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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 25 de abril de 2024

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La UCM recuerda a Yolanda González, asesinada por el terrorismo de extrema derecha

El 1 de febrero de 1980, terroristas de Fuerza Nueva entraron en el piso donde vivía Yolanda González, militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), la secuestraron, la llevaron a un descampando y le pegaron dos tiros en la cabeza. A pesar del espanto de aquel crimen son pocos los que hoy en día conocen a Yolanda González, un olvido que Encuentros Complutense ha decidido paliar con la sesión Yolanda. La otra memoria de la transición, celebrado el 17 de diciembre en el paraninfo de las Facultades de Filosofía y Filología de la UCM en el que se ha presentado el ensayo de Carlos Fonseca, No te olvides de mí. Yolanda González, el crimen más brutal de la Transición

 

Carlos Fonseca cuenta que él tenía 20 años cuando asesinaron a Yolanda, trabajaba por las mañanas en un banco y estudiaba Periodismo por las tardes en la Complutense. Recuerda que en aquella época "hubo muchos asesinatos por ese eufemismo que en su día se llamó disparos al aire de la policía y por la actuación de las bandas de la ultraderecha, que esperaban agazapados en las manifestaciones para darte una paliza o pegarte un tiro".

 

De todas aquellas víctimas en su último libro hasta la fecha se ha centrado en el caso de Yolanda porque su caso reúne unas circunstancias especialmente dramáticas, y "se convirtió en un símbolo de una generación de jóvenes, los que militaban en la segunda mitad de los setenta, gente idealista que se echó a la calle, empeñada en asentar las frágiles libertades que disfrutábamos por entonces".

 

Fonseca destaca que no hay que olvidar que en 1979 hubo una intentona de golpe de Estado, la operación Galaxia, y en 1981 hubo otra el 23F. Por tanto, "ese periodo de transición que se prolongó hasta el año 1982, con la victoria del PSOE, no es tan beatífico y pacífico como se han empeñado algunos en hacernos creer, sino que fue una etapa conflictiva, inestable y peligrosa donde se conjugaban las ilusiones, pero también el miedo por las nuevas amenazas".

 

Es consciente el periodista de que habitualmente la historia se cuenta a través de los grandes personajes, pero él prefiere contarla a través de seres anónimos, que han quedado en los márgenes de la Historia, de ahí libros como este sobre Yolanda o algunos de sus otros títulos, entre ellos Trece Rosas Rojas y Rosario Dinamitera. Tiene claro Fonseca que "es mentira que la Transición sea algo otorgado por el rey Juan Carlos y el presidente Adolfo Suárez, sino que fue conquistada en las calles por la motivación de trabajadores y estudiantes".

 

Una chica de su época

Carlos Fonseca habla de los padres de Yolanda González, un matrimonio de emigrantes de Burgos que marchan a Bilbao en busca de un futuro mejor. Su hermana, Amaia González, señala que durante su niñez vivían en el barrio de la Ribera, eminentemente obrero, "en los 70 la crisis del petróleo dejo aquel barrio en coma profundo y por esa misma época empezaron a marcharse vecinos del barrio, lo que lo dejó muy aislado al quedarse con un servicio de transportes mínimos y con la desaparición de los gasolinos, los botes que había para cruzar la ría".

 

Con 16 años cayó entre sus manos un panfleto de las Juventudes Socialistas y "esa octavilla materializó la vía para que encauzara sus inquietudes". En su casa no tenían ni idea de que eso ocurría, a no ser que su empleo del tiempo empezaba a cambiar y también a hacer muchísimas llamadas de teléfono.

 

Era el año 1977 cuando comenzó con su militancia política, y Fonseca considera que era "una chica de su época, idealista, con ganas de cambiar el mundo para crear uno más justo". Pronto se sintió más próxima a las tendencias trotskistas, y en un curso de verano en Cataluña conoció a Alejandro, un economista, que se convertiría en su compañero y la acompañó primero a Bilbao y luego al barrio madrileño de Aluche. Afirma Amaia que cuando Yolanda decidió irse a Madrid fue un palo terrible para sus padres, pero tuvieron que aceptarlo, porque tenía muy claro lo que quería.

