lo primero el bienestar del perro". A los perros que participan en este tipo de sesiones se les hace una evaluación. En el caso del perro que ha participado en las sesiones con los estudiantes complutenses Skot -"con k, que es de Vallekas", señala riendo Diana- se la ha hecho "una empresa con la que colaboro que se llama Sentido Animal. Se trata de ver si el perro está disfrutando durante este tiempo que trabaja. Cualquiera que asista a una sesión comprobará que no se le ve en ningún momento que no quiera hacer lo que está haciendo. Cuando no quiere hacer más, cuando se le está sometiendo a un estrés. el propio perro para, y nosotros paramos. Trabajan muy poquitas horas".
En las sesiones los estudiantes interactúan con Skot. En la primera se trata de conocerse, de entablar una relación. La segunda está dedicada a estrechar esos lazos, a jugar juntos, a tratar de enseñar a Skot a hacer algún que otro truco, aunque realmente ya se los sabe casi todos. El último día se dedica más al trabajo emocional, a relajarse junto a él, a reflexionar sobre lo que se siente durante esta desconexión de sus rutinas diarias. Palabras como tranquilidad, felicidad, ternura o ilusión se repiten cuando se interroga a los participantes por esos sentimientos que experimentan junto a Skot.
Como explica Diana, el objetivo de su tesis es medir si el estrés de los estudiantes desciende tras participar en una sesión asistida con perros. En esta primera parte del trabajo que ha desarrollado durante estos meses de abril y mayo ha realizado una medición "pre-post". "Se trata -explica Diana- de hacer una medición antes del programa y otra después. Se mide con tres cuestionarios: uno para estrés percibido, otro de habilidades sociales y un tercero de bienestar. El año que viene nos gustaría implantar la medición de cortisol en saliva, aunque para ello necesito encontrar financiación". De acuerdo con el programa de trabajo que está siguiendo Diana en su tesis, si los resultados en este primer grupo de 60 estudiantes son positivos, como a priori parece que lo están siendo, el año que viene repetirá la experiencia con una muestra mucho mayor.
Las sesiones del próximo curso no las llevará a cabo Skot. "Ya se jubila. Ha cumplido 9 años y ya le toca dejar de trabajar. Por lo que las sesiones las haremos con otros perros adiestrados". Skot fue educado para participar en este tipo de programas por la empresa Sentido Animal, con la que Diana colabora. "Skot es mi propio perro y quise ver si estaba capacitado para trabajar en este tipo de programas. Se vio que sí, y que si además las sesiones las llevaba a cabo conmigo era aún mucho mejor, es lo que se llama un binomio entre guía y perro, y a nosotros nos ha funcionado muy bien", explica Diana, a la vez que puntualiza que el verdadero lazo emocional que tiene Skot en su vida no es con ella, sino con su padre. "Por mucho que le llamo, a la hora de dormir se va con mi padre. Eso sí, cuando mi padre se levanta ya si se viene a mi habitación", comenta Diana a las estudiantes de Educación que asisten a la sesión en la que nos ha recibido.
Diana sabe que posiblemente aún falte bastante tiempo para ver en las universidades españolas aulas permanentes de intervención asistida con perros a disposición de los estudiantes y, por qué no, también de profesores y trabajadores. Por el momento, ella quiere aportar su grano de arena aportando con su tesis la validación científica de su propuesta. También, como se puede ver en la web que ha creado para dar a conocer y animar a participar en su proyecto, tiene muy claro el nombre de esa futura aula: Compludog. Hasta suena bien.