El anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina ha acogido, este 26 de septiembre, la conferencia Space, time and memory in the brain, impartida por la Premio Nobel May-Britt Moser, dentro de la programación de la Nobel Prize Inspiration Initiative. El galardón, compartido con John O'Keefe y Edvard Moser, le fue concedido en 2014 "por sus descubrimientos de células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro". En su inspiradora charla, explicó sus trabajos de investigación para descubrir dónde, cómo y cuándo se produce la memoria episódica, es decir, aquella que crea recuerdos narrativos acerca de la vida de cada uno. Y de paso animó a todos los presentes, sin importar su edad, nacionalidad o género, a dejarse llevar por su pasión de descubrimiento, y si además esa pasión es por la ciencia, "bienvenidos a este maravilloso mundo".
May-Britt Moser, tras ser presentada por Javier Arias, decano de la Facultad de Medicina, y por Adam Smith, de Nobel Media, y tras escuchar a un abarrotado anfiteatro Ramón y Cajal aplaudirla con ganas, reconoció que este ha sido "el recibimiento más caluroso de su vida".
Sin duda este será para ella uno de esos días para recordar, un ejemplo de la memoria episódica que tantos años lleva estudiando. Comenzó su conferencia con una imagen de una niña, una que "quería entender el mundo y que se planteó ya la idea de cómo el cerebro genera el comportamiento, la memoria, el conocimiento y las emociones". Esa chica, que por supuesto era ella, "fue tan afortunada que se hizo científica y pudo responder esas preguntas en el laboratorio".
El segundo de sus recuerdos, "un ejemplo fuerte de memoria episódica" que quiso compartir con su audiencia es del año 2014. Contó Moser que estaba sentada en Trondheim, hablando con la gente de su laboratorio y recibió una llamada sobre que habían ganado el Nobel. Debido a la alegría se recorrió las instalaciones bailando, momento que mostró también en un divertido vídeo.
Confesó la investigadora que de pequeña quería ser su hermano mayor, "porque era muy fuerte". A lo largo de su vida no fue consciente, pero ahora con el tiempo se ha dado cuenta de que "las expectativas que tienes cuando eres hombre o mujer no son siempre la mismas". Reconoce que en Noruega han sido "bendecidos con no demasiada discriminación", aunque a pesar de eso sabe que las mujeres todavía tienen muchos retos. De todos modos, Moser considera que "lo importante es que amemos la ciencia y en ella necesitamos diversidad, diferentes culturas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, y necesitamos hablar entre todos para conseguir respuestas".
Considera la Premio Nobel que "hay que dar oportunidades a la gente para que siga su pasión. No se puede parar, hay que seguir haciéndose preguntas, porque ni siquiera el objetivo es un Nobel, el objetivo es entender, y si se deja crecer la curiosidad encontrarás cuál es tu pregunta, cuál es tu pasión. Si no es ciencia, bien, pero si lo es, bienvenidos".
La investigación
Las preguntas que motivaron el trabajo de la propia Moser son ¿Dónde ocurre? ¿Cuándo ocurre? y ¿Qué ocurre? para que tengamos esa memoria episódica.
Desde los años 50 del pasado siglo, se conoce que depende del hipocampo. Cuando a Henry Molaison, un paciente estadounidense le extirparon el hipocampo para intentar curarle una epilepsia intratable, se descubrió que aunque parecía bastante normal había perdido toda la memoria y no era capaz ni de encontrar el baño o de reconocer a alguien a quien había visto hacia tan solo quince minutos. Moser explica que "podía aprender cosas, pero todo lo que tuviera que ver con memoria episódica no se codificaba en su cerebro".
El neurocientífico John O'Keefe se preguntó qué había de especial en el hipocampo para que esto ocurriese y comenzó a realizar estudios con animales, esperando ver a qué respondían las células del hipocampo según se le sometía a estímulos de comida.
La propia May-Britt Moser, en 1995 defendió su tesis doctoral, con el propio John O'Keefe, a cuyo laboratorio fue a estudiar la importancia de las células individuales del hipocampo. La primera pregunta que se hizo allí fue saber de dónde venía la información, si de dentro del hipocampo o desde fuera de él.
Se vio que la señal venía del exterior. En concreto se descubrieron las células en la entrada cortical principal hacia el hipocampo dorsal.