 

Militancia en Madrid

Mar Noguerol, compañera de piso en Aluche de Yolanda y Alejandro, y que también les había conocido en aquel curso de verano, aseguró que "siempre impactó Yolanda por la claridad, la seguridad, la madurez... ". Considera que Yolanda se vino a Madrid "por  amor, pero también para emprender un nuevo proyecto, una nueva vida independiente". Lo que más les interesaba a los tres, miembros del PST, "era cambiar la sociedad hacia la justicia, las libertades, la democracia... La corriente trotskista era luchar por la democracia consecuente, incluso en los regímenes supuestamente socialistas".

 

Lo importante era aquello, los estudios pasaron a un segundo plano, pero a pesar de eso Yolanda se apuntó a un centro de FP de Vallecas a estudiar Electrónica. Apunta Noguerol que desde ese lugar de estudios, al que ahora se desea poner el nombre de Yolanda González, comenzó la lucha contra el estatuto de centros y eso le implicó ser señalada por los fascistas de ese centro, incluido el director.

 

Tiene claro Noguerol que "Fuerza Nueva era una organización terrorista armada, con sus grupos y con una fuerza enorme. Por eso hay que transmitir que el fascismo siempre ha estado ahí, y que sólo se ha podido parar con la movilización en las calles, y estoy convencida de que vamos a conseguir pararles otra vez".

 

Fonseca informa de que en ese momento, y sin que quede claro, hay un grupo ultraderechista, con militantes de Fuerza Nueva, a quien se le informa de que hay una militante de un comando de información de ETA, que es Yolanda. Ella, como recuerda Noguerol, no ocultaba ser vasca, así que entre su origen y su militancia, los terroristas de ultraderecha lo tuvieron claro.

 

Durante un tiempo les debieron vigilar, pero en su "inocencia más absoluta" pensaron que no le podía pasar nada. El 1 de febrero de 1980, se separaron, Yolanda se fue antes a casa y allí la encontraron los terroristas.

 

El asesinato y el juicio

Aquella noche un grupo de fascistas, acompañados de un policía nacional, la secuestran, la matan en un descampado y al día siguiente reivindicaron el atentado en nombre del grupo 41 del Batallón Vasco Español. La delación del policía facilitó la detección de todo el comando, al frente del cual estaba Emilio Hellín.

 

Mientras tanto, Mar volvió a casa, y al llegar estaba llena de policías, patas arriba, la llevaron a la Dirección General de Seguridad a prestar declaración sin decirle qué estaba sucediendo, y a preguntarle sobre ETA constantemente. El partido al que pertenecían todavía no estaba legalizado y Mar estaba en estado de shock y además no le decían qué estaba pasando. En un momento dado de la tarde le dijeron que Yolanda había aparecido muerta y que tenía que ir a identificarla al Anatómico Forense. Reconoce que se le ha borrado la tarde y "a partir de ahí el desgarro, el dolor, el miedo, la rabia... Todo en color gris con ese dolor inconsolable de toda la familia que jamás cuestionó las decisiones de Yolanda, y empezó una lucha que nos ha llevado años, porque se asentó el compromiso firme e irrenunciable de que jamás olvidaríamos a Yolanda y jamás pararíamos hasta que esos asesinos fuesen condenados".

 

Amaia González añade que con la noticia de su asesinato "comenzó un viaje en los infiernos" ya desde el tren nocturno que les trajo a Madrid, a Amaia y a sus padres. En el andén les esperaba una representación de los compañeros que habían compartido vida, lucha e ideas con Yolanda, y el velatorio en el centro de FP donde estudiaba se convirtió en el primer acto de lucha por ella, una lucha que duró años.

 

A partir de la detención de los terroristas se inició, de acuerdo con Carlos Fonseca, "un procedimiento judicial lleno de irregularidades que denotan la connivencia de sectores de los aparatos del Estado con estas tramas de la ultraderecha. Fueron dos años de instrucción sumarial, plagada de muchísimos agujeros negros que concluyeron con la condena de todos ellos". Poco después le concedieron un permiso a Hellín que aprovechó para irse a Paraguay, "una muestra más de la manga ancha de la judicatura con estos asesinos de ultraderecha".

