Aprovechando la celebración por primera vez en la Complutense del Congreso Iberoamericano de Egiptología, el profesor de la facultad de Geografía e Historia José Ramón Pérez-Accino ha presentado las conclusiones preliminares de la primera campaña de trabajo del C2 Project. Royal Cache Wadi Survey, que él mismo dirige y que ha significado el regreso, 60 años después, de la UCM a Luxor, sin duda el lugar donde se cita la elite mundial de la egiptología. Lo hizo en un contexto único, ya que por vez primera un congreso consiguió reunir en una misma mesa a los directores de las nueve investigaciones españolas que se desarrollan en la actualidad en Egipto.

El C2 Project, que recibió el imprescindible visto bueno del Comité Permanente del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto en mayo de 2017, está estudiando la arqueología del paisaje de un pequeño valle, wadi, situado al sur de la necrópolis tebana de Deir el Bahari, a la espalda del Valle de los Reyes, en el que en 1881 se descubrió un pequeño acceso a una tumba en la que se encontraron las momias de una veintena de monarcas de las dinastías 18 y 19. Entre ellas estaban las de conocidas reinas y reyes como Hatshepsut, Amenhotep, Amenofis II, Tutmosis II, Tutmosis III, Tutmosis IV o Ramsés II, por citar algunos de ellos. Como explica Pérez-Accino, hasta ahora la Tumba de las Momias Reales se había considerado un escóndite. "La idea de escondite -explica el profesor Complutense- sale del primero que lo explora, un francés, que en su informe de 1889 dice: «Nunca un lugar fue mejor escondido». Y esa frase se ha quedado. Pero nosotros hemos establecido con seguridad que el llamado escondite de las momias no era un escondite. Tenemos una serie de pruebas que nos indican que la tumba de las momias no era un sitio que no se supiera dónde estaba. Hay un montón de grafitos, hay un camino tallado... Lo cierto es que si ves una foto del sitio y preguntas a cualquiera que entienda un poco que dónde cree que puede haber una tumba, todo el mundo acierta su localización. Es un sitio típico. Pero nosotros, hemos podido demostrar, además, que había a su alrededor toda una serie de grafitos e indicadores que mostraban que allí había una tumba", enfatiza Pérez Accino.

La teoría de Pérez-Accino y su equipo -en el que están integrados profesores y estudiantes de Doctorado de la Facultad- es que las momias llegaron a la tumba "para protegerlas sí, pero no para esconderlas".

- Hemos encontrado dos grafitos nuevos tremendamente significativos, que nadie había visto antes. Uno de ellos es una figura femenina, que creemos que tiene que ver con la propietaria que era legendaria de la tumba donde se pusieron las tumbas. Los documentos hablan de una reina Inhapi, muy antigua, de antes del Reino Nuevo, de finales del segundo periodo intermedio, que teóricamente sería la propietaria de esa tumba en la que se metieron los cuerpos. A la misma altura del que es padre o marido, no se sabe bien, de Inhapi nos hemos encontrado ese grafito con una figura femenina en una actitud que tiene que ver con la necrópolis, la montaña. Está en muy mal estado. El otro es aún más interesante, ya que creemos que reproduce el paisaje de la zona. Tiene forma de estela; está en muy, muy mal estado. La hipótesis, muy sólida, es que está reproduciendo el paisaje, con todos los elementos clave de la tumba, de las montañas y de alguna formación rocosa con alguna forma significativa. Hemos podido localizar un paralelo de eso en Ghiza, donde alguien hizo una estela con el paisaje que tenía delante, con las pirámides. Es una manera de entender que eso era percibido por los antiguos como un lugar de enterramiento real.

- ¿Qué significa este descubrimiento y cuáles son los siguientes pasos?

- De momento y sin entrar en más detalles, que no podemos aún dar, en una primera campaña podemos establecer casi seguro que no era un escondite y que era percibido como un lugar tan significativo que pudiera albergar una necrópolis real. Esto cambia la interpretación. Hasta ahora era un lugar que se creía que se había escondido para protegerlo y ahora sabemos que no, que la gente sabía que estaba ahí. Eso nos abre a la investigación un montón de vías, entre ellas la de la excavación. Lo hemos solicitado. El fondo del wadi tiene unos acúmulos de terreno de 18 o 20 metros, una bestialidad. Eso puede ocultar cualquier cosa en cuanto a estructuras. Todos los wadis de la zona tienen estructuras al fondo, excepto, por ahora, este. Intervenir en un sitio tan central es delicado y las autoridades egipcias con buen criterio ponen mucha cautela antes de permitir realizar excavaciones. Pero yo creo que si no perdemos nuestros actuales patrocinadores -la Fundación Gaselec; la sociedad Userkaf y la propia asociación Egiptología Complutense-, probablemente podamos seguir adelante. También estamos buscando financiación a través de la concesión de proyectos de investigación.

Lo que sí es segura ya es la formación que el personal del proyecto complutense va a impartir a funcionarios egipcios sobre el protocolo de tratamiento de los grafitos que se ha empleado en el proyecto C2. La intención del Ministerio egipcio es aplicar este protocolo complutense a los estudios ya publicados de todos los grafitos de la zona, que son varios miles. También es segura la realización de una segunda campaña de trabajo en el wadi. Será el próximo mes de febrero, lo que para Pérez-Accino es una gran oportunidad ya que "nos permitirá trabajar con temperaturas de alrededor de 35 o 37 grados, en lugar de los más de 50 que sufrimos en octubre del pasado año".