En 2005 Moser publicó un artículo en Nature con Haftign y Fyhn en el que establecieron que la corteza entorrinal medial dorsocaudal (dMEC) contiene un mapa neural ordenado topográficamente orientado del entorno espacial. Definieron a su unidad clave como "celda de cuadrícula" y explicaron que de ella depende la "capacidad de encontrar el camino integrando información sobre el lugar, la distancia y la dirección".
Allí surgieron nuevas preguntas: ¿Cómo se va desde las células de la celda de cuadrícula a un lugar concreto? ¿Cómo sabe la célula si tiene que estar activa o en silencio? ¿Qué información necesita para eso? ¿Hay una señal en la corteza entorrinal medial que indique la dirección? ¿Y la velocidad de la señal existe en la red entorrinal medial?
Diferentes experimentos a lo largo del tiempo vieron que las células están prácticamente en reposo cuando la velocidad es muy lenta, que las células expresan la velocidad también durante un comportamiento espontáneo, que el uso de diferentes fármacos es capaz de inhibir tanto la dirección como la velocidad que captan las células, e incluso que la estructura intrínseca de la red de mapas de la corteza entorrial se mantiene durante el sueño.
Aparte se han hecho experimentos con olores y sonidos. Todos ellos con animales, eso sí. Mary Britt-Moser cree que si se hicieran las pruebas con humanos, lo más probable es que también funcionase, porque "en el hipocampo metes todo tipo de información, el número de pasos, la información óptica, los olores... Es un sistema muy redundante, así que si quitas alguna de esa información seguro que serías capaz de llegar al mismo resultado". De hecho, el estudio con olores se puede decir que está inspirado en la obra En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, cuando al saborear una madalena, los olores y sabores le trasladan a un lugar diferente de su paso, a un momento importante de su memoria episódica.
La aplicación y un nuevo reconocimiento
La Premio Nobel recuerda que la muerte celular en las áreas cerebrales donde se forma esta memoria bloquean la codificación de nuevos recuerdos, de acontecimientos y de lugares, así que el conocimiento, válido en sí mismo, podría tener un gran impacto en la lucha contra enfermedades neurodegenerativas.
Eduardo Recoder, presidente de la Fundación AstraZeneca, agradeció las palabras de Moser y aseguró que "es un espejo donde mirarnos a la hora de continuar investigando para, algún día, poder ayudar a millones de personas, porque la idea es que la ciencia y la innovación terminen redundando en la vida de los pacientes".
Recorder aseguró también que "lo más importante es la oportunidad de estar vinculado a la ciencia, que es una carrera de fondo, que requiere de exigencia, constancia, inconformismo y mucha pasión. Habrá momentos en las que se quiera abandonar, pero será el momento de recordar la foto de esa niña que llegó a ser premio Nobel". Algo que recordarán las más de 1.300 personas que se han interesado por la conferencia, y si en este auditorio "caben unas 800 y el resto están en otras salas escuchando la conferencia, gracias a la organización de la Universidad Complutense".
También Jesús Millón Nuñez-Cortés, vicedecano de Relaciones Institucionales e Innovación Docente de la Facultad de Medicina, insistió en el tema de la memoria, afirmando que con la organización de este evento han querido que "este día sea memorable para todos, que lo guarden en su memoria como comienzo del curso académico 2018-2019".
Destacó que Moser pertenece a ese "selecto grupo de mujeres ganadoras de un Nobel, muy limitado y muy restringido, al igual que hay pocos matrimonios". Más allá de ese importante galardón, consideró el vicedecano que su testimonio sirve para ejemplificar que el esfuerzo en la investigación merece la pena, "y en medicina esa investigación es arrebatadora ya que podrán contribuir a la historia de la ciencia, que es como decir que contribuyen a la historia de la humanidad".
La Academia Médico Quirúrgica Española, y su presidente, Luis Ortiz Quintana, aprovecharon la ocasión para nombrar a May-Britt Moser miembro de honor de la Academia, con la entrega el diploma y la medalla que lo acreditan.
A pesar de los muchos galardones que ostenta ya la Premio Nobel admitió haberse quedado sin palabras por este nuevo reconocimiento, más allá de declarar sentirse "extremadamente honrada y muy agradecida por este nombramiento".