"Zombis contra jabatos". El conocimiento y el pensamiento, es decir, la filosofía, es el arma elegida para tratar de despertar a los muertos vivientes, a los zombis que no se hacen preguntas ni buscan respuestas, a los que solo se mueven por consignas, a los que han olvidado lo que es la libertad. El III Festival de Filosofía, inaugurado este 29 de enero, quiere crear, como anuncia en su provocador subtítulo, un ejército de jabatos dotados de independencia de criterio para emprender esta lucha. La tarea no es fácil; el aborregamiento, la ignorancia, los zombis, campan en estos tiempos a sus anchas. La iniciativa es, como en las dos ediciones anteriores, de la Fundación Santillana, el Ayuntamiento de Madrid y la Universidad Complutense, a través de su Departamento de Filosofía y Sociedad de la Facultad de Filosofía. Para Ignacio Polanco, el festival habrá triunfado si logra que los ciudadanos descubran las virtudes de la filosofía. Lo tratará de conseguir sin caer en la vulgarización o la banalización, de la mano de persuasivos filósofos y pensadores reputados, en una cita mensual que llegará hasta junio y en la que se hablará de poder, de muerte, de sexo, de religión, de robótica y también de pobreza.
A la primera cita, celebrada en el espacio CentroCentro del Ayuntamiento de Madrid -las siguientes serán en diversos puntos de la Red de Bibliotecas Municipales de Madrid- , acudieron, junto al presidente de la Fundación Santillana, Ignacio Polanco, el coordinador general del Ayuntamiento de Madrid, Luis Cueto, y el rector de la UCM, Carlos Andradas. "La universidad tiene que salir a la calle, encontrarse con los ciudadanos", señaló el rector, "feliz" de que en esta ocasión el encuentro sea a través de la filosofía o, lo que es lo mismo, "de la palabra, el diálogo y el debate".
Y empezó la primera tarea de los jabatos. El tema elegido, el gobierno y el poder. Los encargados de despertar a los zombis, el catedrático complutense, José Luis Villacañas, y el profesor emérito de la Universidad de Roma, Giacomo Marramao. Junto a ellos, echando una mano, el director de la Fundación Santillana, Basilio Baltasar.
Villacañas va al grano y defiende la necesidad del gobierno y sitúa el poder como un descarrío. Gobierno significa conducir la nave y está relacionado con las "artes prudenciales". Exige de los gobernados su cooperación, solo así llegará la nave a buen puerto. El problema de los gobiernos, según defiende Villacañas, estriba en que los seres humanos nunca se han terminado de conformar con las formas de gobierno que han creado, y han tendido a sustituir gobierno por dominación, por poder. El ejemplo contrario lo encontramos en el mundo animal. Allí también hay grupos complejos, jerarquizados; abejas, lobos, elefantes, con gobiernos estables desde hace miles de años.
Marramao acepta la metáfora náutica y la amplia: "El problema surge cuando el gobierno del timón náutico se instala en un palacio. Llega entonces la entropía del gobierno, la decadencia, la deslegitimación". Giacomo Marramao, quizá más pesimista por lo que acontece en su país -"vivimos la experimentación anfibia con un gobierno de extrema derecha y de extrema izquierda, en el que se sucede la deslegitimación recíproca, algo típicamente itálico"- no augura nada bueno al modo de gobierno que se generalizó en los últimos siglos: "La crisis de la democracia representativa que estamos experimentando es irreversible". A su juicio, el irresoluble problema está causado por unos gobernantes que no miran a sus gobernados ni tratan de satisfacer sus expectativas, lo que ha provocado que estos, los gobernados, tampoco crean ni confíen en sus gobernantes. Y aún peor: "las estrategias de poder, aún ocultas, existen hoy mucho más que en el pasado".
Planteado el problema por los jabatos, llega el momento en que los zombis despierten, dejen de actuar dirigidos y hagan su propia deliberación. En el primer acto de este III Festival de Filosofía, el ávido público que llenó el auditorium del espacio CentroCentro, ya lo comenzó a hacer con concienzudas preguntas e intervenciones. Está claro, como subrayó Ignacio Polanco, al inicio de la velada, "que la presencia personal, que la proximidad de filósofos y ciudadanos, siempre será más inspiradora que la fría palabra que sale del ordenador".