 

En Paraguay, Fuerza Nueva tenía una delegación y Hellín nunca fue molestado, constituyó allí una empresa, hasta que en 1989 cayó la dictadura de Stroessner que existía en aquel momento a favor de otra. Un periodista descubrió que Hellín se encontraba allí, y aquello coincidió con un viaje de los reyes de España a Paraguay, lo que al final consiguió la extradición a nuestro país.

 

Un terrorista en los cuerpos de seguridad

Asier González, hermano de Yolanda, tenía seis años cuando asesinaron a su hermana, así que lo vivió todo a través del sufrimiento de sus padres y de Amaia. De aquella época recuerda "frases, imágenes, domingos en el cementerio, su madre llorando, las dificultades del sumario a lo largo de los años siguientes, su madre hablando con la prensa durante los diez primeros años..." También recuerda que sus padres le educaron en un entorno ajeno a la violencia y al odio.

 

Reconoce que pasar el duelo no es fácil "cuando tienes situaciones que ocurren con la connivencia de organismos vinculados al Estado y que ves que siguen estando ahí, en los mismos puestos". Cuando pensaban que habían pasado página en el año 2013 contactó con él un periodista de El País para saber si sabían algo de Emilio Hellín. Asier confiesa que se quedó estupefacto cuando el periodista le contó que "el terrorista había estado trabajando durante décadas con las fuerzas del Estado, con los servicios de inteligencia, servicios de formación en asunto muy delicados como escuchas telefónicas, recuperación de datos en dispositivos electrónicos a policías nacionales, e incluso formando a ertzainas y mossos de esquadra, y pagando esos servicios con dinero público".

 

Aunque montar una empresa y prestar servicios quizás no fuese ilegal, sí que sería inmoral, sobre todo con "un personaje así, que nunca ha mostrado su arrepentimiento". Familiares y compañeros de Yolanda pidieron una reunión con el ministro de Interior José Fernández Diaz para pedir responsabilidades por lo ocurrido y que les diesen detalle de los contratos para saber durante cuánto tiempo había prestado servicios y cuánto había cobrado, y pedimos que no volviera a ocurrir, ni con Hellín ni con otro terrorista.

 

De acuerdo con Asier González, los políticos "se sintieron atacados, a la defensiva, sin ningún compromiso, dieron datos de los años y del dinero pagado y poco más". Lo único bueno que salió de todo aquello fue sacar adelante una proposición no de ley en el parlamento, y una declaración institución en el gobierno vasco, y algunas iniciativas como poner su nombre a unos jardines en Aluche, y una plaza en Bilbao. Asier prefiere quedarse con lo más positivo, que  fue reencontrarse con los compañeros y compañeras de Yolanda y con las iniciativas que se han hecho para recordarla.

 

El libro

Mar Noguerol destaca también el libro de Carlos Fonseca, que  ha permitido "revivir esos años tan dramáticos, tan intensos y tan decisivos en la vida de este país". Este libro, de acuerdo con Noguerol, "era una deuda con Yolanda y con la historia y la memoria de toda una generación que nos echamos a las calles para empujar con toda la fuerza de la que fuimos capaces para darle la vuelta a este país, para acabar con tantos años de silencio, de represión, de cárcel, de sangre... El asesinato de Yolanda debe quedar en la memoria colectiva como uno de los más brutales, de los más desgarradores".

 

Rosario Otegui, profesora del Departamento de Antropología Social y Psicología Social, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, asegura que "muchas veces ha aparecido el momento de la transición política dulcificado, sin lucha ni protesta, ni gente en la calle pidiendo libertad y democracia, pero gracias a un libro como este nos pone de manifiesto que fue un periodo bastante oscuro en muchas ocasiones". Añade que los que vivieron "esos momentos tan terribles, casi con la edad de Yolanda, y estábamos en esas manifestaciones y protestas, no tenemos más que agradecer de verdad la minuciosidad con la que ha descrito los antecedentes, el asesinato, las condenas, las extradiciones y las connivencias que hubo en este periodo con los asesinos de la extrema derecha que cometieron este asesinato".

 

Considera además que "uno de los grandes problemas de la izquierda es que siempre nos han construido el relato. Nos han robado la república, nos intentan ganar el relato sobre la dictadura franquista y no debemos consentirlo, y tampoco nos van a ganar el de la Transición y libros como este nos ayudan a saber que la calle estuvo llena de luchadores como Yolanda, gente de 18 años, de obreros, de gente que quería democracia y libertad, y no se hizo en un despacho, se hizo en la calle y eso hay que reivindicarlo con este libro y estos actos".

