El salón de actos de la Facultad de Ciencias Geológicas ha acogido la conferencia sobre las consideraciones científico-éticas en torno a la posible primera edición genética de personas realizada en China. La charla la ha impartido el investigador del Centro Nacional de Biotecnología y miembro del Comité de Ética del CSIC, Lluis Montoliu, dentro del ciclo Biología en los medios, quien ha asegurado que "este es un tema que tarde o temprano iba a aparecer, aunque no sabíamos que iba a ser tan temprano y nos ha pillado a todos con el paso cambiado". Sobre todo porque He Jiankui, el investigador chino de la Universidad de Shenzhen no utilizó los canales típicos de los investigadores, que son los congresos, los papers, o los artículos en servidores de preprint para que los revisen colegas. Frente a eso, He Jiankui utilizó un vídeo de Youtube para informar sobre su posible trabajo.
El investigador chino ha usado, para sus modificaciones géneticas, la técnica que ya se utiliza en todo el mundo y que se conoce como CRISPR. De acuerdo con Lluis Montoliu, CRISPR "es muy democratizador, porque es muy sencillo, muy asequible y no hacen falta ni grandes equipos ni reactivos". Es una edición genética que utiliza enzimas para localizar y recortar con precisión segmentos de ADN, de manera mucho más certera y barata que cualquier método anterior.
El investigador del CSIC considera que gracias a esta técnica ahora es posible hacer experimentos que antes no podían ni pensar, aunque todavía "no es posible controlar lo que ocurre al final de ese experimento y hay que gestionar la incertidumbre, así que no debería ser utilizado en clínica hasta que no fuese una práctica segura".
De hecho, el mensaje que Montoliu ha querido transmitir, en su larga conversación con los estudiantes es precisamente eso, que "no deberíamos usar la edición genómica en seres humanos hasta que estas técnicas sean realmente seguras y efectivas, y cuando haya aplicaciones terapéuticas precisas que estén justificadas tras un debate abierto y lo más amplio posible en la sociedad. Eso sí, la seguridad absoluta no existe, es relativa, siempre hay que promediar entre beneficios y posibles riesgos".
Problemas del método
Montoliu, que destacó el trabajo de Francis Mojica, quien hace ya 25 años descubrió y bautizó a las CRISPR como parte de un sistema inmunitario adaptativo en arqueas, habló de los muchos beneficios de esta técnica: mutar un gen, practicar la deleción en el material genético, generar inversiones o duplicaciones, e incluso "generar mutantes específicos con una sola letra que sea la base molecular de una enfermedad congénita, lo que está detrás de muchas patologías".
También se pueden insertar grandes segmentos de ADN, aunque en este caso concreto "todavía no se controla bien la incertidumbre". Considera el conferenciante que cuando se trata de una aplicación clínica, "a los pacientes hay que decirles las cosas claras y contarles qué sabemos y no generarles falsas expectativas. Como es lógico, tienen prisa, pero con independencia de ese incentivo hay que tener claro la seguridad de las terapias, no sólo la eficacia".
Uno de los problemas del CRISPR es que "se le pide al sistema que vaya en contra de su propia evolución, porque lo que hacemos es deshacer miles de millones de años de la evolución". Otros problemas son la aparición de efectos no deseados, de mutaciones inesperadas, de la creación de grandes deleciones y genes aleatorios, y, sobre todo, del mosaicismo.
Explica Montoliu que en un embrión, en la mórula (el inicio celular del desarrollo embrionario), habrá siempre un mosaico porque pueden estar presentes muchos alelos diferentes y no se sabe cuál se transmitirá a través de una línea germinal. Ese mosaicismo hace que cualquier individuo pueda tener dos o más poblaciones de células que difieran en su composición genética, y además esta peculiaridad puede afectar a cualquier tipo de célula.
El experimento chino
Informa Montoliu que la terapia génica germinal en España es ilegal, porque ni se puede modificar el genoma de un embrión ni se puede trasladar ese resultado, pero "no todos los países han firmado el mismo Convenio de Asturias de 1997, y China no lo hizo, por ejemplo, "eso no quiere decir que esté permitido, pero sí que no está prohibido explícitamente". En España sí que se pueden utilizar embriones humanos redundantes, donados en las clínicas de fecundación, pero siempre in vitro, nunca para ser implantados.
A partir de criterios internacionales, Montoliu considera que lo que ha hecho He Jiankui "es ilegal, imprudente e innecesario porque hay estudios preimplantacionales que permiten descartar la mayor parte de los embriones mutados, y además porque hay infinidad de soluciones antes de meterse en el jardín de la utilización de las técnicas del CRISPR".
