La rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, ha sido la quinta invitada a "Desayunos de mujeres líderes con potenciales líderes complutenses", una iniciativa del Consejo Social de la UCM y el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) que busca abrir un diálogo entre mujeres que ocupan puestos relevantes en sus respectivas profesiones o en la sociedad con alumnas de grado y posgrado de la UCM con sobresalientes expedientes académicos. La secretaria general Iberoamericana, Rebeca Grynspan; la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, María Blasco; la presidenta de IBM España, Marta Martínez, y la recién nombrada ministra de Defensa, Margarita Robles, fueron las cuatro anteriores invitadas al ciclo. Como en esas anteriores ocasiones, al acto acudieron el rector Carlos Andradas, la presidenta del Consejo Social, Pilar González de Frutos, y la directora del ICEI, Isabel Álvarez.
Antes que nada, la rectora de la Universidad de Granada, una de las siete mujeres que dirigen alguna de las 50 universidades públicas españolas, quiso dejar claro que "yo no soy una mujer líder. Soy, quizá, una mujer con suerte que ha desarrollado su vida al hilo del progreso que ha ido experimentando nuestro país en las últimas décadas". No obstante, Aranda quiso desde el primer momento trasladar un claro mensaje a la veintena de estudiantes que acudieron al ICEI: "Hay que perder el miedo. Os lo digo nada más comenzar y espero que cuando terminéis de escucharme entendáis lo que quiero deciros".
Pilar Aranda basó su intervención en un breve repaso a su trayectoria profesional y personal, que fue acompañando de algunas "personales conclusiones". Contó que, como muchas personas de su generación, se implicó en temas políticos con apenas 15 años. Eran los últimos años de la Dictadura y los comienzos de la Transición. Llegó a la Universidad en 1975 y ya ese primer año fue delegada de curso; desde entonces nunca ha dejado de participar en los diversos órganos de representación y toma de decisiones de la universidad. "Es muy importante que las mujeres estemos en puestos visibles, que se vea cómo lo hacemos", señaló como una de sus primeras reflexiones, y también como uno de los principales motivos de lo mucho que están tardando las mujeres en ocupar puestos de máxima responsabilidad en las universidades. Un segundo motivo es la tardanza con la que las mujeres han accedido a las cátedras universitarias. "Hubo que esperar -señaló Pilar Aranda- a que una Agencia Nacional valorara los currículos sin prácticamente vernos las caras". Hasta ese momento, según señaló la rectora, apenas había un 8% de catedráticas universitarias; hoy el porcentaje se ha elevado hasta el 20%. "Sigue siendo bajo, pero se va corrigiendo", concluyó, a la vez que se mostró a favor de la discriminación positiva. "Era algo en lo que al principio no creía, pero que luego me he dado cuenta de que es muy necesario".
Hasta llegar a su responsabilidad actual, Pilar Aranda, según contó, ha tenido que tomar algunas decisiones "valientes" a lo largo de su vida. Una de ellas fue irse al extranjero a realizar una estancia tras concluir su tesis doctoral. Acaba de ser madre, pero decidió dejar a su hijo con sus padres y su marido, que se fue a vivir con ellos. "Muchos me criticaron, pero los que me tenían que apoyar me apoyaron". Esta dificultad que encuentran las mujeres para conciliar su vida personal y la profesional, y sobre todo en lo relativo a la maternidad, sigue siendo, a juicio de Pilar Aranda, una de las verdaderas claves para alcanzar la igualdad efectiva. Es consciente de que se ha avanzado mucho, pero está convencida de que debe hacerse mucho más. "Las universidades tenemos que tratar de evitar esa brecha de género adoptando todas las medidas que sean necesarias".
Otra decisión valiente fue la que adoptó cuando decidió presentar su candidatura al Rectorado de la Universidad de Granada. "Mis padres y mi marido en el año 2013 tuvieron cáncer. Nada más salir de ello un compañero me preguntó si me iba a presentar a las elecciones a rector. Le respondí que sí. Fui optimista, me quité el miedo, y respondí que sí". Pilar Aranda fue elegida rectora en mayo de 2015. Desde entonces el camino, según relató, no ha sido del todo sencillo. "Yo pedí que mis errores no se los adjudiquen a todas las mujeres, igual que cuando un hombre se equivoca no se dice que sea un error de todos los hombres". Según contó, en muchas ocasiones esto no ha sido así, y sus decisiones, con sus aciertos y sus errores, han sido más severamente juzgadas que si las hubiera adoptado un rector. Puso un ejemplo. "Es una anécdota, pero un día hablando en un traslado en coche con mi antecesor en el cargo, mi queridísimo profesor Lodeiro, tanto él como el chófer me dijeron: "anda pero cómo se te ocurre hacer ese curso llamado Odio a San Valentín. La que has liado. Yo, la verdad, es que había oído algo de la existencia de ese curso que trata de aconsejar a los estudiantes que el verdadero amor no se basa en rosas o regalitos de El Corte Inglés, sino en compañerismo, respeto y esas cosas... Pero no sabía mucho más. Llamé para informarme y me dijeron que ese año se cumplía la cuarta edición. Llame a Lodeiro y le dije: "Oye, Paco, que eso lo montaste tú".