 

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, también considera que este es "un libro, de verdad, de lectura obligatoria". Recuerda Iglesias un momento reciente en el Congreso de los Diputados, cuando Albert Rivera dijo que jamás nadie se habría planteado indultar a los golpistas del 23F, cuando en realidad sí que ocurrió. Según el líder de Podemos, "Rivera no sabía que mentía porque no ha leído absolutamente nada, y despreciar los libros, construir las visiones del mundo a partir de chascarrillos cuñadistas, tiene efectos políticos determinantes sobre el presente y sobre el futuro. No leer es la base de sostenibilidad de los proyectos reaccionarios".

 

La invisibilidad y las cloacas

Pablo Iglesias agradeció la presencia de la hermana y el hermano de Yolanda, "víctimas del terrorismo de extrema derecha, que padecen la peor de las situaciones que es la invisibilidad". Recuerda Iglesias que "todo el mundo en España sabe quién fue Miguel Ángel Blanco, y está bien que sea así, pero a Yolanda González le hicieron lo mismo y casi nadie sabe quién es", y "ya va siendo hora de que esta democracia rinda homenaje a los únicos que lucharon por ella".

 

Opina el líder de Podemos que en este país tiene que haber un museo de la memoria, y a pesar de que va a ser muy difícil sentar a Billy El Niño ante un jurado, al menos quitarle la pensión que recibe por su medalla como torturador. El silencio, de acuerdo con Iglesias, "es un proyecto político, también la mentira y el miedo".

 

Señala el político que "hay que recordar que Hellín pudo llevar a cabo atentados por sus conexiones con las fuerzas de seguridad. Después Hellín formaba a nuestros policías, pero muchos de ellos ni siquiera sabrían que fue un asesino, un terrorista, contratado por el Ministerio del Interior, y eso tiene que ver con la desmemoria, porque nadie sabe". Para Iglesias, "las cloacas de donde sale Hellín tienen tres patas: la policial, la mediática y la judicial y la historia de Yolanda es la historia del terrorismo a partir de una estructura de cloacas".

 

Tras reclamar más memoria histórica, que siente las bases para que no se vuelva a repetir una situación como esta, y tras pedir que se devuelva la dignidad a los cuerpos de seguridad y a las víctimas del terrorismo de Estado, añadió Iglesias que "tenemos una historia de la que sentirnos orgullosos, y es la memoria de todos esos que lucharon contra la dictadura para dejar a sus hijos un país más decente. Si hay algo que nos debe hacer orgullosos no es el tamaño de la bandera que colgamos en nuestro balcón sino la memoria de gente que se lo jugó todo por hacer un país mejor".

Carlos Fonseca, autor de No te olvides de mí. Yolanda González, el crimen más brutal de la TransiciónAmaia González, hermana de Yolanda, asesinada en 1980 por los terroristas de extrema derechaRosario Otegui, profesora del Departamento de Antropología Social y Psicología Social, de la Facultad de Ciencias Políticas y SociologíaPablo Iglesias, secretario general de PodemosMar Noguerol, amiga de Yolanda González, y Asier González, hermano de Yolanda
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Comentarios - 2

Carmen Haro

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Carmen Haro - 18-12-2018 - 19:27:19h

Interesante noticia la de este encuentro y la de este libro para quienes crecimos durante la Transición y nos formamos en esta universidad y nunca nos creímos que la democracia fuera "eso" y seguimos sin conformarnos. No olvidamos a Yolanda y queremos saber y seguir comprendiendo cómo lograr una convivencia democrática a pesar de todas las trampas.
(Carmen Haro. Biblioteca de la UCM.)

Tomás

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Tomás - 18-12-2018 - 15:11:18h

Un acto muy emotivo y clarificador de lo que fue realmente la Transición. Gracias a Carlos Fonseca por reflejarlo en su magnífico libro, a la profesora Rosario Otegui por organizar el encuentro y al resto de intervinientes, muy especialmente a los hermanos de Yolanda González por su actitud alejada del revanchismo.


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