Va incluso más allá el investigador del CSIC y asegura que "la selección de los genes en la descendencia se llama eugenesia, y si abrimos esa Caja de Pandora es muy difícil saber a dónde vamos a llegar".
Al parecer, porque todavía no está demostrado que lo haya hecho realmente aunque cada vez aparecen más evidencias de que sí es así, ha realizado el experimento con siete parejas, que han dado lugar a dos embarazos, uno que ha llegado a término, el de las ya famosas gemelas, y el otro en marcha. Según un par de artículos periodísticos, de Associated Press, como el de Antonio Regalado, en la revista del MIT, lo que se hizo fue una fecundación in vitro, con el esperma lavado, quitando un gen, con la intención de que los hijos no tengan el virus del SIDA que tiene el padre.
Gen CCR5
Para conseguir su objetivo, el investigador ha eliminado el gen CCR5. Recuerda Montoliu que "tenemos sólo 20.000 genes y es muy ingenuo pensar que la única razón de existir de ese gen concreto es permitir que entre el virus del sida, pero resulta que además tiene otras muchas funciones y su falta incrementa la mortalidad tras la infección con otros virus. El investigador no ha detectado off-targets (es decir modificaciones genéticas no intencionadas), pero el problema del mosaicismo y la incertidumbre sí que existen".
Además las niñas realmente tampoco están protegidas por los virus del sida, porque una parte de las células tendrán el gen intacto, son mosaicos, así que "sí este experimento se hubiera revisado científicamente nunca se habría aprobado".
El CCR5 se ha utilizado en otros muchos experimentos, incluso con primates, que se usan de manera extensiva en la ciencia china, pero "lo que quiere Jiankui es ser el primero es generar un ser humano genéticamente editado". Explica Montoliu que "los embriones de primates, entre ellos los humanos, son muy robustos. Los de los roedores no lo son, son muy frágiles, casi no se puede hacer biopsias, y para inyectar hay que utilizar micropipetas distintas, así que es más sencillo hacer modificación en embriones de primates que de roedores".
Jiankui y sus líneas rojas
Montoliu informa de que He Jiankui es un biofísico sin experiencia en embriología, de que sólo tiene un paper en CRISPR de 2010, de que es uno de los científicos del Programa de los Mil Talentos que desde 2012 ha generado más de 500 millones de dólares con apoyo de fondos regionales y nacionales, y de que además ha trabajado mucho tiempo en Estados Unidos. "Él mismo se cree que ha venido a salvar a la humanidad, y cuidadito con estas personas mesiánicas que dicen que nos van a salvar", advierte el conferenciante. Por ejemplo "se compara él mismo con lo que hizo Robert G. Edwards por desarrollar la tecnología de la fecundación in vitro".
Según Montoliu, el investigador chino ha cruzado demasiadas líneas rojas: "lo ha hecho sin conocimiento, sin obtener los permisos ni revisión ética y lo ha hecho en secreto, mientras que los científicos sabemos que hay normas que hay que cumplir de la mejor manera posible". En China, advierte el científico, "hay investigadores que hacen las cosas muy bien, pero también hay quien se salta las normas y encuentre el resquicio, o quizás le empujen por la competitividad feroz porque su salario depende de sus éxitos, y eso aumenta los casos de conducta inapropiada". Otras líneas rojas que ha cruzado son las de implantar embriones y dejarlos desarrollar, "lo que se sabe que es malo por la investigación con otras especies"; y lo último sería haber desarrollado técnicas de mejora de humanos, cercanas a la eugenesia, en lugar de aplicaciones terapéuticas.
Hoy en día incluso más de 300 investigadores chinos rechazan lo que ha hecho su colega, lo condenan y se oponen a ello. Montoliu considera que "no debería haber ocurrido, aunque sabemos que iba a ocurrir porque sigue sin haber códigos universales, así que hay que promover algún tipo de estructura a nivel internacional".
Este verano se lanzó la asociación ARRIGE, que traslada la idea de que son técnicas con gran capacidad para transformar la ciencia, pero con una responsabilidad inherente y con "una declaración que se puede resumir que sólo se promoverá la edición genética cuando sea segura. Sabemos que eso no llegará a todos los países, así que lo más seguro es llegar a las Naciones Unidas, algo que es complicadísimo, pero no imposible". Mientras llega ese día será fundamental trabajar con transparencia, con responsabilidad y con ética.